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José M. Liébana
Martes, 2 de diciembre 2014, 00:48
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Decía la señora Rosa en 'El cartero y Pablo Neruda' que las palabras son «la peor cosa del mundo». «Prefiero mil veces que un borracho en el bar te toque el culo con las manos a que alguien te diga: 'Tu sonrisa vuela como una mariposa'», aleccionaba a su hija. Del poder de las palabras sabe el nuevo partido Podemos, recién creado y sin estructura ni programa aún del todos definidos pero que figura ahora mismo en todas las encuestas entre las preferencias del electorado. Algo impensable hace solo unos meses, cuando la principal erosión al bipartidismo era cierto trasvase de votos del PSOE a Izquierda Unida y, en menor medida, hacia UPyD o Ciudadanos, y del PP hacia los dos mencionados o Vox. Pero el partido de Pablo Iglesias, que irrumpió con tal fuerza en las elecciones europeas de mayo que se alzó como tercera fuerza, se ha consolidado en los meses siguientes y amenaza incluso la alternancia de 'populares' y socialistas, en gran medida gracias a su discurso, pero también a la difusión del mismo a través de los medios de comunicación y las redes sociales, logrando, en mayor medida que otras fuerzas políticas alternativas al bipartidismo, galvanizar el descontento de los ciudadanos por la crisis económica y sus secuelas, y también por la crisis institucional y las formas de hacer política de PSOE y PP, o de algunos de sus dirigentes en lo que denomina «casta».
Una de romanos
El bipartidismo no es algo nuevo ni su rechazo lo ha inventado Podemos. Para obtener el voto mayoritario de los electores, los partidos tienden a formas coaliciones en su espectro ideológico (por ejemplo, derecha o izquierda, nacionalista o no nacionalista) o ampliar su base ideológica, creándose grandes formaciones políticas que se alternan en el poder y excluyen al resto.
Pero esto ocurre desde la Antigua Roma, en la lucha entre las facciones de populares y optimates en el Senado Romano. Aunque el bipartidismo actual hunde sus raíces en la Revolución Francesa (origen también de los términos 'derecha' e 'izquierda') y desde entonces son muchos los países con sistemas electorales de dos grandes partidos, que suelen ser conservadores y progresistas, así como uno o varios de menor dimensión aunque de gran protagonismo cuando ninguno de los grandes logra la mayoría absoluta, que suelen ser partidos liberales, nacionalistas de un territorio o comunistas y excomunistas. Así ha sido en España desde el final de la Transición y antes lo fue, de forma intermitente, desde el siglo XIX, cuando surgen los primeros parlamentos más o menos democráticos, en el periodo del Trienio Liberal o durante la Restauración borbónica de finales de ese siglo y comienzos del siguiente.
«Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto», arremetía allá por el año 1902, el escritor Benito Pérez Galdós, de forma incluso más virulenta que ahora y, en cierta medida, anticipando la situación actual. «Tendremos que esperar como mínimo 100 años más para que en este tiempo, si hay mucha suerte, nazcan personas más sabias y menos chorizos de los que tenemos actualmente».
¿Pero qué ha pasado en Jaén en los últimos años? Con el final de la dictadura y la llegada de la democracia, el protagonismo fue para el PSOE, primero frente a la UCD del presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, y tras la descomposición de esta, frente a Alianza Popular, que tras su refundación en 1989 pasaría a ser el PP.
En la ciudad de Jaén, el bipartidismo ya se observa en 1987, con PSOE y AP empatados a 11 concejales y el 76% de los votos en las elecciones municipales, mientras que el CDS, 'heredero' de la UCD tenía ya solo tres e Izquierda Unida, dos. Un empate que se repetiría cuatro años después, aunque a doce concejales, incrementado el bipartidismo (81% de los votos) y con el PP por primera vez por delante de los socialistas.
Tendencia que llegó a su máxima expresión en 1995 con la mayoría absoluta lograda por Alfonso Sánchez Herrera, el alcalde con más apoyo electoral de la historia reciente de la ciudad, el 52,66% - aunque con un concejal menos que en las últimas elecciones, cuando el PP de José Enrique Fernández de Moya logró el 51,78% de los votos -. 1995 fue el año de la debacle del PSOE en Jaén (era también la etapa final de Felipe González en el Gobierno), que pasó de 12 concejales a 8, elevando el grupo municipal de IU a cuatro concejales. Pese a ello, el bipartidismo se mantuvo en el 80% de los votos y, cuatro años después, volvió a subir (83%) con la recuperación del PSOE y el ligero bajón del PP de Miguel Sánchez de Alcázar, lo que hizo que IU bajara a dos concejales.
En 2003 lo volvió a hacer, con el 85% de los votos aunque el reparto de actas de concejal se mantuvo, en el segundo mandato de Sánchez de Alcázar: 14 para PP, 11 para PSOE y 2 para IU. El paulatino descenso de los 'populares' hizo que en 2007 perdieran la mayoría absoluta y propició el acuerdo entre PSOE e IU para que Carmen Peñalver fuera la primera alcaldesa de Jaén. Los dos grandes partidos obtuvieron por entonces el 88% de los votos, el máximo que ha alcanzado el bipartidismo en la ciudad. Pese a ello, IU tuvo la llave del gobierno local, corroborando el papel crucial que las pequeñas formaciones han tenido hasta ahora cuando las dos grandes igualen más o menos sus fuerzas y ninguna consigue la mayoría absoluta. Pero solo en esos casos.
El bipardismo bajó ligeramente en los últimos comicios locales, al 87%, por el descenso el PSOE, que perdió dos concejales y pese a la subida del PP, que ganó tres y recuperó una amplia mayoría absoluta.
Niveles de respaldo electoral a las dos grandes formaciones que no se esperan que se alcancen en próximas elecciones. No obstante, el bipartidismo en la capital, e incluso aún más en la provincia, parecen resistir mejor que en el resto del país, según las últimas elecciones celebradas, las europeas de mayo pasado, aunque habrá que tomar las cifras con cautela puesto que el desgaste de los dos principales partidos ha ido en aumento en los meses posteriores y aún queda medio año para la primera cita electoral, sin olvidar las características especiales de los comicios al Parlamento europeo, que suelen registrar un nivel de abstención mayor que en el resto de elecciones.
Aún así, son los datos oficiales más recientes. Y lo que arrojan es que la suma de votos de PP y PSOE fue en el conjunto de España de apenas un 49%, porcentaje que en la capital jienense fue muy superior, del 63%, lo supone una diferencia de nada menos que 14 puntos porcentuales. Y aún mayor a nivel provincial, donde ambas formaciones cosecharon el 71%. En parte porque de voto a Podemos es algo más urbano.
En cuanto al resto de formaciones, otra sorpresa de las elecciones europeas en la ciudad de Jaén fue que la tercera fuerza no fue Izquierda Unida, que lo ha sido desde la Transición, sino UPyD, con el 8,3% de los votos, y también se vio superada por la irrupción de Podemos (7,4%), que en su estreno desbancó a IU al quinto lugar (7,1%).
Próximas elecciones
¿Qué pasará en la próxima electoral? ¿Se mantendrá el bipartidismo fuerte o atenuado o Podemos le discutirá el poder a PP y PSOE como señalan las últimas encuestas. «En la calle hay mucho cabreo», fue la explicación dada el pasado lunes en Jaén por la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que abogó por «tomar nota». «Al final, todas las encuestas vienen a decir lo mismo, que hay una ola de cabreo y desencanto porque la gente no puede más y creo que eso es un aviso también a los partidos. Si a pesar de que empieza a calar que las propuestas de esas fuerzas políticas (en referencia a Podemos) son irrealizables los ciudadanos siguen diciendo que les votarían, es porque nos están dando un toque de atención al resto de los partidos».
Parece claro que el mapa político surgido de la Transición está en revisión. La pregunta es si ese nuevo escenario es flor de unas elecciones o ha venido para quedarse. Y la primera piedra de toque serán los comicios municipales, dentro de seis meses. Si bien puede que no retrate del todo el signo de los nuevos tiempos, ya que Podemos, inmersa en su proyecto constituyente, ha decidido no concurrir (la última encuesta interna del PP le daba tres concejales). Queda por saber si su potencial electorado opta por la abstención, por una plataforma que pueda auspiciar con otro nombre o por dar un voto de confianza a Ganemos, la plataforma que apoyan entre otros IU y Equo. Jaén capital, como es lógico, no será ajena a todos estos movimientos.
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