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J. E. POVEDA
Jueves, 21 de mayo 2009, 10:46
Ochenta y cinco minutos. Es lo que se tarda desde hoy (a velocidades legales) en llegar desde Jaén hasta la playa más cercana, la de Salobreña. Un paseo de 157 kilómetros que se hará completamente por autovía a partir de las seis o seis y media de esta tarde, cuando quede abierto al tráfico el último tramo que había en obras, entre las localidades granadinas de Ízbor y Vélez, con el complicado y faraónico viaducto sobre el Guadalfeo. Para ver todo el trazado convertido en autovía han sido necesarios veinte años de procesos burocráticos y obras. Tanta demora ha creado una situación paradójica: mientras se estrena el último tramo del recorrido, los 129 primeros kilómetros de la autovía (entre Bailén y Granada) están en un estado de conservación tan lamentable que hay en marcha obras de reforma integral y está siendo levantada kilómetro a kilómetro casi por completo.
Anoche un equipo de IDEAL hizo ya el recorrido del nuevo tramo para verificar que todo estaba donde debe estar. El resto de conductores tendrá que esperar a que concluya el acto oficial programado para hoy, con presencia del ministro de Fomento, José Blanco. La efeméride coincide con la víspera de la apertura de la campaña electoral de las elecciones europeas. Las fuentes consultadas en la Subdelegación del Gobierno de Granada no han confirmado si habrá una inauguración con todas las de la ley (corte de cinta, canapés y discursos) o si las exigencias de la ley electoral harán que todo sea mucho más austero, con el realce del ministro.
Cuando finalice toda la parafernalia oficial, la Guardia Civil hará una última ronda de reconocimiento para confirmar que la vía está despejada. Y entonces, sólo entonces, se abrirá al tráfico. Dado que el acto oficial se ha programado para las cuatro de la tarde, se estima que los primeros vehículos podrían estar circulando libremente poco después de las seis de la tarde. Si todo va bien en una obra marcada por los retrasos.
La importancia estratégica de completar la autovía para Jaén es indudable. No sólo por la comodidad de hacer el trayecto a las playas donde veranean miles de jienenses más corto, cómodo y seguro. Hay implicaciones económicas importantes.
Esta misma semana, representantes de la Autoridad Portuaria de Motril se han reunido con empresarios de la provincia de Jaén para exponerles el potencial que queda más a su alcance.
Veinte años
La autovía A-44 fue una de las últimas grandes obras del Gobierno de Felipe González -el 29 de octubre de 1995, el último ministro de Fomento de los gobiernos de Felipe González, José Borrell, inauguró el penúltimo tramo de la autovía en Jaén, entre Bailén y la capital- que concluyó su sucesor en el Gobierno central, José María Aznar. Nació con grandes pretensiones e incluso los políticos de la época (Borrell) se atrevieron a definirla como «una autopista» y una de las mejores de Europa por las características de su construcción. En verano de 2006 fue el primer ministro de Fomento del PP, Arias Salgado, quien inauguró el último tramo en la provincia de Jaén.
El firme ya había mostrado sus debilidades. El estado general de la autovía empeoraba con los meses. Aunque no fue hasta 2001, cuando la A-44 apenas si contaba con un lustro de servicio, cuando dio el primer susto serio: un deslizamiento del terreno se comió literalmente un tramo de la carretera entre los cruces de Pegalajar y La Cerradura. La historia del a autovía está marcada por corrimientos de terreno y baches enormes en todo su trazado.
Entre Granada y la Costa las cosas iban más despacio. En 1990 se empezó a tramitar el impacto ambiental del tramo de autovía entre Granada y Motril. Todo este papeleo acabó en mayo de 1995 pero nada fue definitivo. Se desanduvo lo andado. Por recomendación de la Demarcación General de Carreteras se hizo un nuevo estudio para el tramo entre Ízbor y Vélez, que demoró la tramitación hasta 1999. La consecuencia fue que se cambió el trayecto que había cerrado en 1992 y se encargó un nuevo anteproyecto, que no se aprueba hasta el año 2000. A grandes rasgos, en lugar de aprovechar el trazado de la vieja carretera nacional se optó por un recorrido alternativo.
El 29 de abril de 2003 el entonces ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, colocó la primera piedra de la futura autovía entre Ízbor y Vélez. Si todo hubiera ido según lo previsto, en tres años habrían acabado las obras. Un año antes -en marzo de 2002-, Álvarez Cascos había inaugurado el que a la postre será el último trozo que se abra con fanfarrias, el que va desde Dúrcal hasta Ízbor.
Desde hace un año, prácticamente sólo quedaba por rematar el puente que sobrevuela el río Guadalfeo, un viaducto de 585 metros que mientras que no esté acabado impide abrir el tramo entre Ízbor y Vélez, de cerca de 10 kilómetros.
Es el mismo puente que se dobló en mayo de 2006 y que ha obligado a hacer un trabajo de ingeniería tras tener un año las obras paradas por completo.
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