Dos puntos en cuatro partidos con uno más
Ante Espanyol, Rayo, Málaga y ahora el Betis el Granada ha gozado de minutos en superioridad numérica
Camilo Álvarez
Lunes, 7 de marzo 2016, 16:13
El Granada tiene que aprender a mandar. Desde que José González se hizo cargo del equipo hace tres jornadas el conjunto rojiblanco se ha transformado ... en un bloque defensivamente compacto y con mucha velocidad para hacer daño al contragolpe. Pero a la hora de elaborar se atasca. Eso le ha ocurrido en las dos últimas jornadas, en las que los rivales le han cedido el testigo y el Granada lo ha recogido a regañadientes. No le gusta manejar los tiempos porque desaparecen las ideas. No tiene motores en el centro de campo que sepan conectar con la línea más adelantada. Rubén Pérez acompañó ayer a Doucs sin efecto alguno en el juego. Muy plano. Fran Rico ante el Sporting estuvo algo mejor, pero tampoco fue resolutivo.
Eso condena al Granada a sufrir con la pelota, sin metros para correr. Incluso jugando con uno más. La expulsión del bético Vargas en el minuto 52 allanaba el camino. El equipo de Merino se agazapó tras una trinchera de camisetas rosas y verdes esperando un golpe de suerte que apareció. No debió el Granada permitir eso, pues cuenta con argumentos en su plantilla suficientes para afrontar situaciones de este tipo. La calidad se debe poner a disposición para conseguir resultados. Si no, pasa lo que pasó ayer en el Villamarín.
Tuvo la pelota, pero en ningún momento los de José González mostraron esa ambición de querer acorralar a un rival herido. Centros sin fundamento o una circulación improductiva entre los defensas y los dos pivotes como únicos recursos. Un remate de cabeza de Barral y un penalti provocado por el gaditano que no se señaló fueron las únicas opciones reales de haber decantado la balanza antes del desastre.
Lo peor es que el Granada es reincidente. Hasta cuatro veces, contando la de ayer por la mañana, el conjunto granadinista ha jugado con un futbolista más esta temporada. Las tres anteriores llegaron de forma casi consecutiva y sólo en una aprovechó realmente la ventaja, aunque se llevó un punto como escaso botín.
Caicedo rescata un punto
Su periplo de partidos en superioridad numérica comenzó en la jornada 11 ante el Espanyol, su próximo rival, en Cornellá. Fue aquel un partido muy parecido al del Betis durante el primer tiempo, con dos equipos demasiado temerosos que apenas crearon ocasiones. El Granada estaba algo mejor y en la segunda parte apretó. Tanto que logró provocar la segunda amarilla del perico Rober en el minuto 67, cuando ya mandaba en el marcador gracias a un gol de cabeza de Babin.
El Espanyol tuvo que correr riesgos y el Granada se aprovechó de las circunstancias en forma de contragolpes. Muchas y muy claras oportunidades tuvo el equipo entonces dirigido por José Ramón Sandoval para haber dejado la victoria amarrada con tiempo. No lo hizo. El desastre se barruntaba. Caicedo cazó una pelota suelta en el área pequeña ante la atenta mirada de unos pasivos defensas rojiblancos en el minuto 93 para rescatar un punto de oro para el Espanyol.
Sandoval salió a la rueda de prensa del estadio perico con los ojos húmedos de frustración. También Krhin se quedó en el banquillo de Cornellá llorando cuando ya nadie quedaba allí. Tuvieron en su mano la victoria y se les derramó de entre los dedos. Aquella vez no fue culpa del escaso fútbol, sino de la nula pegada en acciones evidentes de gol y en la falta de capacidad para mantener la concentración defensiva hasta el pitido final.
Una semana pasó hasta el siguiente partido en el que el Granada gozó de muchos minutos con un futbolista más sobre el campo que no supo aprovechar. Fue en su segunda salida consecutiva, en Vallecas, donde se multiplicaron las sensaciones de incapacidad para generar fútbol. Es cierto que en sólo nueve minutos ya había encajado dos goles, pero desde el 18' el Rayo Vallecano jugó con diez futbolista por la expulsión (doble amarilla) de Zé Castro.
Fue un ejercicio de desesperación y falta de actitud que costó una severa bronca de José Ramón Sandoval en el vestuario. Sólo un tanto de Babin al poco del inicio de la segunda parte alimentó mínimamente la esperanza. Un efecto que se difuminó enseguida para dejar paso de nuevo al Granada espeso e incapaz. Tocó fondo el equipo rojiblanco en una semana marcada por la polémica. Fue aquella en la que Isaac Success se negó a viajar a Madrid por una supuesta lesión que el cuerpo médico del club descartó y que le costó al nigeriano una multa, el correspondiente expediente por indisciplina y la decisión de apartarlo del grupo. No tardaría demasiado en obtener el perdón del entrenador y de sus compañeros para reincorporarse a la dinámica del grupo.
Una vez en la vida
La única buena noticia surgida de un partido en el que el Granada ha jugado con un hombre más se dio en el derbi ante el Málaga en la Rosaleda (jornada 13). Aunque aquel fue un día, como el de ayer, de concentración de sucesos en una parte muy movida. Porque el Málaga gozaba de una mínima ventaja (1-0) cuando Tissone midió mal y se llevó por delante a un jugador visitante. Vio la segunda amarilla a los siete minutos de la reanudación. Lejos de amedrentarse, el equipo blanquiazul reaccionó con rabia y logró aumentar la ventaja sólo cuatro minutos después.
Quedaba tiempo pero el resultado era demasiado amplio para convencerse de la remontada. Sobre todo porque este Granada ya ha demostrado que no sabe reponerse de los golpes. Aquella vez sí. Dos goles, uno de El Arabi y otro de Rochina, cuando restaban menos de diez minutos para el final sirvieron para lograr al menos un punto en un campo que no se le ha dado nada bien en sus últimas visitas. De paso, aprovechó aquello de la superioridad numérica por una vez, aunque se quedó a medio camino.
Con diez u once, cualquier rival del Granada, antes con Sandoval y ahora con José González, sabe que entregarle la posesión significa hacerle sufrir. Tendrá el equipo rojiblanco que aprender si quiere salir del descenso antes de la jornada 38.
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