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Funeral en memoria de las víctimas de la tragedia del Kursk Archivo de IDEAL
La tragedia del Kursk: el orgullo militar ruso que se hundió en el Ártico

La tragedia del Kursk: el orgullo militar ruso que se hundió en el Ártico

AQUEL VERANO DE 2000 ·

Amanda Martínez

Granada

Miércoles, 12 de agosto 2020, 23:48

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El 12 de agosto de 2000 la tripulación del submarino ruso Kursk desplazado en el mar de Barents, en el Océano Ártico, emitió su última comunicación: «Listos para dispara torpedos». El submarino más moderno de los nucleares rusos, el que el ejército exhibía con orgullo y del que se aseguraba que era capaz de resistir un ataque nuclear, realizaba unas maniobras rutinarias cuando uno de sus torpedos en mal estado explotó y destrozó la proa de la nave.

Bajo las aguas del Ártico, sus 118 tripulantes agonizaban. La noticia no se conoció hasta dos días después. Los familiares se enteraron del suceso por la televisión. Nadie del Gobierno ni de la Marina se puso en contacto con ellos para informarles de si su hijo, marido o padre, se encontraba en el submarino hundido.

Fueron doce días de sufrimiento, sitiendo que sus seres queridos se moría sin remedio, abandonados en el fondo del mar. Poco a poco, las familias fueron llegando al lugar donde se coordinaba el rescate de la tripulación, pero solo recibieron silencios y mentiras para mitigar sus esperanzas y su dolor.

Rusia negó desde el principio la ayuda de países extranjeros. Para el gobierno cualquier intervención se interpretaba como espionaje del submarino y de su carga. Pero los ciudadanos empezaron a rebelarse. Cuando Putin aceptó la ayuda británica y noruega fue demasiado tarde.

La tragedia del Kursk dejó al descubierto las grietas y las mentiras de Rusia como potencia militar y fue una sacudida para la sumisa población rusa que cambió su relación con el poder.

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