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ÁNGEL DEL ARCO
Lunes, 23 de noviembre 2009, 02:20
NO hace falta que nos lo cuenten porque lo hemos visto con nuestros propios ojos en la semana que la Virgen de la Cabeza ha estado al culto de los fieles en la Catedral de Jaén, no sólo de la capital sino de todos los pueblos de la provincia y de otros parajes que llegaron en peregrinación para ponerse a los pies de la Morenita.
En estos ocho días el desfile ha sido interminable de cientos y miles de personas, para ponerle broche ayer en una despedida multitudinaria con una fiesta a las que asistieron también miles de fieles y, desde la Catedral, una procesión interminable con todas las cofradías de la Virgen y otras, que se sumaron al esplendor de una jornada que ha escrito una bella página para la historia de este tiempo.
Fuimos testigos participando de la emoción de tanta fe a flor de piel, lo que nos hace fortalecer en la idea de un cristianismo puesto en duda por quienes son capaces de negar evidencias como las de ayer en Jaén, llevando en volandas de amor a la Reina de Sierra Morena y de los Cielos.
Cuántos cánticos, cuántos piropos, cuántos vivas a la más amada de las madres. Cuántos niños llevados por sus padres y pasados ante la Imagen de la Virgen en ofrenda llena de sensibilidad. Cuántas oraciones y lágrimas vertidas con la emoción reflejada en los rostros. Cuánta ternura en las miradas dirigidas a la Imagen Bendita.
¿Acaso eso no es creer? Mal lo llevan los que dicen asegurar ser una quimera esto de un cristianismo que quisieran servido a su gusto. La gran manifestación de ayer por las calles de Jaén hasta el adiós a la Madre, fueron el reflejo más elocuente de una creencia que sigue incrustada en millones de criaturas, sin que los voceros puedan quebrantar algo que no se niega y que más bien sale fortalecido con manifestaciones como la de ayer.
Magnífica la jornada grandiosa por su sencillez, que otra vez unió más que separó y que dejó para su estudio la conveniencia de más respeto y sinceridad a la vista de lo escrito por recientes literatos, empecinados en herir a los que no quieren pelear.
Lo vimos ayer y no se nos tiene que contar; los hechos fueron concluyentes. El adiós a la Virgen de la Cabeza en Jaén, una bella página para la historia, vivida con toda la sencillez de las cosas grandes y verdaderas.
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