El carrilero vasco del Granada chuta desde la frontal en una jugada contra el Málaga. J. M. B.

La contracrónica

Un bendito 'diablo'

Álex Sola debuta, aporta lucidez a la banda y se desfonda para tapar a David Larrubia, uno de los 'cocos' de la categoría, con una actuación que mejora en la segunda parte, con la que gana enteros para afianzarse como titular en el futuro

Domingo, 7 de septiembre 2025, 00:00

Más sabe el diablo por viejo que por diablo. Es lo que debió pensar Pacheta a la hora de entregarle el carril zurdo a Álex ... Sola, uno de los últimos refuerzos en llegar al conjunto nazarí, en todo un derbi en La Rosaleda. Con 26 años, el donostiarra no es precisamente un veterano, pero su experiencia en Primera y Segunda le avala. Ante el Málaga debutó, peleó, sufrió y sacó el primer punto del Granada en Liga. Un bendito 'diablo' en la trampa blanquiazul.

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Con Baïla Diallo lesionado y Pere Haro sancionado, ambos fuera de la lista nazarí para Málaga, el técnico burgalés tuvo que recurrir a una segunda opción para completar su once. Concretamente, el lateral izquierdo, por donde atacaría todo un 'coco'. David Larrubia encandila semana sí, semana también, al público blanquiazul con regates, asistencias y goles de fantasía, destellos de un joven genio de tan solo 23 años. Su antídoto fue Sola.

El vasco jugó a pierna cambiada, pues su lado natural es el diestro. Aun así, se impuso a Sergio Rodelas o Loïc Williams como lateral. Se necesitan tablas para salir airoso de los mejores –y peores– escenarios. La barraca así lo exige. Sola no se guardó ningún as bajo la manga. Desde el principio se reveló como un jugador de banda muy completo. Intenso, aunque con algún desajuste en el marcaje, atrevido en ataque e inteligente en los duelos. Un 'perro viejo' incombustible.

Llamaron la atención sus correcciones a sus compañeros durante el posicionamiento de un libre directo que botó Pablo Sáenz a la barrera, con tan solo unos cuantos entrenamientos en las piernas. Al final, le tocó disparar a portería desde 30 metros, más para quitarse el balón de en medio que con pretensiones reales de gol. La rompió contra la zaga y el balón salió disparado a la banda. Hasta para eso hay que valer.

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No se arrugó en ataque, con escapadas constantes para auxiliar a Souleymane Faye en sus duelos en solitario. Recorrió su banda de arriba a abajo, conteniendo como podía a Larrubia. En uno de esos enfrentamientos, el extremo malagueño y malaguista le ganó la espalda, controló dentro del área un envío cruzado y dejó la pelota en bandeja para que Chupete firmara su doblete a placer. Una mancha en su expediente.

Seis minutos antes, el delantero ya había batido a Zidane con un cabezazo a modo de vaselina con una jugada similar. El marcador presagiaba lo peor, pero el Granada volvió a enchufarse en el partido con más corazón que ideas. Sola y Faye apretaban por la izquierda, con Sáenz buscando la llave que abriera el candado y Sergio Ruiz al frente de los mandos. En una de esas se encendió la bombilla, con Pau Casadesús encontrando el premio con cierta fortuna, pero valió igual.

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Sobresaliente

Con la reanudación, Sola siguió en sus trece. Se ganó una nota mejor a base de entrega, kilómetros y aseo para sus compañeros cuando las opciones de pase escaseaban. Aguantó 70 minutos, una cifra más que digna tras pasar hace pocos meses por una lesión de menisco. Un acierto, sin ninguna duda. Más discreto fue el rendimiento de Rubén Alcaraz, que cogió el rol de Sergio Ruiz, al que sustituyó un minuto antes de la marcha del vasco.

El mediocentro se encargó de sostener el centro del campo con músculo, junto a un Pedro Alemañ crecido en la conducción después de firmar el empate antes de la hora de derbi. El barcelonés le entregó el brazalete de capitán a Manu Lama, debutante en tal faceta. Mientras tanto, Luka Gagnidze se mostraba atento desde el palco de La Rosaleda. Ya llegará su momento cuando le arreglen los papeles.

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