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Antonio Puertas, Quini y Monchu rodean a Memphis Depay en un ataque del Barcelona en el Camp Nou. EP

Una vuelta obligada a los valores originales

Análisis ·

El Granada consigue reconocerse a sí mismo en la complicada visita al Camp Nou por el espíritu defensivo que asume tras el temprano gol de Domingos Duarte

Miércoles, 22 de septiembre 2021, 01:24

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Tan pronto se adelantó el Granada en el Camp Nou que no le quedó más remedio que defenderse a continuación, necesitado como estaba de un triunfo tras cuatro jornadas chafado. Un minuto y medio tardó Domingos Duarte en batir a Ter Stegen –segundo goleador esta temporada en Liga tras los dos anteriores de Luis Suárez–. Una ventaja demasiado valiosa como para que el equipo de Robert Moreno se plantease otra cosa que no fuera protegerla desde entonces, al acecho de cualquier contragolpe para ampliarla. Ahí floreció un espíritu solidario en defensa que recordó a los tiempos de Diego Martínez.

En los 90 segundos que precedieron al gol del zaguero luso apenas dio tiempo a un intento de ataque del FC Barcelona que cortó el debutante Sergio Escudero, quien además rebañó un balón para que no saliese por la línea de banda propulsando a Darwin Machís hacia arriba, que fue quien provocó el saque de esquina. El propio lateral zurdo botó la pelota, que regresó despejada a sus pies para encontrar a Domingos en el segundo palo. Resulta imposible conocer a ciencia cierta qué plan de partido tenía Robert Moreno hasta verse por delante en el marcador.

La revolucionaria alineación del catalán, con hasta siete novedades respecto a la derrota con el Betis, mutó desde entonces en un conjunto pertrechado en una línea de cuatro en defensa con otra de cinco centrocampistas por delante y Jorge Molina como boya pero con una posición muy retrasada también, casi siempre tras el balón que movía de un lado a otro pero sin claridad Sergio Busquets. Absolutamente todos los futbolistas del Granada se implicaron en tareas defensivas, con permutas y coberturas constantes para auxiliar a cada compañero necesitado o cubrir los espacios que una persecución generaba. Un carácter marcial inédito en las cuatro primeras jornadas de competición.

Si por algo se había caracterizado el Granada de Robert Moreno hasta la visita al Camp Nou era por su indefinición. Se sabía de dónde venía, bajo el mando de Diego Martínez, pero no hacia dónde marchaba. Es comprensible que el joven técnico catalán pretenda inculcar su idea de fútbol al equipo, más aún al tratarse de su primera oportunidad al frente de un conjunto de la máxima categoría en España tras varias experiencias como segundo de Luis Enrique. Tuvo que ser precisamente en la vuelta a la que fue su casa, allí donde mamó el amor por un innegociable juego asociativo, donde Robert Moreno abrazó la filosofía que había marcado a la plantilla que heredó durante las tres campañas anteriores.

Obligado por la temprana ventaja o no, el Granada se pareció más que nunca hasta ahora en la campaña a aquel equipo aguerrido que prosperó desde Segunda división a Europa desde la organización y un espíritu colectivista por encima de cualquier individualidad. Los propios futbolistas parecieron mucho más cómodos ante el contexto de la adversidad, unidos frente a ella, que en anteriores compromisos en los que se sintieron más presionados a llevar la iniciativa.

El propio Robert Moreno, que hasta entonces había tenido en sus comparecencias de prensa algún menosprecio para la labor de Diego Martínez en pos de extinguir la nostalgia por el 'chamán', reconoció tras el encuentro que, «por encima del resultado» ante el empate final, se quedaba con «el espíritu del equipo, el mismo que en los tres maravillosos años anteriores que ojalá se prologue en esta nueva etapa con un nuevo entrenador». Una reconciliación con el pasado necesaria para seguir construyendo sobre los valores que venían distinguiendo al Granada y que hasta ahora parecían marchitos.

Reivindicaciones

El empate en el Camp Nou, y sobre todo la actitud mostrada por su equipo, da un espaldarazo de confianza a Robert Moreno que deberá refrendarse mañana frente a la Real Sociedad en Los Cármenes (19.30 horas). Contra el FC Barcelona se reivindicaron varios futbolistas, entre ellos Quini, que venía acusando una falta de protagonismo incomprensible. Siempre fiable, el lateral cordobés ofreció una exhibición defensiva en su carril, corajudo para plantar cara a cuantos intentaron superarle. Apenas había contado con media hora en Vallecas, donde fue suplente como contra el Betis tras el parón en favor de Víctor Díaz y Santiago Arias pese a que el colombiano llevaba un año sin disputar noventa minutos completos. Ninguno dio tantas garantías como Quini. Otro que como él se sintió cómodo en el repliegue fue Antonio Puertas, doctorado en estas labores con Diego Martínez, aunque aún le está faltando el acierto en ataque que sí tuvo con el vigués.

A Robert Moreno se le plantea ahora un bendito problema ante las rotaciones evidenciadas en el Camp Nou por los tres partidos en siete días que afronta el equipo ahora, con los duelos ante la Real Sociedad mañana y el Celta de Vigo el lunes. El Granada mejoró y mucho sus prestaciones en Barcelona con distintos actores, pero aún ambiciona su primer triunfo en la campaña. Si el espíritu espartano del último encuentro consolida su vuelta como seña de identidad del equipo también con Robert Moreno, más allá del marcador o los protagonistas, la victoria estará más cerca. Todo pasa por reencontrar su esencia.

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Granada CF | Una vuelta obligada a los valores originales