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Los campeones celebran el título.
La 'décima' es del Atlético
FÚTBOL | LIGA PRIMERA

La 'décima' es del Atlético

Inmensa demostración de los campeones en el Camp Nou, donde se sobrepusieron a todas las adversidades

Ignacio Tylko

Sábado, 17 de mayo 2014, 01:15

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Barcelona-At. Madrid (1-1)

  • Barcelona Pinto, Alves, Piqué, Mascherano, Adriano, Busquets (Song, min. 56), Cesc (Xavi, min. 76), Iniesta, Pedro (Neymar, min. 62), Messi y Alexis.

  • At. Madrid Courtois, Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis, Gabi, Tiago, Koke, Arda (Raúl García, min. 22), Villa y Diego Costa (Adrián, min. 16, Sosa, min. 71).

  • Árbitro Mateu Lahoz (Comité Valenciano)

  • Goles

  • 1-0 min. 34, Alexis. 1-1

  • Incidencias Llenazo en el Camp Nou, espectacular mosaico con el lema Som el Barça, y presencia de apenas medio millar de hinchas rojiblancos. 38ª jornada de Liga. No se entregó el trofeo a los campeones porque el presidente de la FEF, Ángel María Villar, se encontraba de viaje.

Colosal Atlético, que se coronó campeón del torneo de la regularidad por décima vez en su historia tras un sobresaliente ejercicio en el Camp Nou que mostró fielmente todas sus virtudes: afán de superación, fortaleza mental, físico descomunal, dominio de la estrategia y capacidad de Simeone para ir alternando los planteamientos según le convenía. Acabó el campeón atrincherado en su área, lógico porque el Barça se dejó hasta la última gota de sudor en el día que podía salvar su temporada más aciaga de los últimos tiempos, pero antes se repuso a todas las adversidades.

Si en seis partidos el Barça no ha sido capaz de ganarle este curso al Atlético es porque el Cholo y el Mono Burgos le tienen perfectamente estudiado. Habían expresado por activa y por pasiva los catalanes su deseo de adelantarse en el marcador para vivir más tranquilos y hallar más espacios ante un adversario contragolpeador, pero ni viendo cumplidos sus sueños de la previa lo consiguieron. Alexis encarriló el vigesimotercer título para los azulgrana con una volea excelsa cuando el Atlético controlaba la situación, pero estos colchoneros son inasequibles al desaliento y jamás se rinden porque son gladiadores.

Ni ese golazo de Alexis, ni las lesiones tempranas de Diego Costa y de Arda, ni los sollozos de ambos, ni el tiro de Villa al poste les arrugaron. Achucharon en un arranque de la segunda parte sensacional y Godín les dio el empate que vale una Liga. Una jugada que desnudó las carencias del Barça a balón parado. Intentaron reengancharse los de Martino a una Liga que dieron por finiquitada hace tres semanas, pero no pudieron.

Ni el juego, ni el físico les llegó para poder con este Atlético que ahora sueña con su primera Copa de Europa. El final fue digno de una Liga magnífica, la más emocionante tras diez años de duopolio de los grandes. El Camp Nou se rindió a los méritos del campeón y acabó coreándole con gritos de «¡Atleti, Atleti!» y los deseos de que conquiste Europa en detrimento del Real Madrid. El Cholo fue manteado y los entrenadores se dieron un interminable abrazo que seguro se festejó en Argentina.

En el día de su despedida, en un duelo a vida o muerte en el que no cabía especular ni pensar más en cómo cerrarle los espacios al Atlético que en la fórmula para desencorsetarle, Martino adoptó una decisión peliaguda. Dejar a Xavi en el banquillo de una final así dejará secuelas porque se trata de un líder, de un símbolo culé.

Fue un jugador decisivo en el Barça extraterrestre del que habló su técnico en la previa, pero su declive ha coincidido con la respuesta terrenal de un equipo que pierde referentes. Sí había contado Martino con el cerebro de Terrasa como titular en la final de Copa ante el Real Madrid y en la eliminatoria de cuartos de Champions ante el Atlético y le tiene que haber visto muy limitado para prescindir de él en casa y con la Liga en juego. Apenas aportó Xavi cuando ingresó en el último tramo.

Riesgo mal calculado

De los recientemente recuperados, sólo apostó por Piqué. Le faltaban entrenamientos y probarse a tope para comprobar si su cadera estaba a prueba de golpes, pero su jerarquía le ofreció más garantía que la inexperiencia de Bartra. Entendió Martino que era demasiado arriesgado apostar por Jordi Alba, ya que lo suyo era un problema muscular y se trata de un jugador muy explosivo, y prescindió hasta cerca del final de Neymar, ausente desde el edema en el pie sufrido en la final de Copa y presionado por la Confederación Brasileña para no jugar.

Faltaba, curiosamente, el único jugador culé que este curso le había marcado al Atletico. Buscó Martino en teoría un once más llegador y rápido que equilibrado y pausado. Menos toque y menos centrocampistas, pero más dinamismo y profundidad al situar a Pedro y Alexis como extremos, con Messi libre de falso ariete. Un 4-3-3 evidente, con Cesc e Iniesta de volantes y Busquets de escudero. Pero ni por esas pudieron con los madrileños.

Menos sorpresas en los rojiblancos, advertidos por sus técnicos de que habían nacido precisamente para poder jugar partidos de esta enjundia. Jugó de inicio Diego Costa, a pesar de que el bíceps femoral es muy traicionero y una recaída le eliminaría de la final de Champions del sábado próximo y quién sabe si del Mundial. Y, como en los cinco duelos directos anteriores, volvió a contar con Villa ante sus ex por una

cuestión mental y muy relacionada con la experiencia, ya que el Guaje es único integrante de la plantilla colchonera acostumbrado a citas del más alto nivel. Fue valiente salir con dos puntas definidos pese a que servía el empate, pero el riesgo con el hispano-brasileño fue tal que se rompió en menos de un cuarto de hora.

Koke conducía un contraataque por el centro, Costa arrancó por la izquierda y a la altura del centro del campo se frenó. Su músculo le dijo basta. Miró al banquillo, sonrió, se marchó del campo y luego lloró desconsolado. Si la marcha de su ariete, de ese jugador que puede resquebrajar cualquier zaga rival con sus movimientos constantes y caídas a las bandas, ya supuso un mazazo para los atléticos, la lesión de Arda fue como un directo al mentón. El turco recibió un golpe de Cesc en la zona de la cadera y también tuvo que abandonar el campo entre sollozos. Adrián y Raúl García entraron casi sin calentar y a Simeone sólo le quedaba una bala en la recámara con más de una hora por delante.

Adultos

A pesar de todos los pesares, el Atlético seguía mostrándose como un equipo más adulto que un Barça nervioso, impreciso e incapaz de inquietar a Courtois El líder demostraba su condición y sólo daba la sensación de que una jugada aislada o diferente podría ponerle en desventaja. Llegó tras mal control con el pecho de Messi que transformó Alexis en una volea prodigiosa que sorprendió a todo el estadio. Con el viento a favor, el Barça disfrutó de unos minutos en los que sus rivales sólo persiguieron sombras. Pero se vinieron arriba ya en el tramo final del primer tiempo y acosaron a los locales a base de córners. Se llegó al descanso con protestas culés por una amarilla a Messi, muy por debajo de una renovación de 20 millones toda la tarde.

El Atlético salió enrabietado en la reanudación. Los soldados del Cholo se fueron a por el ejército culé como unos jabatos. Villa se revolvio en un palmo y lanzó un latigazo al poste. Minutos después, se internó el asturiano, pero Adriano le trabó lo justo. Y en el enésimo saque de esquina, Godín halló un tesoro en la zaga local, se elevó y acertó en un cabezazo brutal.

Pinto puso a los catalanes de los nervios con sus clásicos pases y controles y Busquets se retiró lesionado. El duelo era limpio pero los heridos se multiplicaban en el hospital del Camp Nou. Al Atlético le faltó entonces saber templar más y ponerle algo de calma a un choque descosido. Buscó un rato el segundo pero fue reculando peligrosamente. Tata recurrió a Neymar y el asistente ordenó anular un gol a Messi por fuera de juego, aunque el balón quizá se lo dio Godín. Más tarde buscó a Xavi, que tardó un mundo para ponerse la camiseta de héroe o villano. YPiqué acabó de Alexanco. Simeone hizo un tercer cambio extraño, ya que quitó a Adrián y se jugó la Liga con Sosa en el campo. Un Príncipe sin sangre azul. Pero con corona. Como dijo el Cholo, hasta Luis Aragonés defendió desde el cielo.

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