Isma Ruiz se retira cabizbajo tras concluir el partido ante el Real Madrid. ALFREDO AGUILAR

La cantera y los leones

Bajo control ·

Isma Ruiz y Raúl Torrente no se merecen acabar expuestos en un escaparate tan desordenado y revuelto como el de la victoria del Real Madrid

JUAN TORRES COLOMERA

GRANADA

Miércoles, 24 de noviembre 2021, 00:38

Se esperaba al Real Madrid con la inquietud de que pasara por encima del Granada, como así sucedió. La sensación antes y durante el partido ... era como la del soldado que espera su ejecución tras caer presa del enemigo. De impotencia y resignación.

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Es cierto que casi siempre ha sido así salvo excepciones favorables al Granada, que también las ha habido en estos enfrentamientos, en los que hace ya muchas décadas el equipo granadino defendía su dignidad ante los más poderosos por las buenas o por las menos buenas.

La diferencia de aquellos legendarios equipos con el actual es que aquel decoro que se defendía en el terreno de juego tenía su extensión total en las gradas del viejo Los Cármenes. Que los goles que marca el Real Madrid bajo el manto de Sierra Nevada suenen de manera parecida –algo se ha reducido, es verdad– a como lo hacen en el Paseo de la Castellana demuestra que una buena parte de la afición anda todavía inmersa en el más absoluto victimismo.

Si a esto se añade que a los gestores del club resulta complicado adivinarles cualquier alteración en sus semblantes, el reiterado anuncio de un futuro mejor para la institución únicamente se columbra, pero no se distingue.

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Robert Moreno continúa prodigando su elocuencia cada vez más alejada de lo que se observa en el terreno de juego, donde hubo minutos en que el partido parecía más un entrenamiento en Valdebebas. El atisbo de evolución positiva que el equipo exhibió en algún momento parece desvanecerse. Vuelven la vulnerabilidad y la impotencia, y se alejan la solidez y la convicción.

Protagonistas inesperados fueron sin embargo Isma Ruiz y Torrente, que se ganaron el cariño de la afición. Pero los canteranos están para compartir la excelencia del equipo y no para tapar las grietas y deficiencias del entrenador. Exponerlos en un escaparate tan desordenado y revuelto como el del domingo frente al Real Madrid es como echarlos a los leones. Y no se lo merecen.

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