Porta: «Entre Granada y Zaragoza tengo el corazón compartido»
Reportaje ·
Único pichichi del Granada en Primera división en la temporada 1971/72 con 20 goles, el maño rememora «los mejores recuerdos» de su carrera deportivaNo es Enrique Porta quien descuelga el teléfono, pero su mujer le hace saber rápidamente qué clase de llamada le espera: «Quique, preguntan por ti ... desde Granada». Responde complacido el único pichichi de Primera división en la historia del equipo rojiblanco, en la temporada 1971/72 con 20 goles en aquel sexto puesto del equipo de Joseíto. El pasado mes de mayo se cumplieron 50 años de la efeméride del maño, medio siglo, y no acudió nadie por parte del Granada a conmemorarlo a la ceremonia en su localidad de nacimiento, Villanueva de Gállego, donde el estadio municipal lleva su nombre. «Me dolió, pero entendí las circunstancias justo la semana después del descenso. Al menos vinieron algunos amigos de allí, como Ramón Gallego y Rafael Doña», esgrime. Este viernes se enfrentan en Los Cármenes los dos equipos de su vida y aún se emociona al recordar aquellos años, sobre todo aquellos en los que vistió de rojiblanco. «Los mejores de mi carrera deportiva», reconoce.
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«Me gustaría que ganasen los dos, pero no puede ser. Entre el Granada y el Zaragoza tengo el corazón más compartido que partido; con el Granada, más que con ningún otro equipo», explica Enrique Porta, una de esas leyendas a las que conviene referirse como 'don'. «Recuerdo todos los partidos que jugué para ambos equipos. Precisamente uno de los primeros con el Granada fue en Zaragoza; estaban 'los Magníficos' y nos dieron un buen año, pero al menos vino mi padre, Emiliano, que era muy futbolero. Luego tuvo la suerte de verme en Granada contra el Barcelona cuando ganamos 2-0», rememora el maño.
«Este viernes puede ganar cualquiera de los dos, pero creo que habrá pocos goles porque el Zaragoza no marca muchos pero tampoco concede. A poco que el Granada marque dos, será difícil que no gane», señala Porta, que apenas ve ya partidos de fútbol porque se pone «muy nervioso». «Cuando juegan mis equipos, me pongo un programa que me guste y de vez en cuando miro cómo van», comparte. «El Granada está una dinámica algo irregular, pero ojalá se asiente. El Zaragoza, por su parte, lleva ya diez años en Segunda división y no parece que vaya a cambiar mucho la cosa este año; no creo que pase apuros para mantenerse, pero con los equipos que han bajado de Primera tiene muy difícil volver a subir», opina, aunque firmaría que subiesen los dos «junto al Huesca». En este se formó, entre 1964 y 1968, hasta que fue reclutado por los rojiblancos, para los que golearía hasta 1975. De vuelta a su tierra, jugó para el Zaragoza dos temporadas antes de retirarse.
Enrique Porta conserva intacto el orgullo por sus proezas como rojiblanco en el viejo estadio junto a Plaza de Toros. «No era fácil hacer veinte goles con el Granada; fueron la mitad de los que hizo el equipo en total, y eso que no jugué en los primeros tres o cuatro partidos», remarca. «En todos los equipos en los que fui titular acabé como máximo goleador, desde juveniles, pero si no me sacaban... Mi forma de jugar no era muy vistosa, pero era muy espabilado dentro del área. Era lo mío», saca pecho. Aquel pichichi de Enrique Porta despertó el interés del FC Barcelona o el Real Madrid, pero el presidente Candi pidió 20 millones de pesetas por su traspaso. «Era normal que no quisieran pagarlos porque no dejaba de ser un desconocido. Hubiese supuesto un impulso económico bastante importante para mí, pero no me arrepiento de haber seguido en Granada», sostiene el maño.
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«Éramos buenos amigos»
Enrique Porta echa la vista medio siglo atrás para recordar aquel equipo comandado por Joseíto y subraya que la clave principal fue que eran «buenos amigos todos». «Había mucho compañerismo y, salvo lesiones o expulsiones, los titulares éramos casi siempre los mismos. De ahí que se recuerde la alineación de carrerilla, del portero al extremo izquierdo. Todos sabíamos lo que teníamos que hacer. Los delanteros aprovechábamos el sacrificio que hacían los demás por detrás y siempre tuvimos una buena defensa y buenos porteros con Ñito e Izcoa. Éramos un equipo muy completo», concluye.
«El fútbol ha cambiado mucho desde entonces, pero aún depende de que la pelota entre en lugar de dar en el palo», resume el maño. «Siempre influye la suerte. ¿Quién iba a pensar que Jorge Molina iba a fallar un penalti por la permanencia en el último partido de Liga?», ejemplifica Porta, con el recuerdo fresco del último descenso rojiblanco. El único pichichi rojiblanco confía en Aitor Karanka: «No evitó el descenso, pero ha tenido buenos resultados también. Siempre hay aficiones más duras que otras, con los jugadores o con el entrenador, pero nunca dejará de ser más fácil cambiar al entrenador aunque sea injusto».
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Enrique Porta mantiene «bastante contacto» con sus buenos amigos en Granada, «algunos incluso ajenos al fútbol». No estará este viernes en Los Cármenes por responsabilidades familiares -sí espera acudir a La Romareda e incluso al Alcoraz de Huesca-, pero su última visita en septiembre por una comida entre veteranos del equipo acabó con una invitación a la Ciudad Deportiva «por casualidad». «Nos encontramos con Pepe Macanás y con Alfredo García Amado y les dije que quería conocer a mi paisano Alberto Soro. Me recibieron y me regaló su camiseta, fue muy majo», agradece.
Han pasado 50 años desde que Porta se erigiese en el máximo goleador de Primera división como jugador del Granada, pero aún lo mantiene muy presente. «Estoy tocado de las rodillas, pero no me puedo quejar», se despide desde su tierra, siempre agradecido cuando se acuerdan de él.
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