El VAR empuja a la derrota a un Granada sin pegada
Un polémico penalti de Domingos sobre Raúl García altera un partido igualado pero con pocas ocasiones
Rafael Lamelas
BILBAO. Enviado especial
Lunes, 2 de diciembre 2019, 01:11
El Granada había escapado más que bien del uso intrusista del VAR hasta que llegó a San Mamés. Esta vez, el sistema desenchufó a los ... de Diego Martínez en una acción clave, que alteró un pulso igualado entre dos contendientes bravos. Derivó en una derrota que se hizo incontestable ante la falta de pegada mostrada para reaccionar en el acto de conclusión. El 2-0, en cualquier caso, supuso una sanción excesiva para un conjunto que recordará por tiempo el penalti que condicionó el asunto a algo más de diez minutos del descanso. Sobre todo, por la subjetividad de la revisión en cada matiz del incidente. Detrás de lo sofisticado hay, en definitiva, personas con sus propias interpretaciones que toman medidas bajo presión y que intervienen en situaciones fronterizas, de conflicto, que cada uno cobraría de una manera distinta.
Athletic Club
Unai Simón, Capa, Yerai, Martínez, Yuri, Unai López, Dani García, Williams, Sancet Tirapu (Lekue, m.72) , Íñigo Córdoba (Ibai, m.65) y Raúl García (Mikel San José, m.82).
2
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0
Granada
Rui Silva, Víctor Díaz, Duarte, Martínez, Quini, Montoro (Eteki, m.85), Gonalons, Puertas, Yangel Herrera (Carlos Fernández, m.57), Machís y Soldado (Vadillo, m.67).
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goles 1-0, m.41: Raúl García (de penalti); 2-0, m.83: Yuri.
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árbitro Cordero Vega (colegio cántabro). Amonestó a los locales Dani García, Íñigo Córdoba, Capa, Sancet Tirapu y Raúl García así como a los visitantes Duarte, Rui Silva, Montoro y Quini.
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incidencias Partido de Liga disputado en el estadio San Mamés ante 37.974 espectadores.
El colegiado Cordero Vega cazó un empujón de Domingos Duarte y Raúl García tras un lance en el área y fue implacable en decretar el punto de castigo. El colega del árbitro que andaba con los monitores en Madrid, Pizarro Gómez, no le recordó el alevoso contacto previo del navarro para que el central chocara con Rui Silva que quizás el titular no apreció bien y que provocó la recriminación infantil y aparatosa de su paisano, exagerada por el astuto jugador del Athletic, algo cómica su caída, como fulminado. Pizarro tampoco le quiso comunicar el ligero achuchón de Dani García que desequilibró a Quini en el inicio de la secuencia, un saque de esquina de derivaciones complejas. A Courtois lo indultaron de una expulsión en Liga de Campeones por un roce anterior muy similar sobre Marcelo, que fue encima en el centro del campo. No hubo intervención ni efecto retroactivo en esta ocasión.
Pero el del silbato en la oficina sí estuvo puntilloso, haciendo uso de escuadra y cartabón, para negar la parada de la pena máxima a Rui Silva. Cordero Vega ya había dictaminado córner, pero algo le susurró por el pinganillo el oficiante para que rectificara. El pie del luso estaba ligeramente adelantado respecto a la raya de gol, por apenas cuatro dedos, quizás menos; ahí sí le advirtió del hecho, en pos de la repetición. Raúl García, el más espabilado en esta historia truculenta, dejó el ajuste y golpeó el balón con violencia. Rui, frustrado, se quedó impasible, sin hacer el menor ademán de lanzarse a por el cuero, aunque hubiera sido improbable ante semejante vehemencia. Puestos a escrutarlo todo, Pizarro no observó que Iñaki Williams, antes del disparo, ya pisaba la línea del área, invadida a su vez por Iñigo Martínez y varios jugadores del Granada. Con esa norma sí hubo manga ancha.
Aunque aumente el número de cámaras, mejoren los ángulos de visión y se dinamice la comprobación de las repeticiones, en el criterio de aplicación del videoarbitraje siempre influirá el factor humano. La mezcla entre el parecer del juez que está en el campo, cada vez más comprometido y escrutado aunque sea el que sentencia al final, y un compañero que ha sido colocado ahí para auxiliarle, supuestamente, y que empieza a influirle hasta niveles poco aconsejables, con un poder casi omnímodo. Dicen que el tiempo depurará este proceso pero, de momento, se ratifica que el control audiovisual tiene zonas oscuras y sigue sin eludir la polémica porque los pareceres siguen sin igualarse. Lo que vale en un partido, al otro ya no. Las reglas no llegan a todas las sutilezas del juego.
Antes de eso, el Granada apareció en San Mamés con tres novedades en su alineación. Se esperaba a José Antonio Martínez atrás y se intuía la aparición de Machís en la izquierda para buscar profundidad. Sólo quedaba por verificar si Diego Martínez apostaría por el 4-3-3, formando un centro del campo con Gonalons en el eje y Montoro y Yangel Herrera como escoltas. Sin apenas acompasarse aún, Puertas provocó una falta en el costado por parte de un Dani García que tuvo que dar tres tarascadas para recibir la amarilla. En esa pelota parada, Montoro asombró con un centro combado que pilló resbalándose a Unai Simón. El esférico se le escapó y Puertas y Yangel Herrera se abalanzaron hacia él como posesos. Cuando parecía rendido, el meta logró un palmeo que impactó en el venezolano, sorprendido. No pudo amortiguar la bola y salió despedida, haciendo una parábola por encima del larguero que hizo respirar al portero y frustrarse al 'vinotinto'.
En un lapso, todo pudo cambiar, sobre todo con oponentes tan implacables, bien ajustados atrás, algo más romos en ataque. El Athletic se agarró a la chispa de Williams mientras los forasteros, de blanco nuclear, presionaron a destajo. Con robos continuos en campo contrario se fueron alternando las llegadas. Las de los locales sí acabaron en disparos, pero en la primera fase no anduvo fino Raúl García al remate. No había belleza pero sí ritmo en las alternativas. Hasta Quini se sumó a algún avance con un chut que se marchó por palmos. Pero el 1-0 lo condicionó todo y desquició sobremanera a lo granadinistas que el árbitro sólo añadiera un minuto a un acto que estuvo parado cuatro mientras se depuraba el asunto mayor.
La segunda mitad fue un quiero y no puedo de los nazaríes, con Machís más animado al encarar. Espínola, con Diego Martínez al auricular, envió a Carlos Fernández al ataque junto a un desapercibido Soldado. El sacrificado fue Yangel Herrera. Aunque no estaba teniendo una actuación llamativa, el Granada acusó su ausencia más que ganar eficacia arriba, pues el valenciano fue una sombra y dio paso pronto a Vadillo. Machís sí parecía coger la onda con varias escaramuzas más propias de su talante natural. En una triangulación de estos dos con Puertas pudo alumbrarse el empate, pero el chut del 'avión' se alejó del arco. Tiros de fogueo para un encuentro que entró en vía muerta y que culminó Yuri tras una arrancada elegante de Unai López.
Quedó sólo una inquietud. Cómo habría reaccionado, en caliente, Diego Martínez ante el desaguisado. Quizás hasta fue bueno que se sentara lejos, en un palco. Pudo desahogarse sin miedo a una extensión de condena. Fue la única ventaja para él de un encuentro disputado con mazas pero que se resolvió con un microscopio.
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