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Ascensión Cubillo
Jaén
Martes, 22 de abril 2025, 11:43
Más de dos décadas de investigación sobre caracoles del género Iberus, el gasterópodo terrestre más emblemático de Europa, compiladas en un libro de tres volúmenes: ' ... Redescubriendo el género Iberus, un proyecto de ciencia ciudadana'. Detrás de este estudio inmenso, en el que se han descubierto nueve especies nuevas, están José Liétor, Antonio Ramón Tudela y Pedro Antonio Jódar.
–Dice que este trabajo ha supuesto una revolución científica, ¿por qué?
–La ciencia que se hace actualmente en la universidad no es la clásica, la de Darwin u otros investigadores conocidos, sino una ciencia encorsetada que se ve obligada a trabajar en unos marcos de producción muy concretos. Los investigadores tienen que producir mucho y rápido porque de eso dependen, entre otras cuestiones, los diseños y su sueldo. No hay trabajos de largo recorrido. Por suerte o por desgracia, eso ahora lo está haciendo la ciudadanía.
El nuestro es un proyecto de ciencia ciudadana porque no ha tenido límites de tiempo ni de esfuerzo. El trabajo se ha prolongado durante más de dos décadas, algo impensable hoy en día en el mundo académico. Solo por eso ya supone una revolución, pero también por otros elementos como una intensidad de muestreo sin precedentes en los estudios de Zoología en España, ya que hemos tomado en torno a 1.700 puntos que no habíamos conocido hasta entonces, lo que requiere muchísimo tiempo, desplazamientos y sacrificio por parte de un grupo de personas. Y también porque hoy en día describir nueve especies nuevas no es algo usual.
–¿Cuáles son?
–Iberus sumuntanus, Iberus rhodopeplus, Iberus rutensis, Iberus giennensis, Iberus antikarianus, Iberus axarciensis, Iberus punicus, Iberus xerophilus e Iberus polymorphicus.
–¿Qué ámbito geográfico han abarcado?
–17 provincias en total. Las andaluzas excepto Huelva, la región de Murcia y todo el Levante hasta Cataluña, Navarra, La Rioja, Zaragoza y parte de Aragón. Nuestro equipo ha estudiado el género en Andalucía, Murcia y el sur de la Comunidad Valenciana, mientras que en el resto hemos contado con colaboradores. Son 23 especies en total, pero solo una se distribuye fuera del sur de la península ibérica.
–¿Qué características destacaría del género Iberus?
–En general son caracoles que han estado vinculados -algunos de ellos, no todos- a tradición gastronómica de los pueblos del sureste ibérico, sobre todo en el Levante. Aquí quizás el que está más vinculado a nuestra cultura gastronómica es uno de los que hemos descrito nosotros, el Iberus rhodopeplus, que hasta nuestro estudio siempre se había confundido con el Iberus alonensis. Resulta sorprendente que un caracol que tiene casi 20.000 kilómetros cuadrados de distribución, que ocupa toda Andalucía y que ha estado vinculado a nuestra tradición gastronómica durante siglos, no haya tenido un nombre hasta el 2 de enero de este año, que fue cuando se publicó el artículo.
Por otro lado, el más emblemático de todos es el Iberus gualtieranus, que además morfológicamente discrepa mucho del resto. En Jaén lo conocemos como cachucha y en el resto de Andalucía, como caracol chapa. Es un tesoro de nuestra biodiversidad; tiene cuatro poblaciones en Andalucía y una de ellas está en la ciudad de Jaén. Es plano, tiene una quilla muy marcada y una estructura en retículo única entre los caracoles de Europa.De ahí que sea también muy apetecible para los coleccionistas y los recolectores de caracoles.
Ahora afortunadamente ya no se recoge, está prohibida su captura, pero sigue siendo una especie muy amenazada. De hecho, la población de Jaén la catalogamos en peligro crítico de extinción en nuestro libro.
–¿Qué función cumple el caracol en el ecosistema?
–Al igual que ocurre con otros muchos invertebrados, al ser poco vistosos y pasar desapercibidos -hay a quien genera incluso repulsa-, se consideran organismos poco importantes dentro del ecosistema, pero lo cierto es que es todo lo contrario. Están en la base de las cadenas tróficas y son los cimientos de todo los demás. Si eliminamos los cimientos, el resto de la construcción se desmorona. Los caracoles en concreto son alimentos para organismos superiores: entre los depredadores más importantes están las aves y los roedores.
Otro aspecto que se desconoce es que las conchas de los caracoles, una vez que mueren, son el sitio ideal para que muchos insectos realicen sus puestas. De hecho, la materia orgánica en descomposición sirve de alimento a las larvas cuando los huevos eclosionan. Por eso es muy frecuente encontrarse los caracoles en el campo como si estuvieran tapados, porque estos insectos utilizando su saliva tapan con restos de piedra la abertura de la concha para que sus larvas se desarrollen en esos primeros estadíos en el interior.
–Al margen de la investigación, ¿qué mensaje quieren trasladar con este estudio?
–Nos gustaría que las autoridades tomasen las medidas necesarias para garantizar la conservación de estas especies a medio o largo plazo. Aunque somos escépticos, porque ya tenemos mucha experiencia en estos asuntos y sabemos que los representantes políticos no están siempre a la altura, seguiremos persistiendo.
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