El Granada se gana los cuartos

El partido de vuelta ante el equipo noruego del Molde solo guardó un detalle para la estética, el monumental gol de Soldado, pero fue bello como pocos por la tremenda descarga emocional que fluyó por todo el estadio del Puskas Arena de Budapest. El veterano delantero descifró el mensaje que le mandó Herrera y se anticipó a los muñecos de cera que hacían de defensas para marcar un magnífico tanto con la cabeza.

Una vez más, el sacrificio de los jugadores fue colosal y partido a partido se han ganado el respeto de sus rivales. La afición está más ilusionada que nunca y tiene la esperanza de que los chicos se licencien con honores en su primera participación de la historia en competición europea. Este equipo ha crecido en una temporada en la que se ha ganado un lugar de privilegio en Europa. Pero el jueves, una vez más, consiguió imponer la belleza agónica de su fútbol efervescente sobre su frágil cuerpo de ángel incompleto, y lo hizo para alcanzar el paraíso que se había propuesto. El logro del Granada hay que valorarlo con la euforia y la justicia que merece. Muy pocos sospechaban que nada más ponerse la primera piedra, creciera sobre ella un conjunto tan competitivo que se ha ido reinventando sin alejarse de su idiosincrasia a lo largo del curso para mejorar, para evolucionar y también para protegerse.

El conjunto granadino, muy castigado por el desgaste continental, visita hoy al Valencia con el objetivo de sellar cuanto antes su permanencia en la élite. Salga quien salga, el cruce de sables está asegurado pese a que Europa le está pasando factura en la Liga, ya que no conoce la victoria a domicilio en este segundo acto del campeonato. Que la fuerza le acompañe.