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SOCIEDAD

Un informe advierte a la FAO que se hunde si no da un vuelco a su gestión

La agencia de la ONU contra el hambre afronta una histórica autocrítica que revela sus derroches y vicios crónicos

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ

Viernes, 19 de octubre 2007, 12:18

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La pésima reputación de la FAO, la organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación, con sede en Roma, es un secreto a voces. Burocracia, despilfarro, ineficacia, la vida de lujo de los empleados de la oficina central eran comentados con pasmo en el mundo de la cooperación y en círculos internacionales. También con indignación, dado que la tarea de la FAO es una de las más importantes del mundo: acabar con el hambre de 854 millones de personas. Pues bien, desde ayer no es un rumor, es un informe demoledor de 400 páginas que dice todo bien claro. Viene a concluir que, o cambia radicalmente, o tendrá que cerrar tras 60 años de historia, empañados en los últimos años.

Los números de este paquidermo burocrático de 3.400 empleados dan miedo. Según ha denunciado la prensa italiana, el 87% de su presupuesto, unos 900 millones de dólares anuales, se va en pagar sueldos. «No es cierto, sólo el 65%», protestaban ayer en la oficina de prensa. Sólo en reuniones, gasta 2,5 millones de dólares al año. Cada minuto que pasa mueren de hambre 16 personas y la FAO gasta 1.500 dólares en papelotes, informes y estudios. Con este panorama y la ausencia de resultados, la financiación de los países miembros ha ido disminuyendo -un 31% desde 1994- y desde hace al menos dos décadas la FAO va hundiéndose en una crisis de gestión y financiera.

Hace dos años se acabó la paciencia y la propia institución encargó un informe a una comisión independiente, dirigida por el economista Leif Christoffersen, con la intención de averiguar qué fallaba y atajar el problema. Es algo «histórico», dijo ayer la FAO al presentar el texto, pues es la primera vez que una agencia de la ONU hace autocrítica de esta manera. Los expertos, que han realizado 2.500 entrevistas y 3.000 cuestionarios en la casa, proponen 109 recomendaciones y un «gran pacto» entre los países miembros y la institución para salvar la FAO. Plantean un Plan de Acción Inmediato que dé frutos en cuatro años y combine «reformas y crecimiento». «El mundo necesita a la FAO, si no existiera habría que inventarla, pero tiene que cambiar con urgencia», sentencian.

«Serio estado de crisis»

Buceando en el informe se leen cosas como las siguientes. La FAO está en un «serio estado de crisis que hipoteca su futuro». Ha sido «conservadora y lenta» para adaptarse a los tiempos, y torpe en distinguir «las genuinas prioridades de las últimas modas». Hay demasiados empleados fuera de Roma, que suben los costes. En varios países se da el absurdo de que «los costes administrativos superan la inversión de los proyectos».

Su burocracia, sigue el informe, es «pesada y costosa», con altos niveles de duplicidad de tareas. Es una organización «rígida, temerosa de los riesgos y centralizada», con unos dirigentes que necesitan un «cambio cultural» y entre los que predomina la desconfianza. Las relaciones entre las oficinas centrales y los operadores sobre el terreno «están severamente fragmentadas» y descoordinadas.

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