Nolito regresa como sevillista despejando las dudas con goles

En Los Cármenes, a donde llegó para portar el dorsal diez, el de las estrellas, hace seis años, se guarda cariño a aquel cuchillo caliente que convertía en mantequilla las zagas rivales. Refuerzo inteligentísimo en invierno, el gaditano recuperó vigencia en España vistiendo el rojiblanco, tras una salida impetuosa de La Masía al Benfica. El Celta aprovechó la situación para hacerse con un jugador que cambió la trayectoria de los vigueses y convirtió su dupla con Aspas en una de las atracciones de LaLiga.

Precisamente era el Celta el que parecía tener todas las papeletas para sacar de Sevilla a Nolito. El gaditano ya no exhibía su sonrisa habitual y, aquejado de una morriña balompédica, deseaba reencontrarse con la afición celeste. Sin embargo, la llegada de Julen Lopetegui y su magnífica pretemporada fueron sembrando las dudas en la directiva sevillista, convencida para venderle, mientras las despejaba en la mente de un técnico que reclamaba mayor calidad en sus atacantes. No sólo no se marchó, sino que parece tener un lugar privilegiado en los planes del vasco.

Titular en el primer partido, Nolito comenzó el ejercicio 2019/20 siendo ese extremo con movilidad, potenciando las cualidades de un exhuberante Reguilón, combinando con Óliver Torres y buscando con ahínco su jugada. No dejó de intentarlo. Recibía el cuero y dibujaba un trazo callejero, más propio de placeta que de estadio, hasta que salió. Nolito dejó tumbado a Naldo dos veces y la puso pegada al palo, imposible para el portero y confirmando que, en Vigo o en Sevilla, sigue sabiendo hacer goles.

La sonrisa apareció en su rostro en la zona mixta, donde ya no parecía estar tan claro el motivo por el que los presentes se ponían el nombre de Nolito en los labios. Unos siguen alimentando el rumor de su marcha a Balaídos, motivados por un deseo transparente del gaditano. Otros lo ven ya innegociable en la banda izquierda sevillista bajo la tutoría de Lopetegui, amante del talento nacional. De salir hacia el Celta, y no hacerlo esta semana, se podría dar la situación de que Nolito volviera dos veces a Los Cármenes.

Cuando Nolito llegó al Granada no todos supieron ver la trascendencia que ese movimiento tendría para un equipo destinado, a priori, a sufrir mucho más de lo que lo hizo. Precisamente llegó para cubrir la baja de Orellana, con quien coincidiría más tarde en Vigo, sin embargo el entusiasmo y acierto goleador con el que llegó el gaditano hicieron olvidar pronto al chileno, héroe del ascenso a Primera. Debutó ante el Real Madrid, pocos días después de llegar como cedido y coincidiendo con la llegada de Lucas Alcaraz al banquillo. Lo primero que hizo fue lanzar un córner cerrado que Cristiano Ronaldo metió en su propia portería. Desde muy pronto demostró su calidad y asumió galones en el equipo rojiblanco, lanzando faltas, saques de esquina y, en definitiva, entrando en contacto con el balón a menudo. Se despidió de Granada con un gol en un encuentro que sirvió para celebrar una permanencia conseguida a falta de una jornada, a pesar de la derrota en Valencia con, ojo al dato, gol de Roberto Soldado. En apenas 17 partidos, Nolito generó mucho más de lo que sus tres goles y dos asistencias dicen.