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Boris Johnson, el pasado jueves ante su residencia oficial. AFP
Órdago o farol de Johnson ante el fin del 'brexit'

Órdago o farol de Johnson ante el fin del 'brexit'

Londres cree que habrá tiempo para acordar un tratado bilateral cuando Bruselas cambie su posición

Iñigo Gurruchaga

Londres

Lunes, 1 de junio 2020, 19:54

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El Gobierno británico se muestra confiado en que los negociadores de la Unión Europea abandonarán sus exigencias sobre la relación bilateral futura, quizás en la nueva ronda negociadora que comenzó este lunes, y cree que el cambio llegará cuando estados miembros que no han «asumido» aún que Reino Unido se marchará de la UE como un estado independiente acepten que es el único desenlace posible.

El Acuerdo de Retirada firmado al final de enero establece que en este mes de junio las dos partes se reunirán a nivel de jefes de Gobierno para evaluar el avance de la negociación. Si es insuficiente, se contemplaría una extensión del periodo de transición, que termina el 31 de diciembre. Pero Londres ya ha advertido de que no habrá aplazamiento.

El jefe negociador británico, David Frost, afirmó antes del inicio de la nueva ronda que en las anteriores las dos partes han «identificado sus convergencias y divergencias, que es lo que necesitamos por ahora». Pero, tras la reunión entre Boris Johnson y Ursula von der Leyen a mediados de junio, quedarán seis meses para un Brexit con tratado bilateral o sin él.

Robert Keen, director general de la Asociación Británica de Fletes Internacionales(BIFA), se ha sumado a la lista de quienes advierten de que no habrá tiempo suficiente para adaptarse a una nueva y aún incierta situación aduanera. Según Keen, el Gobierno está muy lejos de formar a los 50.000 nuevos agentes necesarios para cumplimentar 200 millones de declaraciones anuales adicionales.

Para el ministro del Gabinete, Michael Gove, la advertencia de Keen es típica de grupos empresariales que exageran sus circunstancias para captar la atención del Gobierno. «El acuerdo es perfectamente posible», dijo al comité de asuntos europeos de la Cámara de los Comunes la pasada semana. «El problema principal no son los detalles técnicos, conocidos por ambas partes, sino de posición política».

Michel Barnier, negociador de la UE, expuso su posición este domingo en una entrevista en 'The Sunday Times'. Las dos partes, según él, se comprometieron en la declaración política que consumó el 'brexit' a coordinar componentes de la política comunitaria de competencia justa (ayudas estatales a la industria, estándares de legislación laboral o medioambiental, fiscalidad), y Johnson debe cumplir lo pactado.

Londres, por su parte, quiere un acuerdo pesquero como el de la UE con Noruega. el de comercio de bienes sería muy parecido al de Canadá, los términos de equivalencia entre sectores financieros, como los acordados con Japón,… Nada tendrá como árbitro al Tribunal de Justicia de la UE. En su lugar, los cambios sustanciales serían notificados con antelación para facilitar la adaptación.

Frivolidad

Esa es la posición de Boris Johnson y, si la UE no la acepta, Reino Unido se marchará sin acuerdo. Su gestión de la pandemia, o que contemple una salida abrupta de la UE cuando su economía sufre la peor caída en tres siglos, puede llevar a preguntarse, con Martin Wolf, comentarista del Financial Times, «¿cómo un país que era sensato ha llegado a ser gobernado por gente así?». Pero su poder es incontestable.

La mayoría obtenida en las elecciones de diciembre ha burlado el espejismo de que la larga resistencia del Parlamento a las confusas maniobras de Theresa May era una crisis constitucional. El comité XS del Gabinete- Johnson, Gove, Frost, el ministro de Hacienda, Rishi Sunak, el de Exteriores, Dominic Raab,...- más el gurú de Downing Street, Dominic Cummings, negocian el futuro británico sin obstáculos.

Cuando era redactor jefe de noticias nacionales en 'The Times'- sus colegas le llamaban «El Prefecto»-, Gove escribió un panfleto de 100 páginas contra el Acuerdo de Belfast de 1998. Como ministro este mayo ha publicado 20 sobre el sistema de controles aduaneros entre Irlanda, Irlanda del Norte y Gran Bretaña, que reflejarían el acuerdo de última hora sobre la cuestión irlandesa que permitió el 'brexit'.

Irlanda del Norte estará en las zonas aduaneras de la UE y de un Reino Unido comercialmente independiente. Gove acepta que habrá más controles fitosanitarios y también declaraciones aduaneras entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte, para productos «con riesgo» de entrar en el mercado común por la frontera irlandesa. Pero no habrá ningún trámite en la otra dirección.

Barnier ha guardado silencio sobre los papeles de Gove. Cuando un diputado conservador le preguntó a este cómo es posible que la UE renuncie a registrar qué sale por sus fronteras comerciales, el ministro le explicó que, si alguien comenzase a enviar lujosos BMW en el ferry que va del puerto norirlandés de Larne al escocés de Cairnryan, el mercado y el Gobierno lo detectarían. La frivolidad sugiere que la posición negociadora del ministro no es tan firme como alardea.

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