El capitán echa el candado
Víctor Díaz imprime a sus compañeros la contundencia propia de un defensa de toda la vida, esa de la que el equipo estaba careciendo hasta entonces, y exhibe su lealtad a Robert Moreno pese a la falta de minutos sobre el terreno de juego
Víctor Díaz había perdido su protagonismo con Robert Moreno, sin apenas minutos más allá de las rectas finales en Villarreal y Vigo y la titularidad ... en la debacle de Vallecas. No obstante, el derbi ante el Sevilla se antojaba como un partido más allá de lo futbolístico, trascendental para el devenir de la nave y el proyecto, y el entrenador se aferró a su capitán. El catalán se 'chamanizó' e invocó la victoria por la vía espiritual. El líder del grupo, un exsevillista que siempre le fue leal aunque no jugase, le respondió con un auténtico partidazo. Imprimió esa contundencia propia de un defensa de toda la vida a un equipo que hasta entonces estaba careciendo de ella.
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Tanto el capitán como Luis Abram hicieron de esta su 'leitmotiv' desde el inicio. Evitar cualquier situación de peligro, sus principios y sus finales. Nada más sacar de centro, el balón acabó en los pies de Víctor Díaz y el sevillano le arreó un zapatazo hasta el otro campo, algo que repetiría en las tres siguientes pelotas que tocó, alguna de ellas hasta la grada. Fue ganando cierta confianza conforme lo hizo su equipo tras el gol de Rochina, aunque en cuanto a su concentración defensiva ese tanto no hizo más que incrementarla. El veterano defensor fue un muro desde el principio, repeliendo todo balón que amenazaba el área y cortando cada avance del Sevilla como fuese necesario.
Muy comunicativo desde el principio con Luis Abram, al peruano se le fue pegando la agresividad de su pareja en la zaga. El Sevilla empezó a exigirle a la media hora de juego con alguna llegada por banda de Montiel al desdoblar a Suso, pero anduvo atento y rápido al corte para abortar sus envíos. También ató en corto a Rafa Mir y al propio Suso en campo rival en una atrevida incursión más allá de la cueva. Anduvo más seguro incluso que con Domingos Duarte, crecido ante el ejemplo de Víctor Díaz. «¡Caapi, caapi!», premiaba al sevillano la grada de animación.
El trabajo se les multiplicó tras la pausa, cuando Lopetegui introdujo tres cambios para remozar su ataque. En solo cinco minutos ya habían tenido que evitar dos situaciones peligrosísimas cada uno, lanzándose al suelo Abram para blocar un disparo de Lamela y estorbando lo justo Víctor Díaz a Rafa Mir. El capitán seguía imponiendo su presencia, como en un lance ante Munir, a quien impidió progresar sobre la cal para luego darle un leve empujón intimidatorio; o cortando de raíz un contragolpe que el Sevilla preparaba tras un saque de esquina del Granada. Lamela acabó sustituido y rendido ante ambos de puro aburrimiento, sin nada que hacer.
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Quedaban veinte minutos para el final cuando Víctor Díaz, aprovechando que el juego estaba detenido, se acercó a la banda para pedir a Robert Moreno el cambio. Estaba fundido por la inactividad y la tensión del encuentro. El entrenador mandó calentar a Germán de forma inmediata. Al retirarse, el sevillano se llevó una sentida ovación de Los Cármenes, que le sigue reconociendo como a su capitán juegue más o juegue menos. Porque, como demostró ante el Sevilla, siempre está cuando se le necesita. «Habría que poner en el diccionario una fotografía de él al lado de la palabra 'capitán'», le alabó Robert Moreno en la sala de prensa luego.
La faena no terminó para Luis Abram, que siguió exigido por el asedio sevillista aunque los lances más peligrosos para los rojiblancos los protagonizó algo más alejado el 'Papu' Gómez, a quien no le gustó tanto bailar con Quini como en los vídeos que viraliza. El Sevilla lo intentó por tierra, mar y aire, pero se topó con un Granada numantino, revestido por la seriedad que le otorgó su capitán.
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