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Hasán Rohaní.
Rohaní cumple un año de gobierno lleno de promesas incumplidas

Rohaní cumple un año de gobierno lleno de promesas incumplidas

El presidente iraní, que apeló a los votantes reformistas prometiendo mayores libertades, no ha podido instaurar la apertura que muchos de ellos deseaban

ANA CÁRDENES (eFE)

Lunes, 4 de agosto 2014, 10:13

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Hace hoy exactamente un año, Hasán Rohaní juró su cargo como presidente de Irán tras una victoria electoral levantada sobre promesas de reformas y mejoras económicas apenas visibles pero que los iraníes aún esperan ver cumplidas.

Rohaní, que apeló a los votantes reformistas prometiendo mayores libertades, no ha podido instaurar la apertura que muchos de ellos deseaban. Sí ha logrado cambiar el tono, sobre todo en política exterior, mejorar el diálogo con el resto del mundo e iniciar una etapa de cauto acercamiento al archienemigo, Estados Unidos.

También ha conseguido pequeñas mejoras económicas: estabilizar el tipo del cambio, facilitar la importación y frenar el crecimiento de la inflación, que se ha reducido del 40% después de que llegara a alcanzar a alrededor de un 32%. Sin embargo, no ha estimulado el empleo -cerca de la cuarta parte de la población activa sigue parada- ni ha frenado la pérdida de poder adquisitivo de las familias. Tampoco ha realizado aún uno de sus principales objetivos: cerrar un pacto nuclear con la comunidad internacional que acabe con las sanciones que estrangulan al país.

Detenciones de periodistas

El 'debe' de Rohaní es más amplio en lo social, donde no ha podido siquiera ejecutar una de sus más vistosas promesas: abrir el acceso a Facebook y otras redes sociales. El Gobierno ha facilitado la llegada de corresponsales extranjeros, pero no ha evitado que continúen las detenciones de periodistas por la Inteligencia y la Justicia, en manos de los sectores más conservadores.

El último caso es el de Jason Rezaian, corresponsal del 'Washington Post' con doble nacionalidad iraní estadounidense; su esposa, Yeganeh Salehí, corresponsal del emiratí 'The National'; y una fotógrafa, también con doble nacionalidad, detenidos hace trece días sin cargos y que unen a los otros 62 periodistas o blogueros encarcelados según Reporteros Sin Fronteras.

El número de ejecuciones de presos -la mayoría por delitos de sangre o tráfico de drogas- tampoco ha disminuido y asciende a unos 700 en el último año, según grupos de derechos humanos.

El ámbito de la cultura se ha convertido en campo de batalla con los radicales, poco dispuestos a cambios que, según su visión, "corrompan" la sociedad. "En el sector artístico no ha cambiado nada. Sigue siendo igual de difícil que te aprueben un guión. Rohaní tiene las manos atadas, no puede hacer nada. Mientras este país siga teniendo petróleo, no habrá libertad", explica un conocido guionista que prefiere no ser identificado.

Malestar

El malestar es palpable sobre todo entre las clases bajas, que acusan más las dificultades económicas. "Me han robado mi voto. Me han engañado. Jamás debería haberle votado. Mi dinero no vale nada, mi situación es peor que nunca", se lamenta Ahmed, un portero con un sueldo paupérrimo que apenas le llega para mantener a su mujer y dos hijos.

Farial, una joven de 25 años, se queja de que cuando votó a Rohaní "no creía que la Policía podría pararme por la calle para decirme que mi ropa no era adecuada. Pensé que volverían a llegar buenos automóviles a precios asequibles, pero de momento no veo nada de eso".

Las sanciones siguen impidiendo o dificultando y encareciendo la entrada de miles de productos. "No estoy contento con el Gobierno, no ha cumplido sus promesas, no ha solucionado los problemas económicos ni ha hecho nada a nivel social", se queja Mohamad Hoseiní, un ingeniero de 55 años. Pari, una mujer en la sesentena, también afirma que su nivel de vida "empeora día a día".

Tímida esperanza

Pese a la valoración negativa y la decepción generalizada, muchos iraníes aún mantienen una cierta esperanza con este Gobierno, conscientes de que su margen de maniobra ante las poderosas fuerzas conservadoras es limitado.

"Aún tengo esperanza. Espero que solucionen los problemas que tenemos a nivel internacional, que se retiren las sanciones y mejore nuestra situación", dice Pari, que prefiere ocultar su apellido. Hosein, un residente de Teherán de 34 años, es más comprensivo y afirma que "el Gobierno está haciendo todo lo posible, pero los problemas no se solucionan de un día para otro". "Yo personalmente no estoy contento con mi vida. Antes vivía mejor, pero sé que el Gobierno se está esforzando", añade.

Hace dos semanas, Rohaní presentó al líder supremo, Alí Jameneí, un informe de sus logros en el que destacaba la mejora de las relaciones exteriores, el freno a la inflación, los esfuerzos para salir de la recesión, la mejora de la gestión del agua e infraestructuras agrícolas y la distribución de cestas de alimentos a los más necesitados. Unos éxitos insuficientes para un pueblo que votó hace un año por el cambio.

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