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Arturo Moya Moreno, Mercedes Moll de Miguel, Antonio Jiménez Blanco y Joaquín García Romanillos con Adolfo Suárez en un acto de la UCD en Granada Torres Molina/archivo de Ideal
El Centro que guió la Transición

El Centro que guió la Transición

EFEMÉRIDES DE @LAHEMEROTECA ·

Hace 40 años se constituyó el comité de la UCD en Granada

Amanda Martínez

Martes, 24 de octubre 2017, 11:45

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Tras cuarenta años de silencio, el pueblo español acudió a las urnas el 15 de junio de 1977 en las primeras elecciones generales de la democracia. Aquellos comicios fueron la piedra angular sobre la que descansó la Transición y el resultado, la victoria de la Unión de Centro Democrático, una coalición de partidos liderada por el presidente del gobierno Adolfo Suárez, fue el idóneo para elaborar una Constitución de consenso.

Aquel caluroso domingo de junio los granadinos también demostraron que, pese al miedo, querían votar y lo hicieron por mayoría al partido centrista. Los 150.000 votos conseguidos llevaron al Congreso a tres diputados de UCD: Federico Mayor Zaragoza, Arturo Moya y Mercedes Moll. Esta última, amiga personal de juventud del presidente Suárez, era viuda y madre de cuatro hijos cuando vino a Granada. Aquí había fundado la Asociación de Mujeres Empresarias y Mayor Zaragoza se fijó en ella para formar parte de la candidatura al Congreso de la UCD: «No éramos profesionales de la política. Afrontamos un reto para el que nadie estaba preparado, no sabíamos dónde nos metíamos, ni tampoco sabíamos qué iba a pasar». Moll recuerda lo conscientes que eran del momento que protagonizaron. «Había mucho respeto y presidía la concordia y el consenso por encima de las ideologías».

El partido en la provincia comenzó con dificultades. La candidatura de UCD en Granada fue la última que se cerró en España. Aquí había donde escoger. Se hablaba de Luis de Angulo, Miguel Olmedo o Arturo Moya Moreno pero, finalmente, se compuso una lista de prestigio encabezaba por Mayor Zaragoza, que venía de Madrid pero había sido rector de la Universidad de Granada. Por otro lado, Antonio Jiménez Blanco se sentaba con polémica en el Senado: el partido cometió el error de presentar a la Cámara Alta una lista con cuatro candidatos, en lugar de tres, y el voto se dividió.

Candidatura al Congreso para las elecciones de 1977
Candidatura al Congreso para las elecciones de 1977 Archivo de Ideal

Construir un partido

A lo largo de aquel verano, Unión de Centro Democrático se constituyó formalmente como agrupación política. En julio se presentó el comité provincial con Antonio Iglesias Casado como secretario; en septiembre, en Almuñécar se funda el primer comité local de la provincia y, en octubre, la primera agrupación centrista de la capital granadina. Juan Santaella Porras fue su secretario general. El nuevo partido, que aún no había celebrado su I Congreso Nacional, no tenía definida una ideología: «Debería de ser elaborada por la base y no impuesta por el Gobierno o los parlamentarios de la UCD», dijo entonces Santaella.

Tanto él como Mercedes Moll participaron en la constitución de muchas de las agrupaciones locales de la provincia. «A mí me llamaban para que fuera, porque si yo iba, iban las mujeres. En muchos pueblos me decían ‘si llego a saber que vienes, traigo a mi mujer’», recuerda Mercedes Moll.

Más tarde, tocó hacer campaña: «Había que entregarse plenamente. Me recorrí sesenta y tantos pueblos... en campaña se hablaba de la libertad, de la igualdad de mujeres y hombres, de educación, de sanidad... Partíamos de una situación en la que había que cambiar las mentalidades», continúa la ex diputada.

La dictadura ya había dado paso a la democracia. En marzo del 79, elecciones generales de nuevo, y vuelve a ganar UCD. Antonio Jiménez Blanco confeccionó una lista en la que se habían descolgado Federico Mayor y Mercedes Moll: «Me apartaron. No se entiende que, a pesar del éxito del partido, tras una transición con éxito, no contaran conmigo en aquella candidatura. Pero a las personas que habían dado la cara, que habían trabajado en esa etapa, se las apartó».

En racha, el partido presenta a las municipales a José Sánchez Faba que anima al voto bajo el eslogan «Vota eficacia, un alcalde de UCD para una ciudad mejor». Ganó al PSOE pero no consiguió sentarse en el sillón de la alcaldía. La candidatura se quedó a tres concejales de la mayoría absoluta y el socialista Antonio Camacho se hizo con el bastón de mando gracias a un pacto tripartito con PSA y PCE. Faba fue presidente de la Diputación.

José Sánchez Faba espera con miembros de su partido el resultado de las municipales de 1979
José Sánchez Faba espera con miembros de su partido el resultado de las municipales de 1979 Torres Molina/archivo de Ideal

Pero el socialismo, poco a poco, le fue quitando protagonismo al partido de centro y su prestigio fue mermando. En 1980 dimitió como ministro Manuel Clavero, debido a su oposición a la política autonómica de Suárez. El propio Santaella, que había figurado en la candidatura centrista a las autonómicas de mayo del 82, rompió la disciplina de partido para pedir el «voto afirmativo a los granadinos para la autonomía plena del artículo 151».

La desaparición

El partido se desangra, sus líderes lo van abandonando. En el 82 es el propio Adolfo Suárez el que se marcha. UCD se va descomponiendo hasta desaparecer.

El 7 de marzo de 1983, el comité de la UCD de Granada, presidido por Julio de Castro Hitos, se reúne por última vez. Hicieron números, se despidieron y se dio libertar a los militantes para incorporarse a otras formaciones políticas. Algunos, como Juan Santaella, se afiliaron al PDP. Otros, como Antonio Iglesias, apostaron por del CDS.

«Su destino era terminar. Era un partido que nació para hacer la Constitución y cuando cumplió su misión, terminó. No era un partido con voluntad de gobernar. En UCD había liberales, socialdemócratas, democristianos... lo cual producía muchas tensiones. A mí no me extrañó nada que desapareciera, porque su destino era hacer la Constitución. Una vez redactada, no tenía sentido», explicó a este periódico en una ocasión Joaquín García Romanillos. «UCD ha caído porque no es un partido político», dijo Santaella. «Los personalismos acabaron con el partido. Comenzamos con ilusión pero el desencanto pudo con él», añade Mercedes Moll.

Andrés Villalta, que fue secretario provincial, escribió en aquellos días una carta al director que, con el título ‘UCD ha muerto, viva UCD’, resumía el sentir de todos los que habían formado parte de él: «Atrás queda mucha ilusión empleada, muchos hombres y mujeres que han venido trabajando desde las filas de UCD por el bien de sus convecinos, de sus pueblos, en definitiva de España. Que sepan que no ha sido baldío el esfuerzo y que sienta el inmenso, el humilde orgullo, de haber pertenecido a UCD».

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