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Nada de lo que Fran Escribá ideara para Cádiz durante la semana aguantó en pie tras el grave error de Martin Hongla que costó el ... gol de Chris Ramos. La puesta en escena rojiblanca, con Stoichkov y Gonzalo Villar como novedades en la alineación, quedó difuminada hasta desplomarse por sí sola ante la solidez amarilla para proteger su ventaja. Y ni Stoichkov después de sus dos jornadas de sanción ni Villar tras su indulto después de su expulsión en aquella tarde negra con el Zaragoza supieron rebelarse, fuera del campo incluso para la recta final del derbi.
Con medio San Roque en las gradas del Nuevo Mirandilla, Stoichkov recuperó la titularidad con una novedosa misión. Consciente Escribá de los problemas de su equipo para elaborar con balón, el entrenador pidió al gaditano que ejerciera más de mediapunta que de segundo delantero como vértice de todas las combinaciones en campo contrario. El '10' procuró honrar su dorsal y aparecer entre líneas, pero cuando rascó bola lo hizo con toques vacilantes, como sin seguridad en sí mismo ya fuera por una cuestión física o de otro tipo. Al menos participaba más que Lucas Boyé, desaparecido como hacía tiempo que no le pasaba.
Remangado bajo el diluvio, Stoichkov se llevó un golpazo del también exrojiblanco San Emeterio nada más reanudarse la segunda parte que le dejó KO unos segundos. Nada parecía salirle bien, y cuando pudo armar algún contragolpe, él quiso tirar hacia un lado y Boyé, hacia el otro. Más apagado a cada minuto que pasaba, ninguna de sus escaramuzas prometió nada ilusionante y su golazo al Eldense va quedando en una anécdota. Imposible reconocer al futbolista que fue en el Eibar.
En la sala de máquinas, donde dicen que se orientan los partidos aunque no se decidan sino en las áreas, Gonzalo Villar se reencontró con un viejo amigo como Óscar Melendo. Ambos solían llamarse 'magia' y demás, como Isco y Asensio pusieron de moda en su día, pero en Cádiz brillaron más bien poco. El murciano trató de aplicarse con propósito de enmienda después de su expulsión contra el Zaragoza y robó al exrojiblanco el primer balón que le llegó a las botas, pero apenas asumió responsabilidades cuando le tocó construir algo a él. Como le pasó a Hongla, siempre pareció más fácil echar la pelota atrás para que la rifara otro si hacía falta y si es que no acababa en un gol como el de Chris Ramos porque a Mariño le dio hasta por tirar recortes incluso después; así lo vería todo por delante.
Melendo, titular por primera vez en Liga con el Cádiz después de tardar hasta ocho jornadas en debutar por la lesión con la que le dejó ir el Granada, intentaba conectar con Chris Ramos pero aún no ha compartido tantas tardes con él como Ontiveros. Especialmente motivado, incluso se lanzó al césped empapado para ganar algún balón dividido pese a su aparente frialdad. Ya con el derbi avanzado sí evidenció su falta de ritmo para aprovechar todas las lagunas a la espalda de Hongla y Villar, mientras Manu Lama mantenía el tipo atrás una vez más. Se llevaría su ovación a la hora, como su viejo amigo poco después tras cometer otro error de esos que luego le llevan a disculparse en las redes sociales de las que Hongla pasa.
Ningún revulsivo de Escribá tuvo efecto alguno sobre un derbi dormido desde antes incluso del descanso. Se quedó en el banquillo Sergio Ruiz, apercibido para la visita del Oviedo a Los Cármenes, como si lo del Mirandilla se diera ya por perdido. Entre tanta mediocridad, hubo algunos rojiblancos más preocupados por si Sergio Rodelas centraba bien o no la primera vez que tocaba el balón. Como si no hubiera nada más preocupante.
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