Debut de Iker García
«Si no lloró con el homenaje al acabar fue por vergüenza»«Se sacrificó mucho desde pequeño, lejos de casa ahora, y la recompensa es muy grata», se congratula la familia del portero
Seis familiares de Iker García, además de su representante, estuvieron arropando al portero de 19 años durante su debut como profesional bajo la portería del ... Granada en Los Cármenes. Vinieron expresamente de Valencia, la tierra que el guardameta dejó hace dos veranos con 18 años recién cumplidos para enrolarse en el Juvenil A, y pasaron el viernes acompañándole hasta que él mismo les condujo hasta los alrededores del estadio. Se despidieron con el mayor cariño posible y buenos deseos, y la historia tuvo el final feliz de su portería a cero. Hasta sus propios compañeros y los miembros de la grada de animación le corearon al final, entre collejas, tras el empate. «Si no lloró ahí fue por vergüenza, pero seguro que luego se rompería en casa», compartieron sus familiares con IDEAL mientras el protagonista firmaba sus primeros autógrafos.
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A Salva y Vero, padres de Iker García, les acompañaron su novia Eva, su hermano mayor Marc junto a su pareja Claudia y Fani, tía del portero. «Estuvo muy tranquilo en todo momento, como él es; así lo transmite su carácter siempre, aunque ya pudiera ponerse más nervioso en los últimos minutos. Luego, cada partido es uno más para él independientemente de la categoría y de si es con el Recreativo o con el primer equipo», apuntaron. «Pacheta le dijo que disfrutara del momento y que aprovechara la oportunidad, con calma; los compañeros le arroparon mucho, sobre todo los veteranos, que le acogieron muy bien», agradecieron.
La historia de Iker García en Granada, no obstante, no fue siempre de color de rosa. «Vino y al principio le costó adaptarse, pero es un chiquito que poco a poco va cogiendo el ritmo y si está ahí, es porque se lo merece», remarcaron sus familiares. «Se sacrificó mucho desde pequeño, como cuando salía del colegio a las cinco de la tarde, iba corriendo al coche a cambiarse para ir a entrenar y llegaba a casa a las diez de la noche y se ponía a estudiar. La recompensa es muy grata», admitieron, pese a todo. «No lo expresa mucho, pero se le nota que la lejanía pasa factura aunque intentamos venir todas las veces posibles», apuntaron.
Iker García empezó a jugar a fútbol con tres años y medio en las categorías 'querubines' del Carcaixent, el pueblo de 21.000 habitantes que comparte con el también portero ya exrojiblanco Aarón Escandell. «Iba a ver a su hermano mayor y el entrenador le preguntó un día si quería meterse, pero como vio que tenía que correr, no le gustó. Le pusieron de portero y ahí se quedó, hasta hoy», resuelve su padre, Salva. Ahora, instalado en la residencia de jugadores del Granada, se forma para ser entrenador y de hecho se encuentra en plenas prácticas con el Infantil A de la cantera.
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