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Ronald Araújo remata a gol un centro en el último suspiro del partido para hacer el empate. AFP

A un suspiro de repetir la hazaña

Ambiente ·

Todos se convencieron de que el triunfo era posible, pero tanto Robert Moreno como sus jugadores acaban resignados y dando al punto el valor anímico que tiene

José Ignacio Cejudo

Enviado especial en Barcelona

Martes, 21 de septiembre 2021, 01:17

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Un cabezazo de Ronald Araújo reventó al Granada en el último suspiro el sueño de repetir una gesta improbable en el colosal Camp Nou. Tanto remaron los rojiblancos para alcanzar la orilla con tres puntos que finalmente se dejaron dos por el camino, cruel desenlace, en la que habría sido su primera victoria del curso después de cuatro jornadas de frustración. Robert Moreno no se lo podía creer. Le costó reaccionar, de hecho, abatido en su área técnica después de que su equipo resistiese las acometidas del Barcelona durante tantos minutos. Él necesitaba ese triunfo más que nadie y, un día después de su cumpleaños, no tenía otro deseo que conseguirlo en la vuelta a la que era su casa. Se quedó a eso, segundos, un suspiro. Fue un trago amargo que, no obstante, su cuerpo técnico procuró revertir con entusiasmo al celebrar el punto.

La pandemia y la marcha de Leo Messi han desolado el Camp Nou, imponente pese a todo, al punto de que ni sus socios apuran los aforos que la covid-19 aún les restringe. Los culés se quedaron sin demasiadas razones para querer ir al estadio tras ser testigos de la dura derrota frente al Bayern en Champions y la visita del Granada un lunes a las nueve de la noche tampoco desencadenó ninguna fiesta. Hubo entradas a la venta y eso permitió que algunos aficionados del Granada que residen en Barcelona pudiesen acceder al estadio con sus orgullosos colores rojiblancos. Aprovecharon la oportunidad con fe prudente y a punto estuvieron de verlo resurgir.

Minuto y medio tardó el Granada en atreverse a profanar el templo culé para estupefacción de los escasos hinchas locales, compañeros de grada de miles de turistas ajenos a cualquier sentimiento. Aquellos a quienes sí dolía lo que ocurría sobre el campo fueron oscilando desde muy temprano entre la nostalgia por un Messi al que aún se corea pese a que su imagen ya solo aparezca en el museo y el enfado por las pérdidas de tiempo de los granadinistas desde el gol. Tanto fue el hartazgo que incluso se cantó 'qué malo eres' y 'fuera, fuera' a Jaime Latre.

Tranquilos hasta el asedio

Ronald Koeman se calaba las manos en los bolsillos al borde de su área técnica, cuestionado y pitado por su afición incluso en decisiones obligadas como la lesión de Balde, mientras Robert Moreno disfrutaba de su partido más plácido como entrenador del Granada al menos durante la primera parte, previa al asedio. Tranquilísimo hasta el descanso, cruzados los brazos a la espalda, casi que se dirigía más a su segundo Dani Guindos que a sus futbolistas.

Todo parecía bajo control; su revolucionaria apuesta en la alineación daba resultado en el contexto más complicado, clavando con saña un dedo en la herida del club que le formó como técnico y en el estadio en el que siempre soñó dirigir como primer entrenador. Como los granadinistas en las gradas, también Robert Moreno se ilusionó con la posibilidad de ganar en el Camp Nou, emulando a Diego Martínez cinco meses atrás con las gradas vacías. Esta vez, sin embargo, la gesta acabó inconclusa. Un 'coitus interruptus', como ante el Valencia y el Betis.

El Camp Nou bramaba por la acústica como si rebosase hinchas mientras Koeman mandaba al área de Maximiano a Piqué y Araújo junto a De Jong y a Domingos y Germán se les acumulaba el trabajo. Fue el uruguayo quien terminó perforando la meta del luso. De inmediato, Dani Guindos, Víctor Díaz, Aarón Escandell y el preparador físico Juanjo del Ojo saltaron del banquillo para respaldar a los jugadores e incitarles a seguir peleando; Robert Moreno, incrédulo, negaba con la cabeza antes de unirse a los ánimos. También sufrieron en la grada las consejeras Patricia Rodríguez y Sophia Yang, que fue quien se sentó junto a Joan Laporta.

El herido orgullo rojiblanco reclamó un penalti a Machís en los últimos segundos que Jaime Latre obvió generando una pequeña revuelta en el banquillo que acabó con amarilla a Bacca y bronca de Busquets con Puertas al final. El propio Robert Moreno intermedió antes de despedirse con cariño de los exjugadores a los que dirigió en su etapa como segundo de Luis Enrique. Rozó su primer triunfo en Primera allí donde lo aprendió todo, pero no pudo ser.

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FC Barcelona - Granada | A un suspiro de repetir la hazaña