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ATLAS ESPAÑA
Martes, 18 de diciembre 2018, 21:36
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Una imponente marea de húngaros inunda por quinto día consecutivo las calles de Budapest por una controvertida reforma laboral. Visiblemente enfurecidos, le llaman la ley de la esclavitud, a una reforma que se aprobó -hace solo unos días- y que dispara las horas extra de doscientas cincuenta a cuatrocientas. Hasta diez mil personas -opositores, estudiantes o sindicatos- cercan los aledaños del Parlamento. Ánimos muy crispados, porque lo que iba a ser una protesta pacífica, se ha convertido en un cuerpo a cuerpo entre manifestantes y unas fuerzas de seguridad sin contemplaciones, que repelen esas concentraciones tumultuarias con gases lacrimógenos. Al profundo malestar por la nueva legislación laboral, se une el descontento por una justicia suplantada por el gobierno de Victor Orban. Y para hacerse oir, dos legisladores independientes tomaron la televisión estatal para leer un manifiesto que les costó caro. Los guardias de seguridad los reducen y los expulsan por la fuerza. Una prueba más de que la oposición hacia Orban es cada vez más sólida.
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