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Los paraguas, imprescindibles en el ferial ante la amenaza de lluvia.
Y San Lucas venció a la lluvia

Y San Lucas venció a la lluvia

Aunque aún queda mucha feria de San Lucas por delante y hoy es festivo, este domingo se registró una destaca afluencia al ferial, en perfectas condiciones pese a la fortísima tormenta que descargó sobre la capital jienense durante la madrugada

Jorge Pastor

Lunes, 13 de octubre 2014, 02:08

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LA historia de este domingo de feria es, en realidad, la de cualquier otro domingo del año. Se empieza a escribir a las 00,00 y se acaba a las 00,00 horas. Pero más allá de las verdades de perogrullo, esto de las 00,00 horas esta vez sí que tiene su trascendencia. Fue el momento en que se 'lió la mundial'. Menuda tormenta descargó sobre Jaén, sobre del ferial y sobre las decenas de miles de almas que corrían al resguardo de las casetas para no 'ponerse sopa'. La mayoría lo lograron. Algo más que un chapetón que hacía bueno aquel dicho -una vez más- de 'San Lucas, lluvia garantizada'. Alegría para los olivareros, que ven como sus aceitunas engordan antes de la cosecha; alegría para los caseteros, que vieron como sus negocios se llenaban en cuestión de segundos; y alegría también para las autoridades municipales, muy preocupadas por la posible incidencia de las precipitaciones en la celebración del pregón y la cabalgata. Y es que 'quien no se consuela es porque no quiere'. Lucas, que por algo era condestable, venció nuevamente a los elementos.

Tras una noche fresquita y pasada por agua y con la incertidumbre del tiempo, el programa de actividades previsto para ayer se desarrolló en tiempo y forma. A las doce en punto, la Banda Municipal de Música comenzó su concierto en el parque de la Concordia. Interpretaron zarzuelas, un género que gusta mucho por estos pagos. 'Doña Francisquita', 'La Reina Mora', 'La Chulapona'... clasicazos que gustaron al respetable. Todo el aforo cubierto. Muchos sentados en los poyetes. Y también mucha gente de pie. La directora Juany Martínez de la Hoz se empleó a fondo; los músicos también. Aplausos y más aplausos.

Mientras tanto, a las 12,30 horas, se iniciaba en el ferial el paseo de caballos. Muchos jinetes, pocas amazonas y mucha expectación al paso de los corceles, cuyas herraduras golpeaban con fuerza un asfalto por momentos húmedo. Subieron por la avenida de Granada, dieron un garbeo por las calles más céntricas de la capital y enfilaron nuevamente la avenida de Granada para arribar al ferial. Fotos por doquier -algún jamelgo se puso nervioso por los flashes-. Y a la trasera, un inevitable reguero de excrementos.

Cuando los caballistas pasaban por la plaza de la Constitución, la charanga giraba hacia San Ildefonso. Los pasacalles tienen que existir en cualquier feria sí o sí. Con paso firme y rápido -ya estaban cayendo las primeras gotitas-, recordaron que, en efecto, esto es Jaén, esto es San Lucas y esto es tiempo de alegría. Música bullanguera para los primeros bailes del día. Eran ya las 13,30 horas. La hora de acercarse al real. La hora de la primera cervecita -la que siempre entra mejor-.

Afluencia al ferial

Un cielo lleno de nubes negras vaticinaba que, antes o después, sería preciso tirar de paraguas. Se abrieron antes y se abrieron después. Pero no fue inconveniente para que miles de jienenses se desplazaran hasta el recinto Alfonso Sánchez Herrera. A pesar de ello, apreturas las justas. Había mesas disponibles y no hubo que esperar demasiado para el «póngase un par de cañas y un plato de jamón» y, transcurridos unos minutos, «perdone jefe, llénese cuando pueda». No hubo tumultos. Y es que todavía queda mucho San Lucas. Hoy es festivo, el fin de semana que viene será muy largo y hay que racionar los esfuerzos y el dinero para llegar con gallardía a la traca fin de fiestas. Mientras tanto, el jaleo en los cachivaches tampoco paraba.

Los cocineros daban el punto a la paella y las familias y grupos de amigos llegan sin prisa, pero sin pausa, allá donde tenían concertado el almuerzo. En las discos, que no se ponen en marcha hasta las cuatro o las cinco, se reponían neveras y se daba el último fregado. Arriba, en el cielo, se imponía el sol. Una tregua que no duró mucho porque a eso de las 13,45 horas volvió a jarrear.

Mientras tanto, en los bares y tascas del centro, también jolgorio. Menos movimiento que el sábado, pero buen ambiente en San Ildefonso y mejor aún en el eje Pósito, Deán Mazas, Pescadería y Constitución, donde una charanga patrocinada por una conocida marca de finos hacía las delicias de grandes, medianos y pequeños. Se les escuchaba y se les veía -el amarillo chillón de sus camisetas no les hacía pasar precisamente desapercibidos-.

Una tarde de ligá, de café, copa y puro y de gintonics recios -nada de florituras- para calentar motores ante una noche que, nuevamente, se presentaba gloriosa por aquello de que hoy tampoco hay que levantarse temprano. Más de lo mismo. Para qué cambiar.

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