«Volcó por conducir hablando por el móvil y solo decía que dónde estaba su teléfono»
La Guardia Civil de Tráfico de Granada multó en 2017 a 3.636 personas por usar el celular al volante y a 2.193 en este año; ya es la infracción más común tras el exceso de velocidad
CARLOS MORÁN
Granada
Martes, 28 de agosto 2018, 01:18
Hay personas que están dispuestas a dar la vida por su móvil. No es una exageración ni una boutade. La obsesión por los teléfonos celulares ... está alcanzado cotas demenciales. Esa dependencia del aparato estrella de las denominadas nuevas tecnologías no solo es peligrosa para el propio adicto: también puede causar perjuicios a otros. Sobre todo, cuando está la carretera de por medio. La arriesgada práctica de conducir con el móvil pegado a la oreja o enviando (y recibiendo) mensajes de texto se ha convertido ya en la segunda infracción de tráfico más habitual en Granada. Sólo el exceso de velocidad está por delante, según la información facilitada a IDEAL por la Subdelegación del Gobierno en la provincia. No está mal para un transgresión de las normas de circulación que hace 20 años prácticamente no existía.
Da lo mismo que haya dispositivos como el 'manos libres': hay gente que prefiere jugársela. Y no son pocos. El año pasado, la Guardia Civil de Tráfico de Granada multó a 3.636 personas por circular haciendo un uso irregular del móvil. Y en lo que va de 2018 -concretamente, hasta el pasado 9 de agosto-, ya han sido sancionados por esa misma razón 2.193 conductores.
Además, los agentes del instituto armado retiraron en 2017 11.193 puntos a ciudadanos cazados con las manos en el teléfono y 6.690 en el presente ejercicio. Detrás de las cifras, que siempre son frías como la indiferencia, hay muchos sustos y, lo que es peor, mucho dolor.
«Los médicos le pedían calma para poder examinarla, pero solo le importaba el teléfono»
Es el sino de los tiempos. El boom de los teléfonos con conexión a Internet ha modificado hábitos de forma masiva. Probablemente, ningún otro invento ha influido tanto en el comportamiento humano en los últimos siglos. Y no siempre para bien. La onda expansiva de la eclosión de la industria de los móviles está alumbrando conductas que se aproximan demasiado al disparate. Sobre todo, a la hora de ponerse al volante. Hay conductores que pueden poner todo de su parte para morir (o matar) por su teléfono.
«Mientras le multábamos por circular hablando por el móvil seguía haciéndolo»
Fue lo que le sucedió a una mujer que recientemente transitaba por la GR-3303, que discurre por la Vega de Granada. Iba usando el móvil, se distrajo y se salió de la calzada. El automóvil se estrelló y quedó tirado de mala manera. Cuando llegaron los agentes de la Guardia Civil y los equipos sanitarios, la afectada sólo tenía una preocupación: «'¡¿Dónde está mi teléfono!?' '¡¿Qué le ha pasado a mi teléfono!?' Eso era lo único que decía. Era increíble. Los médicos le pedían que se calmara para poder examinarla y ver si tenía alguna herida, pero a ella lo único que le importaba era su móvil. Había volcado por circular utilizándolo y seguía pidiendo que lo buscáramos. Escalofriante. Y salió ilesa», recordaba ayer, todavía con un gesto de estupefacción, los pormenores del singular suceso el sargento Fermín Martín, jefe accidental del destacamento de Tráfico de la Guardia Civil de Granada.
La mujer, como precisó el agente de la Benemérita, no sufrió heridas, que es lo principal, pero no se fue de rositas. Utilizar el celular mientras se conduce conlleva una multa de 200 euros y la pérdida de tres puntos.
Una ruptura amorosa
El sargento Martín y sus compañeros tienen la misión de velar por la seguridad vial en buena parte de la provincia, incluida la Circunvalación de la capital, que, por razones obvias, es una de las carreteras más complicadas de Granada. Y se topan a menudo con ciudadanos que se empeñan en jugar a la ruleta rusa con sus teléfonos con conexión a Internet. «Hay verdaderos adictos», afirma el agente del instituto armado, que patrulla en motocicleta y ha visto de todo. Cuando bucea en su memoria y en los boletines de las sanciones, extrae historias que ponen los pelos de punta.
«Hace poco, habíamos montado un control y un coche se nos echó encima. Estuvo a punto de arrollarnos. Tuvimos que dar varios golpes en el capó para llamar la atención del conductor», empieza Martín a narrar otro incidente que tuvo su origen en el mal uso de los móviles. El tipo en cuestión iba sin el cinturón de seguridad y hablando por teléfono. Y continuó haciéndolo mientras el sargento cumplimentaba dos multas: 200 euros y tres puntos por lo del cinturón y lo mismo por la otra infracción. Pero el conductor seguía ajeno a lo que ocurría a su alrededor. Para él solo existía el auricular. Los guardias le llamaron la atención para que colgase de una vez. «Es que me ha dejado la novia. Es una ruptura amorosa», se justificó el joven.
El caso es que pretendió arrancar sin dejar de conversar por el móvil. «'Caballero, le recuerdo que le acabamos de sancionar por conducir con el teléfono', le tuve que decir», recuerda el sargento del destacamento de la Guardia Civil de Tráfico de Granada. Eso sí, se puso el cinturón de seguridad sin necesidad de que los agentes se lo ordenaran.
Periodistas aficionados
Y luego está el fenómeno de los «periodistas aficionados», conductores que mueven el volante con una mano mientras se graban a sí mismos con el móvil o reducen la marcha para hacer un vídeo de un accidente que se ha cruzado en su camino.
El pasado 17 de agosto sin ir más lejos, un trailer sufrió un accidente en la A-92, a la altura de Moraleda de Zafayona, lo que obligó a la Guardia Civil a cortar la circulación en un carril en cada sentido de la autovía. Pues bien, varios ciudadanos se dedicaron a filmar la escena con sus teléfonos. Como quiera que los agentes del instituto armado estaban ocupados con el camión, no tuvieron tiempo de parar a los infractores para multarlos cara a cara. Da lo mismo. No hace falta entregar personalmente el boletín. «Ya les llegarán las sanciones», pronostica el jefe accidental del destacamento de Tráfico de la Guardia Civil.
En este sentido, Martín hace especial hincapié en algo que para el común de los mortales puede parecer una obviedad, pero no lo es: «Hay quien intenta librarse de la sanción alegando que no iba hablando por el móvil, como si solo fuera eso lo sancionable y usar el WhatsApp estuviera permitido», explica el sargento de la Benemérita. Pues no, la utilización en la carretera de la aplicación de mensajería también está prohibida. De hecho, esa práctica puede ser incluso más peligrosa que mantener una conversación porque exige más concentración y, lo que es peor, hay que poner las manos a teclear en lugar de mantenerlas aferradas al volante. «Hace poco, en la Circunvalación en dirección a Motril, paramos a una mujer que sujetaba, entre comillas, el volante con los antebrazos mientras escribía un mensaje en el móvil», detalla Martín otro dislate causado por un manejo irresponsable de las nuevas tecnologías.
«Ponerlo en modo vida»
El miembro de la Benemérita aprovecha para recordar que los ciclistas tampoco pueden circular con auriculares para escuchar música a través de los móviles. Lo dice porque hay algunos que lo hacen y creen que no están contraviniendo las normas. «Son ochenta euros de multa, pero no implica la retirada de puntos».
Idéntico castigo se ganó un vecino que fue descubierto por la Guardia Civil cuando caminaba por la A-44 oyendo música con unos cascos enganchados al teléfono. «Nos dijo que había salido a pasear por la autovía. Esa fue su explicación. Comentó que no sabía que estuviera prohibido», refiere Martín.
Más. Encajar el móvil entre la oreja y el casco, una infracción propia de motoristas, tampoco está permitido. Ni los 'pinganillos'. Y los guardias ya tienen más que calado el truco de cubrirse el cuello con bufandas o fulares para que no se vean los 'pinganillos'.
Para el sargento Martín, la solución para ahorrarse problemas, dinero y, sobre todo, preservar la salud, es sencilla: «Que pongan el móvil en el modo vida, que lo apaguen cuando se suban al coche. No hay ninguna llamada que merezca jugarse la vida».
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