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Un tribunal popular juzgará a un casero acusado de asesinar a su inquilino de 30 puñaladas

Un tribunal popular juzgará a un casero acusado de asesinar a su inquilino de 30 puñaladas

El fiscal pide 17 años de cárcel para el procesado, que, presuntamente, usó dos cuchillos de cocina para acabar con la vida de su realquilado

C. MORÁN

GRANADA.

Sábado, 22 de septiembre 2018, 14:34

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La víctima tuvo una muerte atroz. A pesar de que ya había recibido una decena de heridas mortales de necesidad, seguía con vida, pero el agresor continuaba asestándole puñaladas «con la intención de aumentar» su dolor. Los forenses contabilizaron más de 30 cuchilladas en el cadáver, además de casi una veintena de lesiones causadas por golpes.

El espeluznante suceso, que será juzgado este próximo mes de octubre por un tribunal popular en la Audiencia Provincial, ocurrió a las nueve de la noche del 22 de julio del año pasado en una vivienda ubicada en una planta baja de un edificio de la calle Friburgo, en el distrito Beiro de la capital granadina. El supuesto atacante era el propietario del inmueble y el fallecido, uno de sus realquilados. Según la Fiscalía Provincial de Granada, la relación entre el casero y su inquilino era tormentosa. Mantenían «frecuentes» disputas por la «supuesta afición (...) a la bebida» de la víctima, detalla el ministerio público en su escrito provisional de acusación, un documento en el que solicita una pena de 17 años de cárcel para el procesado por la comisión de un delito de asesinato.

Tres cuartillas

El agresor no huyó del lugar de los hechos y reconoció que fue el autor del crimen

Al parecer, fue la decisión de otro realquilado de irse del piso lo que desató la carnicería. El arrendador y su cliente discutieron por ese motivo, pero en esta ocasión la riña tuvo un desenlace trágico. El encausado «comenzó» a dar «puñetazos» en la cara a su inquilino, «rompiéndole a continuación un taburete en la cabeza». El herido cayó al suelo y el agresor siguió golpeándole, mientras decía: «Yo te mato», relata el fiscal. Y no hablaba por hablar. Acto seguido, el acusado corrió a la cocina y cogió dos cuchillos de más de veinte centímetros de hoja cada uno de ellos. Con esas dos armas, el casero «apuñaló reiteradamente» a su realquilado «hasta causarle la muerte».

La relación de las heridas que causó el supuesto agresor a la víctima ocupa tres cuartillas, lo que da una idea de la violencia e intensidad del ataque.

En este sentido, once de las más de treinta puñaladas que asestó el procesado a su arrendatario eran mortales de necesidad, caso de un corte en el cuello de catorce centímetros de longitud que le «seccionó la tráquea». De hecho, la consiguiente hemorragia hizo que la infortunada víctima acabase ahogándose en su propia sangre, según describe el fiscal.

Sin embargo, el óbito no fue instantáneo y el encausado siguió acuchillando a su realquilado «con la intención», resalta el ministerio público, «de aumentar» su dolor, porque «aún se encontraba» vivo y «consciente».

En concreto, los forenses sumaron quince lesiones en distintas partes de la cabeza de la víctima.

Cuando la Policía Nacional y los equipos médicos, que habían sido alertados por los vecinos, llegaron al lugar de los hechos nada pudieron hacer por el agredido y tuvieron que limitarse a certificar su muerte.

Confesó

El presunto autor del asesinato no huyó del piso y reconoció ser el autor del ataque, por lo que la fiscalía contempla la «circunstancia atenuante de confesión». El ministerio público también indica que el procesado padece una enfermedad mental, pero aclara que el trastorno en cuestión no le nubló el entendimiento. «El acusado, que sufría una esquizofrenia residual que no alteró su capacidad intelectiva ni volitiva para realizar los hechos narrados, confesó espontáneamente» ser el homicida.

Si no se produce un acuerdo que evite la celebración de la vista oral del juicio, será un tribunal popular el encargado de dirimir la culpabilidad, o no, del procesado.

La Audiencia Provincial ha reservado cuatro días, entre el 1 y el 4 de octubre, para este caso.

Ni la víctima ni el agresor tenían antecedentes policiales.

El acusado está entre rejas desde que ocurrió el suceso. El fiscal le pide 17 años de cárcel.

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