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1. El Granada despachó el partido con el Racing de Ferrol con resignación burocrática, pero sin la enmienda esperada tras la catástrofe en Córdoba. Todo ... a pesar del triunfo y los tres goles, nacidos de las botas de futbolistas que no parecen tan contaminados por las malas inercias, aunque ninguno de los tantos fuera hijo del juego, más allá de la ejecución estratégica del córner del 1-0, fruto del ensayo del balón parado.
2. Manu Lama está esplendoroso como central y tiene imán en los remates. Rubén Sánchez confirma sus ademanes de purasangre cada vez que arranca, un nuevo Foulquier que, como el francés, a veces tiene que saber pisar el pedal de freno o bajar de marcha, pero un tipo al galope en cualquier caso siempre da mucho. Giorgi Tsitaishvili, por su parte, ha orientado mejor su mirilla, toma decisiones con más celeridad, ha decidido usar su pierna derecha también y hasta chapurrea el español.
3. Entre el resto, la seguridad sin adornos de Mariño y la aplicación, con momentos de irregularidad, de Neva, Sergio Ruiz y Boyé, los tres capitanes, con Hongla y sus tentáculos extendidos por el centro, si no se mete en algún rifirrafe.
4. La cita apenas deja más que apuntes individuales porque como colectivo el Granada no disipó la sensación de inconsistencia. El grupo estaba algo nervioso, con la aflicción de la 'manita' en el Nuevo Arcángel, y la intensa lluvia y el ambiente gélido no contribuyeron a su paz interior.
5. Ni siquiera los dos primeros goles, que llegaron casi seguidos pasada la media hora, le otorgaron esa tranquilidad para gestionar el encuentro al ritmo conveniente, con posesiones largas y llegadas por inercia. Muy al contrario, el fútbol siguió racheado, a empellones.
6. No encontró Fran Escribá un enlace adecuado en Reinier, por más que defendiera su trabajo en sala de prensa. Sonó al argumento exculpatorio que empleó con Borja Bastón tras la derrota anterior, que pasó de titular a no disputar ni un minuto el pasado domingo. Últimamente, las comparecencias del valenciano tienen letra pequeña, aunque no anide el rencor en él ni el ajuste de cuentas, como demostró cuando metió a Oscar al final, por más que fuera por causa de fuerza mayor ante la lesión de Lama.
7. Reinier es una de las grandes decepciones de la temporada, aunque todavía tenga tiempo de justificar su pedigrí, que va escatimando en las experiencias posteriores a su llegada al Real Madrid, al punto de que su próxima etapa aventura a ser en su país o en un lugar exótico. Como mediapunta, aporta poco en la fase ofensiva. Sin la pelota, se hace transparente, un déficit para una escuadra tan ajustada en el 4-4-2, cuya referencia, Lucas Boyé, prefiere bajar a recibir que adentrarse en el área. Con frecuencia, es un 4-2-4.
8. La falta de un acompañante claro del argentino por la ausencia de Stoichkov, que tampoco estaba maravillando a pesar del bello gol al Eldense, es uno de los motivos de peso por los que el Granada no se compacta. El otro, no menos importante, es que tiene extremos muy extremos, Tsitaishvili y Rebbach, que se inyectan y a veces bajan a ayudar al lateral, más el georgiano que el argelino, pero que no generan densidad en el mediocampo. Hongla se mueve mucho, Sergio Ruiz batalla, pero a los rojiblancos encima les dura poco la paciencia con el esférico. Algunos aficionados, cuando no ven progresión, meten prisa con silbidos y los jugadores no resisten el sonido.
9. Escribá no ha explorado el 4-3-3, que podría armar con Hongla, Ruiz y Villar a la vez, quizás porque no se fía de la rotación cuando alguno se desfonde, visto el nivel de Manu Trigueros, al que aprecia en lo personal, pero le está devolviendo poco en lo deportivo. Como Reinier, es otro de los chascos del curso, dos supuestas figuras que no están dando la talla, algo que influye en la planificación, no enmendada con un centrocampista en enero.
10. Ahora, les toca picar piedra y asoman dos fechas que definen el futuro. La primera, en Cádiz, donde aguarda el peor de los recién descendidos, pero el que anda mejor en cuanto a resultados recientes. La segunda, ya en casa y sin internacionales, el del Oviedo, que a lo mejor es la oportunidad definitiva de reengancharse o una noche para que suene un triste fado. Lo mejor es que todo depende de las botas nazaríes. Lo peor es que les ha costado atárselas bien. Ya sí que no pueden fastidiarla más. La deuda con la afición no está saldada.
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