Un punto de mucho desgaste en el Carranza

No es fácil mantener la tensión tras citas de alta frecuencia como las que aguardan en la competición europea. Volver a la rutina liguera obligará a acrecentar la atención, pues en España no hay conjuntos que se entreguen con facilidad. Advertía Diego Martínez que el Cádiz evolucionaba desde hace años bajo el dictado de Álvaro Cervera, preparador pragmático que ordenaría hasta a un conjunto de colegiales descarriados. Tuvo más juego combinativo el cuadro granadino, castigó más a un Ledesma inspirado desviando balones, algunos con mucha fortuna. No le faltó a Foulquier, librado en un acción en el área que bien pudo ser pena máxima.

Faltó una marcha más para plasmar con más claridad la superioridad técnica. Luego se enredó todo. Ya se avecina algo nuevo con la irrupción de Luis Suárez. En un par de arrancadas, se otea que el 'bisonte' viene para dar mucho en vanguardia.

Hubo reposo inicial para algunos de los conquistadores de Malmö. Mirando al banquillo en Suecia, se podía intuir la previsión de novedades en el Carranza. Vallejo, Foulquier, Milla, Kenedy y Jorge Molina se abrieron hueco en la alineación de un Diego Martínez que tiene parametrizadas algunas sustituciones. Montoro no encadena enfrentamientos, lo que resta imaginación a la media pero le preserva para futuros retos.

Tiró de habituales el Cádiz, salvo por las bajas de Akapo y Negredo, y desde el principio se vislumbraron dos planes antagónicos. Los locales, al acecho, esperando fallos con los que trincar a los nazaríes por la espalda. Los rojiblancos (de negro esta vez), acompasados en torno al balón, triangulando la salida con mesura, aguardando endilgar un pase profundo que destripara a los amarillos.

Algún pase poco tenso de Vallejo al principio animó a los de anfitriones a apretar, pero el primer acto tuvo fragancia visitante. Kenedy exploraba rupturas y el Granada iba probando suertes distintas. La primera, la del tiro lejano, con Milla combando un tiro que se le escurrió a Conan Ledesma. Por suerte para él, el balón acabó en córner. Germán ya cabeceó ese saque, en advertencia de lo que vendría después, emperador en la bahía que le vio crecer.

Tiraba de repertorio el Granada, como en una galopada de Foulquier convertida en eslalon, para que Neva probara que también tiene pólvora si le dejan disparar. Andaba concentrado el lateral en su tierra. Otro gaditano más entre los nazaríes.

Kenedy exigió a Iza Carcelén y el lateral sintió un pinchazo irremediable. Alejo pasó al tapete y Salvi retrasó su posición. En la acción hubo un saque de esquina con un ensayo de laboratorio. Milla tocó corto para Molina. Este se la devolvió y el madrileño buscó a Kenedy, que cruzó un centro pillando a contrapié a la zaga amarilla, con Germán despegado de Cala para rematar en dirección a la red. Balón bajo la camiseta, señal de paternidad cercana, para el capitán del Granada, que se marchó de su casa hace tiempo y se erigió en profeta.

La diana animó el cotarro. Puertas se escapó para dentro y soltó la zurda para cimbrear el larguero. Kenedy pescó la devolución y la mandó al poste. Conan Ledesma se encomendó a todo el santoral. Pero en medio del derroche llegó un aviso del Choco Lozano, con un tirazo largo que pidió estirada y reacción para atajar a Rui Silva. No proponía demasiado el Cádiz, pero le bastaba poder soltarse la correa para dejar su impronta. Lozano colocó un centro pasado que Pombo, sin marca alguna ante el despiste de Foulquier, envió al lateral exterior de la portería.

Con un plantillazo al pecho de José Mari a Herrera, cobrado con amarilla, se cerró el primer acto. La probable cólera de Álvaro Cervera por la imagen de los suyos precipitó dos relevos. Se fue Pombo, quejoso desde un encontronazo temprano, para que saliera Giménez. El amonestado José Mari se quedó en la caseta para que ingresara Perea.

El viento roló en Carranza, con una llegada en la que Lozano peinó por encima de Vallejo y chocó en la caída con Germán, que se dolió en la disputa. Giménez intentó una volea pero golpeó al aire, pero no perdonó Alejo detrás, muy libre para lanzar el misil. El árbitro desestimó las alegaciones de los visitantes.

Aumentó el ritmo y, con ello, las llegadas. Puertas castigó a Ledesma, pero el argentino se sacó el esférico como pudo. Lozano se escapó de Germán, y el central le tuvo que encimar justo sobre el área, pero aguantó la barrera a Perea. El delantero hondureño siguió metiendo en problemas a los nazaríes. Diego quiso que la actividad volviera al campo enemigo con Soldado y Machís, quien pasó hace unos años por la 'Tacita de Plata'.

Sin el control previo al descanso, el encuentro se abría a chispazos sueltos que parecían beneficiar al Cádiz, que ya no era un acompañante pusilánime. Machís le tomó el pulso a Ledesma, que detiene poco pero escupe mucho (el balón). Todos dejaban la pose precavida y se intensificaban los ataques.

Un topazo entre Ledesma y su compañero Salvi dejó grogui al segundo, temblando. Con la atención ahí, quedó en segundo plano un pique entre Soldado y Alejo, sin que interviniera el VAR. Augusto salió por Salvi, que se quedó KO. Álex Fernández se estableció como lateral diestro postizo.

Lozano amedrentó tras un avance fulgurante del Cádiz, regalado por Vallejo por conducir la bola cerca de la medular. Rui mantuvo el tipo. Hubo respuesta de Soldado, pero Puertas cayó en fuera de juego cuando el valenciano quiso conectar con él.

El tramo decisivo abonaba la incertidumbre. Machís enfiló de nuevo hacia el arco, pero Ledesma estiró la mano como un tentáculo. Diego dispuso a tres centrales añadiendo a Domingos y lanzó a los laterales. Se quejó Perea de un choque con Foulquier en el área que el colegiado tampoco comprobó en la pantalla. El atropello pareció penalti, aunque antes pudo haber falta en una salida a la contra de Gonalons que tampoco se señaló.

Ocho minutos de prolongación daban para el suspense. Debutó Luis Suárez para hacer girar más la noria, con ganas. Lo intentó Malbasic, refresco en el Cádiz. Nadie daba por bueno el punto pero ese premio quedó para cada contendiente. Al igual que en los dos duelos entre Martínez y Cervera en Segunda, no se rompió la secuencia de empates. Sumar, tras la paliza de Malmö, no supo del todo mal.