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Oliver Stone.
El cronista de las cloacas

El cronista de las cloacas

Edward Snowden será el próximo objeto de disección de Oliver Stone, un cineasta que ya ha firmado controvertidas películas sobre otras figuras capitales de la historia estadounidense como John F. Kennedy, Richard Nixon o George W. Bush

Óscar Bellot

Domingo, 8 de junio 2014, 08:10

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Apasionado, irreverente, controvertido, excesivo, grandilocuente, a veces truculento y siempre sorprendente. Cualquiera de esos calificativos se pueden emplear para definir la trayectoria de Oliver Stone, auténtico 'outsider' del cine estadounidense que se ha labrado una carrera a base de zaherir los pretendidos valores por los que se rige el país del Tío Sam. Una superpotencia capaz de apresar bajo su poderosa bota militar a casi cualquier adversario que, sin embargo, tiembla cuando alguien libera los demonios que ella misma gesta y con tanto mimo trata de mantener bajo custodia. Son estos, y no los héroes que de tanto predicamento gozan en Hollywood, quienes han deparado la gloria al más incómodo de cuantos realizadores han rendido pleitesía, en una u otra ocasión, a la bandera de las barras y las estrellas. Soldados atormentados, tiburones de los negocios, inadaptados que pasan a la historia gracias a un golpe de suerte, mandatarios incapaces de lidiar con sus propios fantasmas e incluso jóvenes descarriados que terminan alcanzando la Casa Blanca ante la incredulidad de buena parte del mundo.

De todos ellos se ha servido el director para lanzar poderosos mandobles al mismísimo corazón del sueño americano. Una nómina a la que próximamente se unirá el hombre que ha puesto en jaque a todo un Nobel de la Paz al destapar la tupida red de espionaje por él tutelada y cuyos tentáculos se extienden desde un tranquilo salón de Oklahoma hasta las marciales salas de la cancillería germana, Edward Snowden.

El anuncio de que Oliver Stone se encuentra trabajando ya en el guión de una cinta basada en el libro 'The Snowden Files: The Inside Story of the World's Most Wanted Man', firmado por el periodista de 'The Guardian' Luke Harding, ha sacudido Hollywood y provocado algún que otro sudor frío en los cenáculos del poder en Washington. El irreductible realizador vuelve a la carga dispuesto a demoler la versión oficial de otra Administración estadounidense.

"Esta es una de las grandes historias de nuestro tiempo", ha apuntado el veterano Stone, quien ha tachado de "verdadero desafío" el proyecto de diseccionar, a través de las imágenes, la odisea vivida por el excontratista de la NSA desde que optase por abandonar su cómoda vida en Estados Unidos para emprender una desesperada huida que le llevaría a Rusia, previo paso por Hong Kong, con el fin de revelar el alcance del programa de vigilancia de la supersecreta agencia a la que en otro tiempo sirvió y cuya comprensión dinamitó para siempre cualquier veleidad patriótica que pudiese cobijar su alma.

Pero si algo ha demostrado Oliver Stone a lo largo de los años es que no se arredra ante ningún reto, sea cual sea la magnitud del mismo. Hijo de un corredor de bolsa, bebió el amargo trago de que hizo objeto el Vietcong a los soldados estadounidenses lanzados a los campos de batalla de Indochina. Llegó a hacerse acreedor del Corazón Púrpura, con el que se distingue el valor de los militares bajo fuego enemigo, pero aquella experiencia sentaría las bases de la corrosiva mirada que siempre ha dirigido a su país. En Vietnam situaría la película que le daría acceso a las grandes ligas, 'Platoon' (1986), y las incurables heridas que dejó en el alma de la sociedad estadounidense, personificadas en la figura de un Ron Kovic con el rostro de Tom Cruise, le valdrían su segundo Oscar como mejor director.

Gurú

Alimentado en sus años mozos por el ambiente contestatario y contracultural de los años sesenta, Stone había encontrado su discurso y desde entonces apenas se ha apartado de él, convirtiéndose en una suerte de gurú para quienes gustan de disparar contra las verdades establecidas. Espoleado por el éxito comercial de sus filmes, consiguió que los estudios de Hollywood le dejasen operar a su antojo, incluso cuando puso en su punto de mira a los mandamases del capitalismo en 'Wall Street' (1987).

Con 'JFK. Caso abierto' (1991), el historiador que se refugia en el cineasta dio un paso más. Buceó entre los innumerables libros de que beben los teóricos de la conspiración para desmontar los ejes del 'Informe Warren', sacudiendo de tal forma la conciencia del pueblo estadounidense que forzó al Gobierno a revisar las leyes de acceso a documentos clasificados. Producto tanto de la genialidad de Stone como de sus excesos, la cinta protagonizada por Kevin Costner sembró para siempre la duda sobre la versión oficial del asesinato del presidente Kennedy, que nadie antes había fustigado con tanto éxito como él.

Y cuatro años después abrió en canal a quien fuera el más furibundo adversario del primer presidente católico de Estados Unidos en 'Nixon', un largometraje en el que se sirvió del camaleónico Anthony Hopkins para reflejar las luces y numerosas sombras de un estadista atrapado por el odio visceral que profesaba a quien años atrás le arrebatase el cargo que tanto ambicionaba y que consiguió resurgir de sus cenizas para acabar siendo quemado en la hoguera que nadie sino él mismo encendió.

Frisando el cambio de siglo, el apetito de Stone por descender a las cloacas de Washington parecía saciado. Incluso el 11-S pareció amansar por un momento a la fiera. El cineasta se dedicó a loar el valor de los pequeños grandes héroes que debieron hacer frente a la tragedia en 'World Trade Center' (2006). Y aunque recuperó a Gordon Gekko aprovechando el hastío hacia el capitalismo salvaje derivado de la crisis financiera mundial, parecía más interesado en dos personajes siempre denostados por EE UU, Fidel Castro y Hugo Chávez, a quienes dedicó sendos documentales.

Puro espejismo. El 'enfant terrible' que siempre será el cineasta, por mucho que se acerque ya a los 70 años, vuelve a cargar el fusil para revisar uno de los mayores escándalos de la historia de cuantos han protagonizado los servicios de inteligencia de Estados Unidos. ¿Héroe o traidor? ¿Idealista o topo? Las preguntas que, un año después de convertirse en el hombre más buscado, siguen gravitando en torno a Edward Snowden, tendrán cumplida respuesta por parte de Stone . Otra cosa, claro está, es que esta deje satisfechos a todos.

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