Los voluntarios de prisiones
PUERTA REAL ·
En las cárceles se concentra, mayoritariamente, el resultado de muchos fracasos de nuestra sociedadJUAN SANTAELLA
Jueves, 5 de julio 2018, 01:54
Cada año, al final de curso, la cárcel de Albolote y el CIS (Centro de Inserción Social) dan un pequeño homenaje a los diferentes voluntarios ... que durante todo el año trabajamos en la reinserción social, educativa y cultural de los presos, intentando que las cárceles cumplan los objetivos que la Constitución establece. Diferentes asociaciones (AVOPRI, Pastoral Penitenciaria, Solidarios para el Desarrollo, Diagrama, Cruz Roja...) colaboran en alfabetización, examen libre de Secundaria, carné de conducir, bricolaje, carpintería, pintura, cerámica, visitas culturales, senderismo, charlas en los centros educativos...
Los que visitamos asiduamente las cárceles, observamos que en ellas hay un alto porcentaje de internos que sufren enfermedades mentales que ya padecían; hay bastantes drogodependientes; y muchos presentan un bajo nivel educativo, con antecedentes de fracaso escolar. La mayoría no ha tenido nunca un empleo estable, y bastantes de ellos han padecido en su infancia abusos, malos tratos, abandonos, etc. En resumen, que en la cárcel se concentra, mayoritariamente, el resultado de muchos fracasos de nuestra sociedad.
Por ello, como dice Mercedes Gallizo, ex directora general de Instituciones Penitenciarias, las cárceles no pueden ser zonas de exclusión, sino lugares de reinserción. Una tarea esencial de las prisiones, al mismo nivel que el cumplimiento de las penas, «ha de ser la rehabilitación del preso a través de la educación, el trabajo y el tratamiento de sus problemas de salud física y mental. En la cárcel, el preso ha de encontrar nuevas motivaciones para vivir en libertad, ha de adquirir nuevos valores, ha de aprender a respetar a los demás y ha de hallar nuevas sendas por las que conducir su vida».
Según el artículo 25.2 de la Constitución, «las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social. El condenado a prisión gozará de los derechos fundamentales, a excepción de los que se vean expresamente limitados por el contenido del fallo condenatorio... En todo caso, el preso tendrá derecho al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad». Para la Ley Penitenciaria, el penado no es un ser eliminado de la sociedad, sino una persona que continúa formando parte de la misma, y se debe preparar su vuelta a la vida libre en las mejores condiciones para ejercitar socialmente su libertad.
Esta labor de reinserción es la que pretendemos realizar los voluntarios, en colaboración con la dirección y los funcionarios de prisiones, durante todos los días de la semana, en nuestro contacto directo con los internos. Nuestra presencia, próxima, altruista y comprensiva, les hace reencontrarse con una sociedad que a muchos de ellos les fue adversa, y a la que ellos respondieron con el delito y con la desobediencia a la ley.
El juez de Vigilancia Penitenciaria, Pedro Joya, afable y preocupado, como nadie, por la situación de cada uno de los presos y de su reinserción, en una brillante intervención ante los voluntarios, nos contaba que hoy tienen más vigencia que nunca las palabras de Nelson Mandela: «Nunca se conoce a un país hasta que no se conocen sus prisiones. Una sociedad no se mide por el trato que les da a los más favorecidos, sino a los desfavorecidos». Y así es. La sensibilidad humana de un país se mide por la protección de los débiles, de los marginados, de los que carecen de medios, o de los que han perdido la libertad. Y es que como muy bien decía Antón Chejov: «Lo importante es el ser humano, lo demás son añadidos».
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