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Turistas de visita por la capital granadina, en la calle Oficios, cerca de la Capilla Real. ALFREDO AGUILAR
Más turistas, pero dejan menos dinero

Más turistas, pero dejan menos dinero

Empresarios del alojamiento y la hostelería dudan de los beneficios del modelo actual | Las instituciones señalan a las viviendas turísticas como motor de un ecosistema que prima el bajo coste

Juanjo Cerero

GRANADA

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Lunes, 17 de septiembre 2018, 00:39

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Son las doce de la mañana y en las calles Navas ya es la hora del almuerzo. Aquí no hacen falta debates de la Unión Europea sobre cambios de hora; ya hace algún tiempo que se vive en horario internacional. Cruzar los 178 metros de esta vía, que conecta directamente con la Plaza del Carmen de la capital, es volver a los tiempos de la Torre de Babel. Inglés, alemán, italiano y francés se entrecruzan con naturalidad al paso del redactor. Lo complicado hoy es oír en este lugar un acento granadino. De fondo atruena un ruido de cláxones. Algunos coches, detenidos en calles aledañas, esperan impacientes a que las maletas acaben de bajar de los vehículos que cortan el paso y entren en los pisos turísticos que abarrotan la zona. Aquí, en uno de los lugares más concurridos de la ciudad por parte de visitantes extranjeros, Granada debate y se juega el futuro de su modelo turístico, que es también el de la ciudad. Ya son varias las voces que alertan, tanto desde el sector del alojamiento como el de la hostelería, de que las cifras de récord no se están traduciendo, al menos al nivel que debería, en beneficio económico para la ciudad.

Un indicador que ha consolidado la preocupación de los profesionales es la rentabilidad de los hoteles. De acuerdo con un informe elaborado por Comisiones Obreras basado en datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), cada plaza deja hoy menos dinero que durante el primer semestre del año pasado. La diferencia es aún leve. La tarifa media diaria cayó un 1,66% hasta junio. El descenso fue especialmente importante en los dos primeros meses del año -5,41% en enero y 4,54% en febrero-, cuando parte de la actividad turística depende de la actividad en la estación de esquí de Sierra Nevada. Este mismo verano no ha sido difícil encontrar habitaciones disponibles en hoteles de cuatro estrellas de la capital por entre cuarenta y cincuenta euros la noche. Mientras tanto, la tarifa en el conjunto de Andalucía no sólo no descendió, sino que creció un 5,88%.

Romper la economía local

Un estado de la situación que Antonio García, secretario general de la Federación Provincial de Empresas de Hostelería y Turismo de Granada, ve con preocupación de cara al futuro. Los profesionales del sector se encuentran sumidos en un proceso de renovación de su funcionamiento para adaptarse al nuevo ecosistema del alojamiento, en el que ha irrumpido con fuerza en el último lustro la vivienda turística. Desde los representantes de los hosteleros y el Consistorio de la capital señalan a la proliferación desatada de este tipo de vivienda como el gran problema al que se enfrenta el desarrollo económico del turismo en la capital. Un «elemento capaz de romper todo el sistema económico y arruinar la ciudad como destino», resume la actual concejala de Turismo, Raquel Ruz.

No es difícil notar los efectos del modelo de visita de bajo coste en la calle Navas, uno de los puntos neurálgicos de la restauración para guiris en la ciudad. Dicen algunos dueños de establecimientos de la zona que lo están comenzando a notar en sus bolsillos, sobre todo este año. Alberto regenta el bar La Abadía, un negocio que comenzó su padre en 1995 y que ahora él se plantea cerrar. En su opinión, la evolución del perfil del turista ha sido «nefasta»: «Antes lo normal era que la gente que venía de visita y se quedaba por la zona parase a comer o a cenar en alguno de los sitios de aquí. Ahora los ves subir cada mañana con las bolsas del Mercadona y por aquí ni aparecen. Yo hace meses que tengo mi negocio en traspaso y ni siquiera me lo quieren comprar porque no compensa la inversión», explica. José Antonio, otro hostelero de Navas, coincide con su versión. «Estar aquí sigue siendo rentable para los que tenemos un negocio, pero cada vez menos». Entre las causas citan la inflación en los alquileres de los locales situados en las zonas de mayor actividad turística y las aledañas, que sumado al éxito del modelo de bajo coste, «que no le hace consumo a la ciudad», en palabras de Alberto, y un número bajo, aunque creciente, de pernoctaciones -la estancia media en lo que va de año en la capital está por debajo de los dos días, en concreto en 1,78- está haciendo más difícil conseguir cuadrar las cuentas.

En otros puntos de la ciudad, algo más alejados de la zona caliente, ven las cosas con mejores ojos. Guillermo Portillo, que regenta una taberna en la calle Duquesa, asegura que gracias sobre todo a los visitantes extranjeros están «consiguiendo salvar muchos meses», algo que no podrían hacer «sólo con el granadino, que como el resto de españoles sigue estando corto de dinero». Un problema que las autoridades dan también por asumido. Raquel Ruz, concejala del ramo, destaca en conversación con este periódico la «apuesta por consolidar el turismo de larga distancia por ser de mayor calidad», que es lo mismo que decir que mejor que vengan los de fuera porque los de aquí llegan con el bolsillo medio vacío.

Los dueños de apartamentos turísticos, claro, dan otra visión de la situación. Reivindican que el modelo que operan «fomenta que la gente se quede más días»; un hecho que no está ligado directamente a un mayor rendimiento económico sobre la ciudad, sobre todo si no se acude al comercio local. Tratar de atraer a los visitantes se puede hacer de muchas maneras; en la capital granadina, coinciden en señalar las personas consultadas, se opta por «una guerra de precios suicida, donde todo el mundo se pelea por ver quién pone la tapa más grande y la cobra más barata para que entre gente» y que está acabando por no beneficiar a nadie, afirma categórico Juan Cazorla, dueño de varios bares y restaurantes en Granada.

El empleo turístico

El problema se acrecienta porque, además, por primera vez este año se está comenzando a notar un descenso en la llegada de viajeros a la provincia y la capital. De acuerdo con las estimaciones de la Federación, en agosto el número de turistas cayó entre un 5% y un 8% por la recuperación paulatina de mercados como los de Turquía o Egipto, de cuya delicada situación política se habían nutrido destinos alternativos como España. Antonio García no prevé que la situación vaya a mejorar en el futuro próximo; más bien al contrario.

La marcha de los acontecimientos afecta también al empleo en esta actividad, que se pretende, no sólo desde el Ayuntamiento de la capital sino desde diversos puntos de la provincia, como municipios de la Alpujarra, como el motor económico para los próximos tiempos. Con respecto al primer semestre del año pasado, el sector apenas ha generado empleo; en concreto, la variación sobre 2017 del personal empleado, según los datos del INE que maneja el sindicato en su estudio, es de apenas el 0,02%. A ello se le añade lo que desde CC OO describen como una «precarización creciente del empleo». Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), la temporalidad en la hostelería supera el 50%, algo que afecta en especial a las mujeres, que suponen el 51,7% de los trabajadores en el sector en la comunidad autónoma.

Ante estos datos, hay quienes se preguntan, tanto desde quienes se dedican al alojamiento como a la hostelería, «quién está ganando aquí dinero con el turismo». Las voces institucionales señalan a los inversionistas que lo están apostando todo a la rentabilidad a corto plazo de las viviendas de uso turístico. Sirven también de chivo expiatorio: las autoridades locales y provinciales tienen las manos atadas para luchar contra ellas. El Ayuntamiento puede llegar hasta a aprobar una ordenanza, cuyo estudio ya ha encargado, según confirmó la concejala del ramo, Raquel Ruz. Pero incluso estos reglamentos municipales están siendo tumbados, total o parcialmente, en instancias judiciales superiores.

Todos esperan ahora a que el Estado y las comunidades tomen cartas en el asunto y unifiquen criterios. A partir del 30 de septiembre las ofertas de alojamiento turístico que figuren en la plataforma Airbnb y no cuenten con número legal de registro serán eliminadas; algo que desde el Consistorio consideran positivo, aunque creen que difícilmente solucionará el problema de fondo.

Mientras unos y otros esperan a que baje la marea, el debate entre comerciantes, hoteleros y restauradores de la ciudad sobre el modelo turístico de Granada continúa. Como Quique González, se preguntan dónde está el dinero. Alberto remata: «Como no les esté yendo bien a los que venden regalos en Calderería y por ahí...».

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