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Paco Sanz, junto a su mujer, Maribel Mora, ya recuperados del COVID-19. R. I.
Granada CF | Paco Sanz: «He recibido unos 600 mensajes de cariño desde Granada; te da una fuerza bestial»
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Paco Sanz: «He recibido unos 600 mensajes de cariño desde Granada; te da una fuerza bestial»

El exmandatario rojiblanco relata cómo ha vencido al COVID-19, la enfermedad que se cobró la vida de su padre Lorenzo

Rafael Lamelas

GRANADA

Miércoles, 1 de abril 2020, 02:40

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Paco Sanz ha pasado las dos peores semanas de su vida, pero al menos puede contarlo y ya está en casa. El que fuera presidente del Granada entre 2006 y 2008 ha sido un duro afectado por la pandemia del coronavirus, tanto en lo personal como en lo familiar. El COVID-19 se cobró la vida de su progenitor, Lorenzo, el que fuera mandatario del Real Madrid, el pasado 21 de marzo. Paco quedó ingresado al día siguiente tras varias intentonas ya con síntomas en las que le negaron la hospitalización, una vez que le detectaron una neumonía agravada, devastadora en lo físico. En apenas 16 días, ha perdido catorce kilos. El único consuelo inicial era estar enganchado a la máquina de oxígeno. Su mejoría es notable, pero todo esto le ha tocado en lo más profundo. Ahora, ya en su hogar, aún sigue siendo incapaz de ver los informativos en la televisión porque se echa a llorar. «Detrás de cada dato hay una historia, como la de mi padre», argumenta. Sin embargo, él quiere trasladar un discurso de ánimo a los que sufren esta patología. De agradecimiento a todas las personas que se han acordado de él durante su periodo de convalecencia y en señal de duelo por lo ocurrido con su padre. Muchas de ellas, desde la ciudad de la Alhambra.

«He recibido unos 600 mensajes directos de cariño desde Granada. Otras personas de allí me comentaba que eran muchos más los que se habían interesado por mi salud», asegura. Lo mismo pasó en otras ciudades en las que ha residido, como Oviedo o Palma de Mallorca, donde veranea. «Te da una fuerza bestial. Te sientes tan querido que te vienes arriba, más allá de lo que aportaban mis familiares, que siempre están. Ves a tantos que te aprecian que te da un subidón. Es un motor para avanzar», destaca.

La fatiga aún no se le disipa, pero sin fiebre se encuentra mejor. «Por lo de la neumonía todavía estaré unas dos semanas tocado, pero ya no tengo el 'bicho' dentro», expresa, aunque ni siquiera le llegaron a hacer la prueba para darle el alta. «Desconozco si en el hospital en el que estaba yo (el Nisa Pardo de Aravaca) había llegado una de las partidas de test malos, pero el doctor me dijo que calculaba que el 70% de las pruebas le estaban saliendo como falsos negativos. Estaba cabreado, por lo que prefirió tomar su decisión ante la remisión de los síntomas». Su mujer, Maribel Mora, también estuvo enferma, aunque de manera más leve, por lo que el facultativo le dijo que, a buen seguro, había superado la enfermedad. «Me añadió que es complicado que los niños lo desarrollen, así que procuro tomar medidas para no toserles, limitar el contacto, pero sin necesidad de estar aislados unos de otros», añade.

«Están desbordados»

La situación en los centros hospitalarios no se la tienen que contar; la ha experimentado. «Están desbordados. A pesar de todo, a nadie se le caía la sonrisa y mantenían el cuidado. Son unos fenómenos», resalta. «Ahora no tengo que tomar medicación. Hice todo el tratamiento completo. El doctor simplemente me comentó que volviera si me subía la fiebre o me volvía a costar respirar. Lo lógico es que en unos diez días me canse menos, aunque me recomendó que no hiciera nada de deporte aún y que tampoco saliera mucho al exterior para no coger frío. Que me estuviera tranquilo. En circunstancias normales me habría quedado bastante más tiempo ingresado, pero que en una situación como esta son necesarias las camas para gente que está más grave», asume.

Aquella semana en la que ocurrió todo fue terrorífica. «La primera vez que fui a que me vieran sólo tenía fiebre. Estaba alta y no se me pasaba. Todavía respiraba bien y me constataron que seguramente tendría el 'bicho', pero que si no había bajado a los pulmones no había que ingresarme. Me administraron un tratamiento, pero seguía fatal. A los pocos días, el sábado, justo el que falleció mi padre pero un poco antes de que sucediera, acudí porque me costaba coger aire. Me hicieron una placa y vieron que tenía una neumonía pero, según el diagnóstico, aún leve, por lo que también me tuve que dar la vuelta. Esa misma noche muere él y llega mi peor momento, entre el duelo y que no podía ni inhalar. Me dolía el pecho un horror. 'De esta no salgo si no voy', aventuré, y era así. No podía más. Regresé, me hicieron pruebas de nuevo y se observó que la neumonía se había extendido a gran velocidad», rememora. «Me quedé en una salita donde se hacía la admisión y me pusieron el oxígeno. Me entraba y era la mayor maravilla que podía imaginar. Escuchaba alrededor que no había camas ni habitaciones, pero me daba igual: con seguir ahí, enganchado a la bombona, me era más que suficiente. Lo contrario era horrible», aporta.

«Me pasaba de todo por la cabeza: acababa de ocurrir lo de mi padre, veía las noticias y se me rompía el corazón... Me acuerdo de las informaciones de dos agentes de la Guardia Civil, de 38 y 47 años, que se habían ido sin patologías previas y eso me hundía. Pensaba que por qué ellos sí y yo no. Me acordaba de mis hijos, mi mujer... Era demoledor», abunda descarnado. «Crees que no remontas. Una enfermera me trajo el mando de la TV y no era capaz de encenderla», ejemplifica.

Enganchado al respirador, el paso del tiempo y la medicación fueron haciendo su efecto. «Me daban siete pastillas por la mañana y cinco por la noche, sin comer nada. Me tenían que dar suero porque no tenía ni energía para ingerir algo más», detalla. «Cuando el tratamiento hizo efecto, comienzo a ver la luz al final del túnel. Me daban paracetamol por vía venosa y bajaba la fiebre. Me pegaba unas sudadas tremendas. Hubo un día en el que me tuvieron que cambiar las sábanas tres veces. La cama parecía una piscina. Pero iba verificando que el cuerpo reaccionaba paso a paso, y que va todo unido. Me encontraba mejor y me sentía más alegre. Me podía acercar al teléfono para ver las muestras de cariño que me llegaban y tener posibilidad de agradecerlo», continúa.

El ejemplo de Alfonso Reyes

En Twitter encontró el particular diario del exbaloncestista Alfonso Reyes. «Era lo mismo, pero tres días antes. Para mí era motivador porque contaba cómo iba superándolo. No le conocía de nada, pero sí es muy amigo de mi hermano (Lorenzo jr.). Ya hemos quedado para, después de todo esto, pegarnos unas buena cena», subraya.

Paco Sanz es crítico con la situación estatal y las medidas gubernamentales. «Estamos en un punto muy delicado. Ya es imposible otra medida que no sea el confinamiento y esperar que la famosa curva se relaje. Rezar por que la vacuna salga pronto. La cuestión es que se han hecho las cosas fatal», expone. En febrero, en un viaje a Rusia, se asombró del cierre de fronteras a China. A la larga, cree que ese país acertó con sus acciones, como Corea con los test masivos.

«Somos unas sociedad abierta y divertida, pero los dirigentes son los que tienen que poner la seriedad en todo esto. Se ha mandado al matadero a mucha gente. No es casualidad lo de la manifestación del 8M y que Madrid sea uno de los focos principales. Cuando pase esto, habrá que pedir responsabilidades. Es gravísimo», argumenta.

Su ejercicio de sinceridad se cierra, aunque espera que el trance ya superado sirva a otros. «Con que contar mi experiencia ayude a una sola persona, ya me doy por satisfecho», remacha.

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