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Aunque estaba prohibida por la Policía, la marcha ha recorrido el centro de Hong Kong en dos direcciones para ocupar las calles el máximo tiempo posible. PABLO M.
Hong Kong no se asusta ante China y recobra las protestas pacíficas

Hong Kong no se asusta ante China y recobra las protestas pacíficas

Cientos de miles de personas desafían a Pekín y protagonizan una de las manifestaciones más multitudinarias en demanda de democracia

PABLO M. DÍEZ (ENVIADO ESPECIAL A HONG KONG)

Hong Kong

Domingo, 18 de agosto 2019

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Ni la lluvia ni la amenaza de las tropas chinas al otro lado de la frontera frenan las protestas en Hong Kong. Desafiando la prohibición de la Policía, la gran manifestación convocada para este domingo en el parque Victoria ha inundado las calles del centro de la isla con cientos de miles de personas, que han desfilado bajo el aguacero cantando proclamas contra el Gobierno y la Policía y pidiendo democracia.

Aunque la Policía solo había autorizado una concentración dentro del parque, sus organizadores ya habían anunciado su intención de seguir adelante con la marcha prevista hacia el Distrito Central. Desbordando el perímetro del parque, la multitud se ha desparramado por las calles adyacentes a pesar de la tormenta, que no ha parado de descargar durante todo el recorrido.

Pidiendo a gritos la dimisión de la jefa del Gobierno local, Carrie Lam, y «democracia ya» en Hong Kong, cientos de miles de personas han vuelto a protagonizar otra de las manifestaciones más multitudinarias que se recuerdan en Hong Kong. Desde principios de junio, la ciudad se ha levantado contra la ley de extradición a China, que ha sido suspendida pero no retirada como piden los manifestantes. Debido a la falta de respuesta del Gobierno, lo que empezaron como marchas pacíficas ha derivado en una «guerrilla urbana» que cada fin de semana se enfrenta a la Policía. Su «bombardeo» de gases lacrimógenos para dispersar las protestas, protagonizadas por jóvenes y adolescentes, ha sido muy criticada por la mayoría de la sociedad hongkonesa, que se ha echado a la calle por undécimo fin de semana para pedir que se proteja a la «siguiente generación». Además, el fiasco de la ley de extradición ha hecho estallar el malestar político y social que hay en Hong Kong contra el creciente autoritarismo del régimen chino, lo que ha reactivado sus demandas del prometido sufragio universal.

«Esto ya no va de política, sino de la propia conciencia y la humanidad», decía una mujer con una pegatina en el pecho con los dos caracteres de la primera palabra. A pesar del veto policial, que no suele ser habitual para este tipo de manifestaciones pero en este caso argumentaba el riesgo de violencia, los hongkoneses han respondido en masa al llamamiento de los organizadores, el Frente Civil para los Derechos Humanos.

La cabecera de la marcha, presidida por una imagen denunciando que una joven puede quedarse ciega por una pelota de goma de la Policía antidisturbios.
La cabecera de la marcha, presidida por una imagen denunciando que una joven puede quedarse ciega por una pelota de goma de la Policía antidisturbios. PABLO M. DÍEZ

«Esta es una manifestación pacífica y no había ningún motivo para prohibirla. Con ella queremos decirle a la Policía que no nos intimida con su violencia y a la jefa del Gobierno, Carrie Lam, que no nos amenace con el desastre económico», explicaba a ABC en cabeza de la marcha uno de sus promotores, el veterano activista Lee Cheuk-yan. Consciente de la acampada de la Policía Armada china en la frontera con la vecina ciudad de Shenzhen, aseguraba que «necesitamos salir a la calle para mostrarle al mundo que no tenemos miedo del Partido Comunista. Están preparando tropas, pero nosotros somos pacíficos». Aunque Lee Cheuk-yan no cree que «Xi Jinping se atreva», dejó claro que «tenemos que estar preparados para lo peor, y la mejor manera es que salga a la calle más gente para mostrar nuestra determinación».

Como vicepresidente de la Alianza de Apoyo a los Movimientos Democráticos y Patrióticos de China, Lee sabe bien de lo que habla. Hace treinta años viajó a Pekín para ayudar a los estudiantes que se manifestaban en Tiananmen y fue detenido por el régimen, que lo interrogó durante tres días hasta que le permitió volver a Hong Kong. Tres décadas después, el mundo es muy distinto y pocos creen que pueda repetirse una masacre como aquella.

«No creo que Pekín envíe las tropas, pero tenemos que seguir manifestándonos porque estamos luchando por nuestra libertad», contaba Marshall, un estudiante de ingeniería de 24 años, que acudía con su madre y su novia. Tras haber finalizado el primer recorrido en el Distrito Central, se disponía a volver de nuevo al parque Victoria para seguir ocupando las calles. Desde las dos de la tarde (ocho de la mañana, hora peninsular española), hongkoneses de todas las edades y condición social, familias incluidas, desafían a la lluvia y la prohibición policial de manifestarse.

Mientras tanto, grupos de jóvenes, ataviados de negro y muchos cubriéndose el rostro con máscaras, consultan sus móviles por si se organiza algún asedio a una comisaría, como viene siendo habitual en los enfrentamientos con la Policía de los fines de semana. En caso de que algo así ocurra de nuevo, la Policía tiene preparado un camión con un cañón de agua para disolver la protesta. Dos meses después de empezar las protestas, los paraguas siguen abiertos en Hong Kong, y no solo por la lluvia.

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