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50 años después del mayo francés seguimos sin ganar Eurovisión

LÍNEAS DISCONTINUAS ·

No atisbo en esta reconstrucción que ensamblo del 68 con los tablones de mis vivencias personales y de biblioteca huellas perdurables en la actualidad

ERNESTO MEDINA RINCÓN

Domingo, 20 de mayo 2018, 03:19

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Me importa muy poco Mayo del 68. Resultó que después de mucho cavar la playa no estaba debajo de los adoquines. Las promesas de Dany el Rojo se diluyeron en los modales condescendientes de la Gauche Divine, esa patulea de diletantes, que en lugar de tomar el palacio de invierno se dedican a morar en sus salas. Me importan más los mayos que me quedan por delante aunque, camarada Medina, no soy nada optimista con lo que estoy viendo. Ya es imposible hacer la revolución con el Galaxy o el Iphone en la mano. Los jóvenes prefieren lanzar un tuit que un ladrillo sobre la bofia. Importa más cargar la tablet o el smartphone que afrontar una carga de los antidisturbios. The revolution, my friend, will be televised. Ya ocurrió con el 15 M que acabó siendo otra de esas esperanzas que se terminan yendo por el sumidero de las esperanzas rotas. Las retransmisiones por Periscope. Los canales de youtube emitiendo en vivo. Instagrammer e influencers citando a Chomsky y a Sartre. La playa estuvo durante unas horas en el subsuelo de la Plaza del Sol. Pero, como siempre, acabaron por joderlo todo y los que se cargaron de aquella legitimidad, nacida de la justa ira del ciudadano que veía que le estaban robando a manos llenas su futuro, la han ido perdiendo en vergonzosas actuaciones de cara a la galería. Gestos vacíos en balcones televisivos mientras gastaban a dietas llenas. Otra vez los indignados se quedaron sin llegar a culminar. Coitus Interruptus. Un metesaca. Un robaguitas con el que terminaron por jodernos de nuevo el esfínter de la ideas con la cachiporra ideológica.

No me habléis más del mayo del 68 y de sus mitos. El mundo iba a cambiarse con canciones pero el advenimiento del Flower Power quedó abortado por una realidad en la que habitaban seres maléficos como Manson y su familia. Yo en aquella época ya era un poco repelenteniñovicente y me sabía de memoria una lista de mandatarios del momento (nunca me gustó el fútbol), Edward Head, De Gaulle, Andrei Gromiko, Nasser, Nixon, Ho Chi Min, Spyro Agnew o Moshe Dayan. El mundo en los sesenta también era un polvorín. Lo sigue siendo. La revolución, la auténtica revolución es la que se hace a diario. Sigue siendo necesario levantar barricadas contra la apatía. Atacar con cócteles molotov el conformismo. Hay que seguir tirando de la estaca que todavía no ha caído. Desconectémonos. Hagamos lo imposible.

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