Miguel Ríos: «Un ascenso es un regalo en todos los órdenes»
El niño que un día fue el rockero solía jugar junto a sus amigos en los alrededores del viejo Los Cármenes con la esperanza de que les lloviera un balón y los dejaran entrar al devolverlo
Al rockero Miguel Ríos siempre le ha gustado el fútbol, y sobre todo el Granada. Nunca lo ha ocultado y, al contrario, lo ha llevado ... por bandera. El deporte de la pelota fue aquel motor que lo movió en su infancia, antes de descubrir las guitarras. La grada de Los Cármenes, su primer espectáculo masivo. Allí se dejó la garganta antes que en cualquier escenario del país. Con los años, y con el descubrimiento de su genio, el joven entusiasta del Granada se convirtió en uno de los mayores símbolos de la ciudad, profeta en su tierra. Miguel Ríos: siempre crítico, pero también optimista.
«Me dio un alegrón enorme ver cómo el equipo fue sorteando los distintos obstáculos hasta alcanzar la Primera división con solvencia», reconoce el cantante. «De siempre he intentado estar enterado de las vicisitudes del Granada y ahora, siempre que puedo, lo veo en la tele», asegura Miguel Ríos, un granadinista más, que no uno cualquiera, que recuerda con cariño el saque de honor que realizó en los setenta o las ocasiones en las que ha podido cantar desde el corazón del estadio, como en la gira 'Rock de una noche de verano' junto a Luz Casal y Leño en 1983 para 35.000 personas.
Miguel Ríos se transporta a su infancia y le nace un balón. «El fútbol era el deporte por antonomasia. Corríamos detrás de una pelota como posesos y mis ídolos primarios fueron jugadores del Granada», afirma. «Los 'chaveas' de mediados de los cincuenta teníamos a Candi, Millán, González, Guerrero, Antón, Larrabeitia -tenor aficionado a quien oí cantar en Radio Granada- o a mi primo Pepe Ríos como héroes familiares», enumera el rockero. «Del antiguo Los Cármenes me acuerdo de las tapias. Como estaba muy cerca del Cercado Bajo de Cartuja íbamos con los amigos a jugar en el descampado del fondo sur. Si caía un balón por encima de la tapia, lo devolvíamos y nos colaban», cuenta.
El cantante describe con entusiasmo todo lo bueno que un ascenso a Primera puede traer a Granada. «El deporte, al igual que la música y la cultura, es una manifestación del desarrollo cultural del ser humano. Son ámbitos en los que Granada tiene mucho que decir, y lo está diciendo. Todo contribuye al bienestar económico y sentimental de los ciudadanos», valora Ríos. «Además, ahora con el AVE estamos más cerca de todo, y revertirá en nuestro beneficio», añade.
Cuestión de autoestima
Granadino y granadinista, consciente de la idiosincrasia de la 'malafollá' en todos sus aspectos, en los mejores y en los peores, el rockero pone de su parte para que los vecinos de la ciudad estén orgullosos de serlo. «Para cualquier ciudad media un ascenso a Primera es un regalo en todos los órdenes: en lo económico, en la notoriedad e incluso en la autoestima. Granada necesita confirmar que es de Primera en todo», insiste con firmeza.
Miguel Ríos no para porque no puede, con el pulso creativo siempre acelerado. La música lo lleva de un lugar a otro, pero allí por donde va procura acercarse una televisión por la que ver a su Granada. «Supongo que esta vuelta a Primera nos dará una temporada dura pero muy ilusionante», razona. «El equipo debe reforzarse para luchar por la permanencia y consolidarse así en la categoría. ¡Le deseo mucha suerte!», se despide el eterno Miguel Ríos. Los de Diego Martínez cuentan con su bendición, como no podía ser de otra forma. Ya son 'bienvenidos'.
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