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Una muchedumbre aguardaba al Señor Cautivo a la salida de la residencia Siloé, en pleno barrio de Santa Isabel.
El Señor que 'cautivó' a Jaén

El Señor que 'cautivó' a Jaén

La Hermandad del Cautivo procesionó ayer por primera vez en la Semana Santa de la capital

Jorge Pastor

Jueves, 2 de abril 2015, 01:33

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La oferta de procesiones de 'este' Miércoles Santo por la tarde no podía ser más sugerente. Sí, de 'este' en concreto porque, además de los desfiles del Perdón y la Buena Muertes, pasará a los anales de la Historia cofrade como la primera vez que hizo estación de penitencia en la Semana Santa de la capital la Cofradía del Divino Redentor de Jesús Cautivo, María Santísima de la Trinidad y Santa Isabel de Portugal. Un acontecimiento que no se quisieron perder miles de jienenses, arremolinados en torno a la salida de la residencia de Siloé, en pleno corazón del barrio de Santa Isabel. Fue un espectáculo por varios motivos. El primero por el hecho en sí, por la incorporación del misterio del Cautivo a la Semana Santa de Jaén, que muchos devotos echaban en falta. El segundo por el enorme apoyo social a un proyecto surgido desde la modestia, que empezó como un grupo parroquial en 2004 y que poco a poco ha ido creciendo hasta convertirse en cofradía. Y el tercero por la enorme belleza de esta talla del Cautivo, obra de Francisco Romero Zafra (2011) con el fondo verde primaveral del cerro de Santa Catalina, rematado por el Castillo. Imágenes para el recuerdo fielmente captadas por una legión de fotógrafos bien pertrechados para aprehender el 'momento'.

Nervios antes del gran estreno intramuros de la residencia Siloé. La primera levantá, bajo un chamizo habilitado en el patio, fue emotiva. Muy emotiva. Bajo un sol de justicia -más de treinta grados a la sombra- y el solo 'ruido' del agua manando de una fuente, el paso fue elevado por el primer turno del cuerpo de costaleros. Treinta y cinco valientes -en total fueron sesenta y cuatro distribuidos en dos tandas- comenzaron un recorrido de más de siete horas con paso por la carrera oficial a las 19,30 horas y regreso a casa a las 00,35 horas, bajo un cielo estrellado, una luna a punto de ser llena y una temperatura más que benévola que invitaba a estar en la calle y vivir la Semana Santa jaenera con toda su intensidad.

En el Huerto de los Olivos

A los pocos minutos el trono ya se encontraba en mitad del 'pasillo' frondoso que separa la entrada de las instalaciones residenciales. Una estampa de singular belleza que varios identificaron como el discurrir del Señor por el Huerto de los Olivos. Los penitentes, de blanco fulgente, cruz trinitaria roja y azul en la pechera, bajo la caída del antifaz, y cinturón de esparto -símbolo de austeridad-, se ordenaban en las dos hileras, siempre muy atentos a esos primeros metros que todos ellos guardarán ya para siempre en sus retinas. Alcalde y alféreces de procesión les daban las últimas consignas antes de ganar la calle. «Cuando os detengáis, los cirios en vertical», les decían. En las manos muchos de ellos portaban un rosario. Alguno de discretas perlas de color granate. Siguiendo todo, sin perderse detalle, algunas autoridades como el regidor José Enrique Fernández de Moya.

Y llegó el instante. Justo cuando el cautivo se aproximaba al portalón, la primera salva de aplausos que provenía ya del exterior. Móviles en alto para inmortalizar el momento preciso que el Cautivo comenzara a procesionar por Jaén. Una saetera, todo voz, todo pasión, conmovió al respetable con un cante que le salió directamente del corazón. Sin rodeos. Mientras tanto, mucho esfuerzo en las trabajaderas. La primera chicotá. Una lluvia de pétalos de rosas cayó desde el cielo. La Banda de Cornetas y Tambores de la Expiración de Quesada empezó a sonar con fuerza. Con contundencia. El Cautivo ya estaba en Jaén.

Muchísimos jienenses a lo largo de un itinerario realmente complicado y exigente, pero también por puntos de enorme interés, cargados de tradición, cultura y patrimonio. Referentes emocionales para Jaén. Tras rendir cuentas por la calle Maestra, completamente abarrotada, el retorno por Martínez Molina fue bello y evocador. Especialmente el paso por la iglesia de la Magdalena y las cautivadoras sombras proyectadas contra los muros centenarios de este templo, santo y seña del casco antiguo. Del Jaén más castizo.

Pasadas las doce de la noche, con medio pie puesto en el Jueves Santo, el Cautivo ya estaba de vuelta en la residencia de Siloé, donde también le aguardaba muchísima gente. Culminaba de esta forma una jornada triunfal para los miembros de esta hermandad, la número diecisiete de la Semana Santa de la capital.

El presidente de la Agrupación de Cofradías de Jaén, Francisco Latorre, que acompañó al Cautivo desde la salida a la entrada en la residencia Siloé, se mostró muy satisfecho por que la «Semana Santa de Jaén siga creciendo e incorpore el Cautivo, que aportará mucho y bueno y que reproduce ese episodio en que el Señor es abandonado por sus discípulos».

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