Opinión Granada CF

Teoría del iceberg

Esta teoría se aplica a otras disciplinas ajenas al periodismo o la literatura, como la psicología, y también tiene cabida en el fútbol. En concreto, en la figura del entrenador. Desde el prisma del aficionado, la parte visible del trabajo de un director técnico es superficial: alineación, dirección de campo, formación táctica de salida y gestión de los cambios. Sin embargo, hay muchos más factores que yacen bajo la línea de mar y que solemos omitir los que nos acercamos al fútbol por pasión, no por profesión.

No es casual que muchos de los mejores equipos de la historia sean recordados por la firma de sus entrenadores. Los de autor: el Milan de Sacchi, el Barça de Cruyff, el City de Guardiola, el Ajax de Van Gaal y el Madrid de Mourinho son ejemplos populares, pero en Granada tenemos fresco el recuerdo de Diego Martínez. El 'chamán' tuvo éxito porque dominó todas las facetas: conocimiento táctico, capacidad estratégica, liderazgo y gestión de grupo, comunicación, inteligencia emocional, dominio del entorno y mentalidad ganadora y resiliente.

El esperpento en Málaga volvió a mostrar que Escribá no ha logrado alinear la voluntad de un grupo voluble, heterogéneo y proclive a la dispersión. La gestión de empleados es compleja en fútbol porque suelen ser personalidades ablandadas por dinero, halagos y facilidades. Un entrenador parte desde la debilidad, por lo que aquel que se hace fuerte supone una anomalía estadística. La probabilidad de que un club encuentre una figura titánica, capaz de sostener todo el iceberg, es escasa. El sentido común dicta que cualquier dirigente haría lo posible por conservar a su Atlas, pero el fútbol es un territorio helado en el que se congela la cordura.