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La Virgen de los Dolores, titular de la cofradía de Nuestro Padre Jesús.
Un mar de velas en la 'madrugá de la dolorosa'

Un mar de velas en la 'madrugá de la dolorosa'

Un año esperando para ver a la cofradía del 'Abuelo' por las calles de Jaén, que se hace largo para los amantes de la Semana Santa, y que volvió a llegar

CARMEN CABRERA

Viernes, 14 de abril 2017, 01:42

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Es ya de sobra conocido que la imagen de Padre Jesús Nazareno, de la cofradía del 'Abuelo', es querida y admirada no solo por la ciudadanía jienense, sino también por muchos fieles que llegan de fuera de la capital para mostrarle su devoción. Lo hacen a lo largo de todo el año, visitándola en su Camarín, pero especialmente en días como la 'madrugá' del Viernes Santo, cuando recorre las calles entre miradas atentas, lágrimas contenidas, momentos de recogimiento y saetas que acompañan su itinerario por las calles de la ciudad. Un año esperando para ver su paso por las calles, que se hace largo para los amantes de la Semana Santa, y que volvió a llegar.

Este camino, sin embargo, no lo hace solo. Además de la multitud de ciudadanos que se agolpan en las calles para que no se encuentre en soledad, también van hacia el Calvario las tallas de San Juan, la Verónica y, por su puesto, su Madre, la Virgen de los Dolores. Una imagen que, pese a ser una de las titulares de la cofradía, se ve difuminada en muchas ocasiones por el brillo del 'Abuelo'. Se caracteriza, pues, por ser más una cofradía cristífera antes que mariana. Sin embargo, la cofradía quiere que esta situación cambie y que la Virgen ocupe un lugar privilegiado no solo en el corazón de los devotos, sino también en su estación de penitencia. Por ello, ha estado trabajando en los últimos meses para que la madrugada del Viernes Santo fuera especial, para que la imagen tuviera también su papel principal en su salida.

Y es que hay que recordar que la veneración a la dolorosa dentro de la cofradía cuenta con siglos de antigüedad. De hecho, existe ya constancia desde el siglo XVII de la presencia de la imagen de Nuestra Señora en la procesión, con la advocación en 1617 de la Soledad. La talla estaba dotada de movimiento y, gracias a ello, era posible durante la procesión que se celebraba que se llevara a cabo la ceremonia denominada 'Del paso', donde se representaba el encuentro de Jesús con su Madre, y en que la imagen de María realizaba el movimiento con los brazos a modo de gesto. Los reiterados movimientos de esta ceremonia deterioraron la talla, por lo que se planteó el deseo de hacer una nueva.

En 1741, tras predicar el sermón de Pasión, fray Juan del Santísimo manifestó su deseo de costear una nueva imagen de Nuestra Señora de los Dolores, ya que había advertido que la preparada para la procesión no reunía las debidas condiciones. Una vez que pudo consensuar con la cofradía su realización, se le concedió licencia a fray Juan, quien contrató el trabajo al escultor José de Medina para hacer la hechura de la cabeza y manos.

La imagen se trabajó en una de las salas del convento de San José en 1742. La policromía corrió a cargo de Francisco Muñoz, que cobró dos ducados. Terminada la talla y vestida adecuadamente, se colocó en el altar mayor para la celebración de una fiesta. Pasó posteriormente a una capilla y se retiró del culto la anterior imagen de la Soledad.

La imagen es de 1,54 metros de altura, el candelero de base cuadrada lo conforman cuatro listones. La cabeza ligeramente inclinada a la izquierda. Los ojos son de cristal y las pestañas postizas, teniendo figuradas cuatro lágrimas. La boca está entreabierta, observándose los dientes superiores.

La devoción prendió pronto, por lo que fray Juan solicitó autorización a la cofradía para hacerle un camarín en el lateral izquierdo de la capilla de Nuestros Padre Jesús, accediéndose y procediéndose a la realización. Durante la guerra civil la imagen pasó por los almacenes del Tesoro Artístico, perdiendo sus manos, la cuales les fueron repuestas en 1939 por el escultor Ramón Mateu. María Santísima ha sido restaurada en 1903 por el escultor José Bodria y en 1993 por Raimundo Cruz.

Ricardo Cobo. Hermano mayor

«Dar más presencia a su salida era algo pendiente»

El hermano mayor de la cofradía, Ricardo Cobo, confirma que «el poner en valor la figura de la Virgen era la asignatura pendiente de la cofradía y los devotos» porque esta cofradía es «cristocéntrica, girando en torno a Jesús, y la salida de la Virgen siempre ha quedado algo desangelada». Por ello, querían intentar un cambio. Para ello, se preparó lo que se denominó 'un mar de velas' para su salida. Cuando llegara el momento, se apagarían las luces y solo se vería, por lo tanto, un mar de velas para conseguir una salida más estética, cuenta Cobo. Así, cada devoto que lo deseó pudo dar un donativo y comprar previamente un cirio que llevó una pegatina en la que cada uno escribió la oración que quisiera. Después, las velas se colocaron en el atrio del Santuario, lo que ayudó a «engrandecer y dignificar la salida de la Virgen».

Juan Ramón Ruiz. Hermano de luz

«Existe una cultura de que no era necesario acompañarla»

Además de este mar de velas, la cofradía también realizó un llamamiento a los hermanos de luz para que acompañaran a la imagen. Uno de los que acudieron, un año más, a este ruego, fue Juan Ramón Ruiz, que lleva saliendo en procesión más de 50 años. Según cuenta, hubo un antes y un después en el acompañamiento a la Virgen. Y fue su traslado al Camarín. «Antes no había problema porque, a la llegada de Jesús a la plaza de Santa María, se sacaba a la Virgen y ya continuaban juntos el cortejo, por lo que había siempre una multitud de personas». «Con esto -explica Juan Ramón- parece que se creó una cultura en la que parecía que no era necesario acompañar a la Virgen en su salida y ahora que sale del Camarín, debe avanzar casi sola hasta el encuentro, mientras la gente espera en la plaza de Santa María». Aclara que «nos dimos cuenta de que se quedaba sola en su salida del Camarín no solo por parte de los nazarenos, sino también de la gente en general». Por ello, tomaron conciencia de que debían existir hermanos de luz propios para la imagen mariana, ya que antes no había diferenciaciones. Se trata de una creación reciente desde hace unos cuatro o cinco años. Ya el año pasado, buscando una mayor importancia en la salida de la Virgen, fueron los hermanos de luz de Nuestra Señora de los Dolores los que salieron desde dentro el Camarín. «Fuimos unos 30 y fue un momento muy especial». Por ello, argumenta que «el reto ahora es acostumbrar a la gente a que sepa que no solo hay que acompañar a Nuestro Padre Jesús, sino también a la Virgen». «No se merece menos», apostilla.

Juan Jesús Fuentes. Vicefabricano

«La 'madrugá' es especial y mágica»

Ligado a la cofradía desde que nació hace 42 años -sus padres formaba parte de la junta directiva entonces- actualmente ocupa el cargo de vicefabricano general. En años anteriores ha sido fabricano de cada una de las imágenes de la hermandad. «Las he llevado como promitente y ahora ocupo este lugar», dice. Asegura que «a pesar de que requiere mucho trabajo, es muy gratificante». «Ahora se produce un 'boom', pero lo cierto es que hay cosas que hacer durante todo el año». Él y el fabricano de la cofradía Fernando Antonio Díaz se ocupan del mantenimiento, de la limpieza y el montaje. La 'madrugá' «es especial y mágica», asegura.

Carmen Martínez. Camarera

«Con la Virgen tengo una conexión especial»

Carmen Martínez es una de las cinco camareras que se encarga del cuidado y vestido de todas las imágenes de la cofradía. Lleva ligada a ella 22 años y asegura que «me gustan todas las tallas, pero con la Virgen tengo una conexión especial, aunque es evidente que la gente le tiene más devoción a Jesús». Durante todo el año, se encarga de las ofrendas florales y arreglar los altares, de mantener las imágenes y de que los vestidos estén limpios y se conserven en buen estado. Con la Virgen en concreto, empezaron el Miércoles de Ceniza vistiéndola de hebrea hasta el besapié de Jesús. Para su besamanos, la cambiaron y vistieron «de guapa» y volvieron a ponerle otra vestimenta para la procesión de la 'madrugá' con sus joyas, encajes y toquilla. Una vez que la estación de penitencia concluye, le colocan vestidos más sencillos, cambiando entre las seis sayas que posee. «Vamos jugando con los diferentes colores y bordados», explica. Así hasta septiembre, cuando se celebra su triduo y le ponen una saya negra bordada en oro, que «es la más idónea para ese culto porque es una saya bordada, más solemne». El resto del año, sí que luce más colorida. En el Día de los Santos cambian su manto y continúa con su saya negra y un rosario negro, mientras que para la Concepción lleva una saya de tono azul, «más alegre». Carmen admite que «me da pena cuando otros años ha salido la Virgen y hay tan poca gente, dejando a la Madre sola». En su caso, acompaña a Jesús hasta la Merced y, desde allí, junto al resto de camareras, desandan sus pasos para volver al Camarín y estar junto a la Virgen en su salida.

Luis Montes. Promitente fijo

«Elegí llevar solo a la Virgen por mi tradición mariana»

Para portar los pasos de la hermandad del 'Abuelo' hay tres tipos de turnos. Por un lado, el tradicional, en el que los promitentes llevan san Juan durante dos o tres años, pasando luego a la Virgen otros seis o siete y después cargar a Jesús durante veinte años o cumplir los 45. Desde hace relativamente poco tiempo, se introdujeron otras formas. Por un lado, el rotatorio, con el que se intercala el porteo de San Juan, la Virgen y Jesús, que se instauró con el fin de atraer a más promitentes. Y hay un tercer tipo -desde hace un par de años- de los que solo llevan la imagen mariana. A este último cuerpo pertenece Luis Montes, que hizo el año pasado su primera estación de penitencia bajo la Virgen. «En mi casa somos todos muy marianos y yo llevaba muchos años deseando llevarla, pero era demasiado alto». El problema se solucionó cuando el año pasado se pudo hacer un grupo en el que ya tenía cabida por su tallaje. «Es una experiencia muy bonita». Organizado en cinco turnos, el año pasado estuvo en la calle Tablerón «y se me hizo corto». El recorrido que tenía previsto para este año era de Roldán y Marín hasta la Plaza San Francisco, «el cual suele alargarse en el tiempo porque la cofradía procura que los cuatro pasos puedan verse completos en 'La Carrera'», dice. La Virgen de los Dolores no es la única imagen que lleva Luis en estos días, ya que también porta los de la Estrella y los Estudiantes, además de salir como hermano de luz en el Cautivo.

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