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RAMÓN L. PÉREZ
La última noche de patrulla del guardia civil asesinado en Granada

La última noche de patrulla del guardia civil asesinado en Granada

«El agente estaba en nuestra gasolinera tomando un café cuando pasaron el aviso del robo en Las Gabias y dijo que se iba a pillar al malo»

J. R. V.

GRANADA

Jueves, 1 de enero 1970

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La dimensión delictiva de Juan Antonio M. G. la puede medir el subfusil -un arma de guerra- que portaba después del presunto robo cometido la madrugada de ese mismo lunes en un bar de Las Gabias, dos horas antes del homicidio del guardia civil José Manuel Arcos. ¿Para qué quiere un delincuente común un arma de ese calibre? ¿Para robar un bar? Durante su declaración judicial optó por no aclarar nada sobre la posesión de este artefacto que abandonó en su huida antes de, presuntamente, acabar con la vida del guardia. El subfusil lo llevaba guardado en una mochila, junto al dinero robado en el bar de Las Gabias sobre las 2.45 horas, un teléfono móvil y su tarjeta sanitaria. La mochila iba en uno de los asientos del Ford Scort de color blanco, matrícula GR-2**7-I, sustraído en Cájar poco antes del robo en Las Gabias.

«El guardia civil estaba en nuestra gasolinera tomando café con su compañera de patrulla, pasaron el aviso por radio del robo de Las Gabias y dijeron que se iban a ver si encontraban al malo. Serían más de las tres y media de la madrugada», señala Antonio, el propietario de la gasolinera BP de Huétor Vega. Arcos solía tomar café en esta estación las noches de servicio, no había otro lugar abierto por la zona. La víctima y la guardia se encontraban haciendo otro servicio por la zona antes de darse una tregua. Les habían encomendado patrullar el entorno de Monachil, Cájar y Huétor esa noche en busca de los autores de un delito, cuya causa se encuentra bajo secreto de sumario.

El guardia y su compañera vieron un Ford Scort blanco que aceleró tras hacer un extraño quiebro al advertir a la patrulla de la Guardia Civil, cerca del cruce de Cájar con Monachil y Huétor Vega. El 'Kiki' no respetó el alto de los agentes y pisó el pedal a fondo para poner rumbo por la avenida de Doña Juana a la zona alta de Huétor Vega. El coche patrulla iba detrás, pisándole los talones. El 'Kiki' llegó a una calle sin salida y ahí abandonó el vehículo, comenzando una huida a pie. Lograron darle alcance, intercambiaron algunas palabras, pero volvió a escapar dejando atrás la mochila que portaba con el subfusil, el botín del robo en Las Gabias y su tarjeta sanitaria.

Cuando huyó tras el homicidio, se dirigió a Monachil, donde robó otro coche

La compañera de Arcos se quedó un poco atrás, mientras el guardia desenfundó el arma que llevaba en la mano e hizo algún disparo intimidatorio al aire. El 'Kiki' lo esperó escondido en un parque y, cuando lo vio aparecer, se abalanzó sobre él y allí presuntamente le disparó en la ingle tras arrebatarle la pistola.

La compañera del guardia abrió fuego contra el 'Kiki' y todo apunta a que este contestó con al menos dos disparos, pese a que su letrado lo niega.

«Mi mujer me avisó de que había escuchado un ruido extraño, me levanté y escuché a la guardia civil que estaba atendiendo a su compañero y decía: 'Mi compañero tiene un disparo en el costado'. Entonces bajé rápidamente, le intenté taponar la herida pero perdía muchísima sangre. En cuestión de un minuto, no más, vino un vehículo de la Guardia Civil, lo montamos en el coche y se lo llevaron al hospital. Cuando yo lo vi estaba ya inconsciente». Estas son las palabras del único vecino que salió el lunes a las 4.15 horas a prestar auxilio al guardia fallecido. Prefiere mantenerse en el anonimato.

El 'Kiki' huyó hacia Monachil, seguramente a través de una zona de campo que une Huétor Vega con la localidad monachilera, y, a primera hora de la mañana, robó una furgoneta en la calle las Huertas de Montoya, una zona ubicada a espaldas de la carretera que conduce al pueblo de Monachil. El 'Kiki' huyó con el arma reglamentaria del fallecido. A las cinco y cuarto de la madrugada estaban movilizadas todas las patrullas de la Guardia Civil de la provincia y policías locales de los pueblos cercanos a Huétor Vega. A esa hora ya sabían quién era el malhechor gracias a la tarjeta sanitaria que se dejó en la mochila arrojada en su huida. La compañera de la víctima también facilitó una descripción en el hospital a sus compañeros que permitió ratificar lo que ya se sabía. Los controles establecidos resultaron muy incómodos, pero muy eficaces. Los guardias miraban maleteros y el interior de autobuses de línea. Sabían que el 'Kiki' aún andaba por la zona. A las 9.25 horas pararon una furgoneta Nissan Kubistar y cuando le dijeron que se bajara del vehículo y abriera la puerta trasera, no supo hacerlo. Él solo se delató. A esa hora José Manuel Arcos ya había fallecido.

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