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Elizabeth Warren habla con el senador Bernie Sanders. Reuters
Los demócratas debaten la viabilidad de una mujer presidenta

Los demócratas debaten la viabilidad de una mujer presidenta

El pelotón de cabeza se compone de dos mujeres y cuatro hombres, todos blancos

Mercedes Gallego

Corresponsal en Nueva York

Miércoles, 15 de enero 2020, 07:39

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¿Perdió Hillary Clinton las elecciones por ser mujer? Esa duda se ha establecido en el subconsciente de muchos votantes demócratas, resentidos con la impredecible victoria de Donald Trump en 2016. El fantasma de Hillary planea ahora sobre las mujeres que aspiran a romper el techo de cristal al que ella arrancó tres millones de grietas. Anoche se hizo presente en el séptimo debate demócrata, donde dos mujeres aspiran a ser la primera presidenta de EE UU.

Los moderadores invocaban una filtración que en vísperas del último debate antes de los caucus de Iowa ha sembrado la discordia entre los dos candidatos más progresistas de la competición, Elizabeth Warren y Bernie Sanders. Según esas fuentes, este último le habría dicho en 2018 durante una conversación privada que no cree que una mujer pueda ganar las elecciones, algo que Sanders negó haber dicho, sin que Warren lo contradijera, pese a que la noche antes lo había confirmado. «Sería absurdo decir que una mujer no puede ganar cuando Hillary Clinton le sacó tres millones de votos de ventaja a Trump», se defendía el senador de Vermont. «Cualquiera que me conozca sabe que yo no puedo haber dicho eso, llevo 30 años apoyando a las mujeres que se presentan a elecciones».

Una vez lanzada la acusación que todo el mundo cree ha partido de su campaña, Warren prefirió aprovechar la oportunidad para convertirse en adalid de las mujeres que han ganado competiciones por todo el país y demostrar su propia viabilidad. Los grandes decepcionados era los que esperaban ver sangre en este debate, por ser la última oportunidad de cambiar el ranking de favoritos antes de que caiga el primer voto.

En realidad, el formato de Iowa explica precisamente por qué ninguno de los seis aspirantes que quedaban sobre el escenario, de los 20 que empezaron, se lanzó al ataque. Si la noche del 3 de febrero algún candidato no obtiene al menos el 15% de los votos depositados en ese precinto, sus seguidores tendrán que pronunciarse por otro más viable en segunda vuelta. De ahí que nadie quiera antagonizar a los seguidores del otro.

El escenario de anoche estaba salomónicamente dividido entre tres demócratas conservadores y tres progresistas, aunque uno de estos últimos sea el multimillonario Tom Steyer, que se ha colado en el pelotón de cabeza tras gastarse cien millones de dólares de su propio bolsillo en anuncios.

Si él está en la cola, Biden está a la cabeza, casi codo con codo con Sanders, y seguido muy de cerca por Buttigieg. Entre Warren y Biden hay solo cinco puntos de diferencia, por lo que cualquiera de estos cuatro podría alzarse como favorito dentro de veinte días, cuando ya no se midan encuestas sino votos reales. Como Sanders y Warren, la senadora Amy Klobuchar, a mucha distancia, tendrá que pasarse las próximas semanas sentada en Washington, pero presume de no tener que atravesar medio país en un avión para llegar al Medio Oeste, porque es de ahí. Desde el principio ha intentado ocupar el espacio del centro derecha declarándose abiertamente conservadora y enarbola las posturas más oficialistas tanto en comercio, en economía o en Defesa.

Como ella, el alcalde de South Bend (Indiana), el más joven de la contienda y el primer candidato gay a la presidencia, tiene sus raíces en tierra de agricultores y se rebela contra las propuestas liberales de Warren y Sanders al no querer proporcionar educación universitaria gratuita para todos los americanos. «Quiero que los hijos de los ricos paguen por ella», defendió anoche. Warren prefiere gravarlos con impuestos, «y si luego quieren llevar a sus hijos a una universidad pública, me parece bien», resolvió. Bajo su plan, los que ganen más de 50 millones al año verán doblados sus impuestos, de ahí que se la llame el terror de Wall Street.

Uno de estos seis candidatos saldrá ganador de los caucus de Iowa el próximo día 3 y tomará la delantera en la competición para enfrentarse a Donald Trump en noviembre, «un corrupto y un mentiroso patológico», que Sanders pretende desenmascarar como «un fraude».

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