El Granada toca fondo en Vitoria
Actuación lamentable de los rojiblancos en su derrota frente al Alavés, un rival directo, que deja tocados tanto a la plantilla como al cuerpo técnico, 'vacunados' por un canterano suyo, Samu
El Granada tocó fondo en Vitoria y presentó su candidatura al descenso de categoría por más que queden tantos kilómetros de travesía. De este naufragio ... no le será fácil recuperarse porque es de los que hacen estragos y dejan señalados. Por inercia, el entrenador, al que se le fue el equipo en el lugar menos esperado, justo en un pulso directo. Había argumentos en estas últimas jornadas para los indultos. Una veces los árbitros, otras ciertas pifias muy individualizadas. Esta vez fueron todos, desde el primero al último, desde el planteamiento al desenlace, pasando por el nudo. Fallaron la pizarra y los intérpretes. Colapsaron los rojiblancos ante el Alavés de Samu, que festejó el tanto que en realidad no coló y se controló en el que verdaderamente fue suyo, quizás consciente de que el club que le acunó y le hizo debutar en Primera se ahoga en la categoría.
Matteo Tognozzi, que alabó el espíritu y la voluntad de este colectivo antes del partido, tendrá que leer la cartilla a más de uno y, quizás, tomar sus primeras decisiones de calado en esta experiencia traumática que no espera a que analice con paciencia cada acción. El Granada se mete en diciembre en una situación crítica y no puede esperar a los regalos navideños como remedio. Al italiano le tocará un plan de choque. Para la ensoñación de cualquier seguidor rojiblanco, qué habría sido de su equipo con Bryan y Samu en punta. Uno se quedó en casa con sus cinco amarillas. El otro inoculó el mortífero veneno del 'ex'.
Alavés
Sivera; Gorosabel, Abqar, Rafa Marín, Javi López; Antonio Blanco, Guevara (Benavídez, m. 69), Abde Rebbach (Álex Sola, m. 69), Luis Rioja (Tenaglia, m. 90); Guridi (Hagi, m. 74); y Samu Omorodion (Kike García, m. 74).
3
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1
Granada
André Ferreira; Manafá (Ricard Sánchez, m. 79), Ignasi Miquel, Raúl Torrente, Carlos Neva; Gonzalo Villar (Sergio Ruiz, m. 62), Gumbau, Melendo (Shon Weissman, m. 79); Uzuni, Álvaro Carreras (Antonio Puertas, m. 62) y Lucas Boyé (Famara Diédhiou, m. 62).
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GOLES: 1-0, m. 11: Raúl Torrente, en propia puerta; 2-0, m. 38: Abde Rebbach; 3-0, m. 55: Samu Omorodion; 3-1, m. 86: Uzuni, de penalti.
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ÁRBITRO: Alberola Rojas (comité castellano-manchego). Amonestó al local Guevara (m. 9); y a los visitantes Gonzalo Villar (m. 16) y Lucas Boyé (m. 59).
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INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 14 de LaLiga EA Sports, disputado en el estadio de Mendizorroza, ante 15.705 espectadores.
En la jerga moderna, lo penúltimo es llamar estructura a los sistemas de juego. Es como darle un barniz de complejidad a lo antiguo. Los números repartidos con sencillez de toda la vida tornan en ecuaciones. En el Granada, suele ser la ubicación de Óscar Melendo la que altera ese mecanismo, pero el Melendo de Primera no es el de Segunda y esos recorridos de banda a centro, y viceversa, resultan infructuosos, como ver girar una peonza. Esto con balón; sin este es de una transparencia de medusa, con efecto contagioso, aunque de esto tiene más culpa la falta generalizada de un rasgo esencial en el fútbol competitivo: la mala uva.
Los rojiblancos no se cansan de manosear la misma partitura, que ya amarillea. Se saben lo que pone en el pentagrama de memoria cuando tienen el esférico, lo tararean en los primeros minutos, pero se olvidan de la melodía en la parte en la que el rival hace retumbar la percusión, cuando responde. El Granada empezó con una pared prometedora de Álvaro Carreras, intentando ocupar el hueco inmenso de Bryan Zaragoza, y hubo promesa de algo más en un envío largo de Villar en el que Gumbau acabó chutando manso. Pero en cuanto se confiaron un poco, llegó la tunda. El grupo se esfumó.
La presión alta, apretar en campo contrario para los clásicos, es absurda cuando carece de la agresividad precisa para frenar al contrario si este hace una maniobra genial tras el robo y la salida. Luis Rioja, desde la madriguera, arrancó en conducción, soportó alguna tarascada que no le derribó y oteó la pradera abierta como si fuera Waterloo. Retrocediendo, los rojiblancos empezaron a perder trozos de armadura. Javi López entró por el lado de Manafá y puso un centro hacia Samu que este rozó, pero que desvió a meta Torrente. Al exnazarí le dio igual la autoría porque lo celebró efusivo, con más cuentas pendientes seguramente hacia los propietarios del escudo en los papeles que por aquellos fieles que sienten el emblema en el pecho desde siempre.
Con el 1-0, otra puerta a cero a la cuneta, el Alavés se expandió como sabe, apretando sin desarmarse, a su ritmo, dejando que el Granada volviera a caer en la trampa. Los rojiblancos no eran capaces de dar tres pases finos, siempre con el desplazamiento en largo como forma de huida. Se olía el segundo tanto y llegó en circunstancias parecidas, con un repliegue lamentable de los visitantes, arrasados sin remedio por Guridi, Javi López y Abde Rebbach, sutil este en el cruce ante un André Ferreira, al que le costó tirarse a tiempo.
Cada contra era un incendio. Era todo un circo ridículo, con Manafá por dentro, los centrocampistas despistados y los de arriba sin enterarse de nada, apenas Boyé peleando por los demás. Una actuación patética que requería quirófano y cirugía al descanso si Paco López quería evitar que el 'tsunami' lo arrastrara ya sin remedio.
Era un momento fundamental. Observar si tenía pulso tras el descanso, pero las primeras acciones confirmaron que el Granada seguía en la UCI, por más que reposicionara a sus pivotes, Gumbau echando el ancla. André Ferreira sacó guantes ante una sacudida de Luis Rioja y se estiró en un centro de Javi López que llevaba chile.
Rondaba mucho el Alavés y concretó Samu, que viéndose como protagonista contuvo la alegría, quizás tras alguna reflexión en el entreacto. Fue un cabeceo no demasiado vehemente, pero a André se le doblaron las manos como si fueran de goma.
Disfrutaban los de Mendizorroza y llegaba un triple cambio del Granada de cara a la galería. Sergio Ruiz, Puertas y Diédhiou a intentar revivir a un cadáver. La cara de Gonzalo Villar al ser sustituido, con los ojos cerrados, abatido en el banquillo, sufriendo, impotente, resumía todo.
Los rojiblancos continuaron persiguiendo sombras. El Alavés parecía dar por finiquitado el asunto y retiró a intocables como Guevara, Guridi y el propio Samu. A Paco López le quedaba solo Weissman y le acompañó Ricard. Al israelí le cayó una buena pitada, entre cánticos propalestina.
De los que salieron, solo Diédhiou pareció al margen de depresiones. Se movió con soltura, probó su cañón y sufrió un penalti que materializó Uzuni. El tanto abrió unos minutos briosos, muy del Granada también, en los que suele acortar marcadores, pero no fue a más aunque el equipo lo intentara ya sin red. Nada ni nadie podían aplacar una derrota lamentable.
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