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El Cristo de la Buena Muerte, a su paso por el barrio de San Ildefonso.

Buena Muerte llena de vida

Elegancia en su recoleto recorrido alrededor de la iglesia principal y de la basílica de San Ildefonso, guiado por el elocuente Cristo de Jacinto Higueras

José M. Liébana

Jueves, 2 de abril 2015, 01:28

Orden, tronío, seriedad, poderío. La Cofradía del Cristo de la Buena Muerte cantó ayer precisamente a la vida, en esa doble cara necesaria de una ... misma moneda. Luto y color, dolor y alegría, invierno y verano. Con treinta grados a la sombra y algo más en la soleada Puerta del Perdón de la Catedral de la Asunción de Jaén, pero con puntualidad sin tacha, a las seis y media de la tarde asomó la cruz de guía por el dintel, para bajar a la plaza de Santa María. Y, tras ella, los primeros nazarenos, con sus túnicas y capas blanco nuclear y el contraste del negro de su botonadura, bocamanga y cíngulo, y sobre todo, del azabache de su caperuz, venciendo poco a poco el murmullo del público congregado con un silencio, roto solo al principio por las alegres campanillas de los niños a cara descubierta vestidos con el hábito de la cofradía.

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