La Real aniquila a un Granada de cristal

El mercado se cerró y la comisión deportiva nazarí no encontró solvencia con las salidas para apuntalar su parte trasera, algo que puede pesar como una tonelada con el paso de las semanas. Cuenta el Granada con argumentos interesantes de mediocampo en adelante, como centrocampistas de buen pie, la mejoría que propicia Gumbau a balón parado, la imaginación de Bryan o la contundencia del recién llegado Boyé, pero nada se sostiene sobre unos cimientos de plastilina. Ni con línea de cuatro atrás ni con tres centrales, como probó esta vez Paco López, el equipo adquiere un necesario perfil rocoso, esencial para sobrevivir en Primera, fundamental para tener alguna aspiración de puntuar en las plazas más complicadas, como el propio Reale Arena.

Para paliar la crisis en el área propia, el preparador valenciano trató de guarecerse con la estructura que puso en el Metropolitano, aunque con Víctor Díaz por Vallejo respecto al estreno en Liga. Sacrificó a Melendo para darle la titularidad ya a Boyé, con Uzuni y Bryan Zaragoza tratando de darle suministro. Callejón repitió en el carril diestro como con el Atlético de Madrid.

La solución ofensiva dejó pocas señales en el acto inicial porque a los de arriba les tocó perseguir a los realistas como a los demás. Los rojiblancos solo quebraron el alambre de espino cuando el partido ya estaba finiquitado a favor de los anfitriones. El plan atrás se empezó a resquebrajar muy pronto en una mala salida de balón de Ignasi Miquel que pilló a Miguel Rubio enganchado atrás y a Take Kubo muy suelto. El japonés se coló por el agujero y dejó a Raúl con un palmo de narices.

Con ventaja, la Real asentó su dominio. La zaga nazarí seguía mal escalada, con dudas sobre cuándo hacer de perro guardián y cuándo de presa. Atosigaron los locales a unos rojiblancos que en lugar de construir, se quitaban el balón de encima para que sus atacantes se buscaran las habichuelas, sin sustento. Si el Granada intentaba posarse en campo contrario, encontraba una rápida reprimenda de los donostiarras, como en una que tuvo que abortar Rubio al límite del penalti con Oyarzabal. Hubo contacto, pero también el toque justo al balón que validó su carga, por más que el capitán realista se retorciera aparentemente de dolor.

La revisión en la sala VOR corroboró el criterio del árbitro, justo antes de un córner que Gumbau sacó con tabasco. Enrosca bien los envíos el gerundense y el brío de su saque adquirió un efecto perverso en una peinada de Traoré que dio en la espuela de Le Normand antes de entrar en la red. Sin chutar a puerta, los rojiblancos equilibraban el pulso.

Pero la Real no estaba para amenazas así y volvió a acelerar. El Granada se ahogaba, sin encontrar vías de escape. Kubo reclamó el esférico en la derecha y se insertó como un insecto para dar otro picotazo letal, con la colaboración desafortunada de Neva, al que rozó su tiro antes de superar a Raúl.

La Real salía del atolladero y se concedía una segunda mitad con el viento en la cola. Salvo en un córner de Gumbau, con puños de Remiro, los donostiarras se dispusieron a darle una tunda a los rojiblancos. Ignasi no sabía cómo parar a los rivales y Kubo seguía desangrando a los visitantes por su lado. Él inició otra llegada que pasó por Merino antes de que Zubimendi la colara desde el balcón del área.

Era un Granada soluble, cada vez más desfondado. Arriba dejaba algún apunte, como en un centro de Bryan que cabeceó Boyé, llevándose por delante a Traoré. Paco López abrió el armario e hizo cuatro cambios de un plumazo, pero Puertas, Miki Bosch, Ricard y Melendo se encontraron al salir el cuarto tanto local, con una dejada de Oyarzabal de tacón, en fuera de juego extrañamente no corregido, para que Barrene derrocara a Raúl.

Las dos pizarras se quebraron y ambos equipos se dedicaron al intercambio de golpes, una reyerta en la que se tenía que imponer, por lógica, el más musculado, el conjunto de casa. Bryan pudo anotar justo antes de que Kubo provocara otro gol en propia, pero esta vez del joven Miki Bosch.

Con la manita al completo, Alguacil soltó a Sadiq y Cho para que llevaran la goleada al escándalo, pero lo que brotó, sorprendentemente, fueron dos leves celebraciones del Granada. Boyé peleó entre rivales para mostrar su instinto ante Remiro y Bryan sirvió el tercero de manera delicada, en un día con menos actividad del malagueño, pero incisivo ante la portería.

Llega un parón. Momento para reclutar a Vallejo y Torrente y comprobar si con ellos sí llega en adelante, si se mantienen sanos. Protegerse no es solo un concepto para los que se quedan detrás, pero empieza por la contundencia. Este Granada es frágil y las soluciones ya tienen que estar dentro. El mercado cerró y seguramente faltó alguna existencia.