La brecha laboral se ensaña con las personas con discapacidad, solo son el 1,4% del total de contratos
Los Centros Especiales de Empleo proporcionan trabajo y formación a las personas con diversidad funcional para reducir la desigualdad de oportunidades que enfrentan al acceder al mercado de trabajo
Jesús Jiménez
Jaén
Lunes, 24 de marzo 2025, 00:16
La lucha por la igualdad laboral, una asignatura pendiente en Jaén. La personas con diversidad funcional se enfrentan a una discriminación evidente a la hora ... de acceder a un puesto de trabajo. Lo demuestra por ejemplo que en 2023 tan solo el 1,48% del total de contrataciones correspondieran a este colectivo, o que supongan solo el 1,72% de la afiliación total, pero representen el 5,86% del paro en la provincia.
Otro dato: al finalizar 2023 el número de contratados eran poco más de 2.600, mientras que 2.300 estaban en el paro, y más de la mitad de larga duración. Estas cifras, publicadas por el Ministerio de Trabajo y Economía Social en su informe del mercado de trabajo jienense del año 2024, dejan patente una realidad: no existe aún la igualdad de oportunidades plena.
Aún así hay motivos, o más bien lugares, para la esperanza. Son los Centros Especiales de Empleo (CEE), empresas cuyo principal fin es ofrecer oportunidades laborales productivas y remuneradas, con el requisito de que al menos el 70% de la plantilla presenten discapacidad.
¿Ha disfrutado de las flores y el verde del casco histórico de la capital? Pues es solo un ejemplo del trabajo de los CEE, en este caso de 'Jardines y Naturaleza'. Con una plantilla de 56 personas se encarga de mantener espacios verdes como el Parque de la Concordia o los jardines de las Fuentezuelas, además de hacerse cargo del vivero municipal.
«Son trabajadores ejemplares que siempre desarrollan su actividad con una sonrisa», asevera María Ángeles Peinado, gerente de este CEE. «Realizan un gran trabajo que se puede apreciar a simple vista, y la única limitación que tienen es que hay cierta maquinaria pesada que por seguridad no pueden utilizar».
Antonio, Pedro y Dolores son tres de los trabajadores de la plantilla, con una discapacidad sensorial, psíquica y auditiva, respectivamente. Se encargan del vivero, tratando de cultivar, a veces desde la semilla, las plantas que más tarde adornarán la ciudad; también procuran salvar aquellas que gozan de mala salud.
«En otros trabajos nos han tratado muy mal, nos han dado muchos palos», relata Antonio mientras echa tierra en pequeñas macetas. «Aquí llevamos muchos años, Pedro por ejemplo desde hace 30 y está a punto de jubilarse».
Los acompañan dos monitores, Miguel Ángel Canovaca e Iván Lizcano, que de vez en cuando se acercan para aconsejarlos. «Lo que yo destacaría de ellos es su entusiasmo. Cuando traemos una máquina nueva todos quieren aprender y cogerla, y pueden estar ocho horas seguidas sin parar, cuando en otras empresas he visto que trabajadores sin discapacidad se escaqueaban. Todos tenemos nuestras discapacidades», comparte Miguel Ángel.
Aunque conformen un colectivo, cada discapacidad es diferente, y por tanto la comunicación cambia. «A las personas sordomudas a través del lenguaje de signos y gestos es suficiente, muchos leen los labios también. Con discapacidades psíquicas es importante ir despacio y preguntarles para comprobar que lo han entendido y si necesitan que lo vuelvas a explicar», relata Iván.
Ambos reconocen que la sociedad ha avanzado en la concienciación con este colectivo, aunque aún se dan circunstancias desagradables. «Alguna vez ves como los señalan y se ríen. A muchos me gustaría ver a mí en su trabajo, andando 15 kilómetros cargados con las gomas, que pesan una barbaridad. Ya te digo que no lo aguantarían», asevera Miguel Ángel.
Un trabajo que califican como muy gratificante y cargado de emociones. «Cuando ves como disfrutan cuando les sale algo bien es muy bonito. Pero también hay momentos difíciles, como por ejemplo con Pedro, con el que llevamos trabajando muchos años, y cada vez lo vemos más callado y triste, se nota que está peor», relata.
Otro caso de CEE en la provincia es el de Enordis, que forma parte de la iniciativa social de la Federación Provincial de Asociaciones de Personas con Discapacidad Fisica y Orgánica de Jaén (Fejidif), en la que trabajan 72 personas con discapacidad. En este caso los empleos están más diversificados, con la residencia Entre Olivos en Úbeda, una lavandería o conducción de transportes adaptados, entre otros.
El presidente de Fejidif, Manolo Olivares, detalla que las personas con diversidad funcional tienen que enfrentarse a las mismas dificultades que el resto, como la mayor oferta que demanda de empleo, a la hora de acceder al mercado laboral. Sin embargo, a ello se le suman los prejuicios, estereotipos y roles asignados que carga el colectivo.
Estereotipos
«Uno de los mitos más extendidos es que las personas con diversidad funcional se dan más de baja que el resto, lo que con datos está demostrado que es falso, de hecho es al contrario. Son conscientes de lo difícil que tienen conseguir un empleo, y cuando lo tienen lo defienden», asevera Manolo.
Un elemento clave de la labor de los CEE es la formación y adaptación al mundo laboral. Todas tiene que atravesar esta etapa, pero hay muchas diferencias, en especial según el origen de la discapacidad.
«Es más fácil en las personas que han nacido con ellas, lo tienen interiorizado. Ahora imagínate que llevas 20 años en la construcción, te caes de un andamio y quedas parapléjico. Es mucho más difícil, primero necesitan un trabajo con el psicólogo para aceptar lo que les ha ocurrido, y luego pensar en itinerarios formativos. Es un proceso de años», explica Olivares.
Lo que para el colectivo está claro es que la mejor manera de concienciar es a través del ejemplo. «Si alguien quiere comprobar cómo trabajan, que vayan a la cafetería El Bullicio en la capital, y que digan si los discapacitados no hacen los mejores churros que han probado en su vida».
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