Humildad
El doce ·
Robert Moreno hizo jugar al Granada desde la compacidad defensiva, con ayudas a destajo; su equipo se pareció al de FabriEDUARDO ZURITA
GRANADA
Martes, 21 de septiembre 2021, 13:37
Adaptarse a lo que se tiene y con ello contrarrestar al rival. Ser conscientes de donde se viene y aprovechar las inercias positivas, disimulando las ... limitaciones en lo posible. Ser compactos defendiendo y eficaces atacando, buscando el dominio en las áreas. Sufrir compitiendo hasta el límite.
Segunda temporada en su historia en la que el Granada puntúa en el Camp Nou. Hubo que esperar noventa años para vencer, un día en el que los locales blaugranas se jugaban el liderato, y este año, en un partido que comenzaba con un duelo de dudas entre las respectivas aficiones por los actuales inquilinos de sus banquillos, se empató, lo que es un nuevo hito en la historia rojiblanca de enfrentamientos como visitante ante el Barcelona.
Si el Granada está en una difícil transición tras la no continuidad de su anterior entrenador, lo del Barcelona tras la salida de Messi es un duelo agudo. El astro argentino tapó muchas veces en los últimos cursos las cuitas del equipo con su genialidad, bálsamo para muchas heridas que ya no está. Lo nota mucho el equipo de Koeman, sobre todo en los lanzamientos de faltas y acciones de desborde, donde el bajón de nivel es notorio. No ayuda tampoco el estado esquizofrénico que se transmite desde el banquillo hasta el césped, con planteamientos más propios de equipos limitados que terminan recurriendo al juego físico aéreo para resolver su impotencia.
Empezó el Granada aguijoneando a los locales, con un gol en el que se vieron las costuras de la defensa barcelonista, el buen pie de Escudero y el gran poder cabeceador de Duarte. El portugués se redimió de sus dos malas actuaciones ante Rayo y Betis. Junto a Abram conformó una zona central de la defensa sobria, solo superada por la fe de Araújo, único capaz de inquietar a Maximiano, un portento de cancerbero. Destacó también el buen hacer de Quini en el lateral derecho. No convencieron ni Monchu ni Montoro, de los que se espera más.
Robert hizo jugar a su equipo desde la compacidad defensiva, con ayudas a destajo. El Granada del Camp Nou se pareció al del bueno de Fabri, capaz de sacar de quicio al rival con sus repliegues, cortes y despejes. Faltó serenidad para aprovechar los huecos de un rival que atacaba con pocas ideas lúcidas. No se estuvo fino para lanzar con precisión a los puntas y asestar el golpe definitivo. La victoria se esfumó otra vez, como ante el Valencia, o el empate ante el Betis, en el último suspiro. Pero al menos parece que se empieza a comprender que la eterna lucha nace del respeto al rival, del trabajo y de la humildad: humilitat, nen, més humilitat!
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