Mi última columna
El ejercicio del periodismo y del columnismo exigen de un compromiso estético y deontológico, y de una voz propia, al margen de las específicas leyes de redacción o de narrativa
Juan Vellido
Sábado, 28 de julio 2018, 02:10
Está será mi última columna en 'Puerta Real', aunque espero que no mi último artículo en IDEAL, toda vez que el director de este periódico, ... y amigo, Eduardo Peralta, me brindara la oportunidad de seguir colaborando cuando le expresé mi deseo de jubilarme y, por tanto, de renunciar a toda remuneración ajena a la pensión de la Seguridad Social.
Hace casi 45 años que vio la luz mi primer artículo de opinión en la revista 'Ajoblanco' y desde entonces, como cualquier otro veterano del periodismo, he publicado miles de reportajes, entrevistas crónicas, columnas, o crítica cinematográfica, literaria o de otras disciplinas de la cultura, especialidad esta en la que me he movido durante casi toda mi carrera profesional.
Durante este tiempo he trabajado como colaborador, redactor, editorialista, redactor jefe, y director de distintas revistas y periódicos, pero ha sido en el rotativo IDEAL –en el comencé a colaborar en 1986– donde he podido desarrollar mi etapa más creativa y fructífera, tanto como articulista de opinión y columnista ('Entre bastidores', 'Trocadero', 'La calle', 'Puerta Real') como en el suplemento de cultura 'Artes y Letras', del que –a propuesta del entonces director Melchor Sáiz Pardo– fui fundador y responsable durante 16 años.
Un viejo compañero de Universidad, con el que coincidí primero en Barcelona y más tarde en el Máster de Comunicación, en Madrid, me comentó, a propósito de mi irrenunciable deseo de jubilarme de mi trabajo en la UGR, que si un profesional, que ha demostrado su vocación y un cierto rigor en el trabajo, demuestra tanto afán en jubilarse es porque algo está fallando en el ámbito profesional y en la propia sociedad. Pero esa es harina de otro costal.
Siempre he entendido el periodismo como un género literario –el único que nunca debe faltar a la verdad– y he considerado subgéneros periodísticos los distintos tipos –sean informativos, de opinión o de ensayo– en que se agrupan los diferentes modelos expresivos de la periodística, según el papel del narrador o emisor del mensaje respecto de la realidad de que se trata. Y aunque estoy convencido de que la excelencia literaria puede darse en cualquiera de los subgéneros que constituyen la narrativa periodística (noticia, reportaje, entrevista, crónica, artículo de opinión, editorial, mixtos), tengo la certeza de que el columnismo, en general, es más propicio al buen ejercicio de estilo, y a la calidad literaria. Y el periodista o el escritor que lo practica ha de mostrarse más exigente en él.
Todo el mundo sabe escribir. Todos estamos capacitados para referir hechos y reflexionar sobre ellos. Pero no se trata solo de contar historias; para eso no hace falta ser escritor, ni periodista. El ejercicio del periodismo y del columnismo exigen de un compromiso estético y deontológico, y de una voz propia, al margen de las específicas leyes de redacción o de narrativa, e incluso de los registros expresivos. A menudo no es tan importante lo que se cuenta como la manera en que se cuenta.
Ojalá el lenguaje escrito fuera siempre un regalo para el lector.
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