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Dos mandamientos de este imprevisible juego que recibe el nombre de fútbol ayudan a explicar por qué el Recreativo Granada, que expuso más y disfrutó de más ocasiones que su rival del pasado domingo, perdió por 0-2 en su último partido de liga ante el Mérida.
La última hora de granada
El primero de ellos es que los fallos de un portero se notan más que los de cualquier otro jugador de campo. Unai no estuvo acertado ni a la hora de blocar un lanzamiento lejano que Espinar, al recoger el rechace, transformó en el 0-1 ni al ir a despejar un balón que le había cedido su compañero Montoro pero al que, ante la duda, acabó llegando primero Emilio Cubo, que subió al marcador el 0-2 final. Queda por ver si el guardameta vasco se podrá reivindicar en Don Benito o perderá su sitio en favor del georgiano Luka.
El otro mandamiento que explica por qué el filial rojiblanco perdió su primer partido en casa ante un Mérida que llegaba a la capital granadina en estado de crisis es el que reza que 'el que perdona lo acaba pagando'. El Recreativo llegó a gozar de cuatro buenas ocasiones en el primer tiempo y no anotó ningún gol. En la segunda mitad, con el marcador en contra, el filial fue un manojo de nervios y los cambios no sirvieron para mejorar su imagen. Es un equipo en construcción. Tan bisoño como bien intencionado. Quizá demasiado joven para una categoría tan dura, en la que ningún equipo –por muy colista que sea– está por la labor de regalar nada.
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