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Los vecinos de Ogíjares afectados por la tormenta de ayer: «Las calles eran un caos»
Las lluvias torrenciales que asolaron ayer domingo la provincia siguen limpiándose a la espera de hacer balance de daños
Sergio González Hueso
Granada
Lunes, 9 de septiembre 2019, 13:01
«Las calles eran un caos». Francisco recuerda compungido y asustado lo que vivió en la dramática jornada de ayer. Es taxista y vecino del ... municipio de Ogíjares. Él se cuenta como uno de los afectados de los efectos de las lluvias torrenciales que asolaron en la tarde de este pasado domingo la provincia de Granada, donde se han contabilizado 230 incidencias por el servicio coordinado de emergencias 112 de Andalucía.
El vecino del número 23 de la calle Marte no se imaginaba lo que iba a encontrarse cuando su mujer, sobre las 15.30 horas, le dijo que fuera a mirar el garaje porque «llovía mucho». Lo que vio fue cómo el agua empezaba a entrar sin permiso en su cochera. Allí, en el lugar donde estaba aparcado «su pan», su herramienta de trabajo, el taxi con el que paga las facturas y da de comer a los suyos. «Lo primero que pensé fue en sacar el coche. Solo eso, pues si se le entraba agua acababa en la ruina», recuerda este vecino, que cuando abrío la puerta del garaje se le vino una ola de agua que le hizo temblar.
Pudo sacar el coche y aparcarlo en la calle, aparentemente fuera del peligro. A esas alturas Marte ya era un «río», como bien describió desde la ventana de la segunda planta la hija de la familia. Todo pasó rapidísimo, aunque hoy Francisco no tenga esa sensación. Lo siguiente que hizo fue intentar sacar el agua. «Pensaba que cómo era que nadie venía a ayudarme, pero claro, es que estaba todo el mundo igual que yo». La actividad era frenética y tras un rato, empezó a ver la acera y se tranquilizó. Entonces se dio cuenta de que el desastre se había hecho omnipresente en el barrio, donde ni mucho menos había sido él el peor parado.
Un coche flotando
«Cuando me enteré de cómo estaba la casa de la esquina, relativicé bastante lo que me había pasado, lo que había perdido». Francisco define hoy como «dantesco» lo que se encontró en la vivienda de Alejandro y Ángela.
El número 10 de la calle Luna ha amanecido con una realidad difícil de asumir por parte de sus propietarios. A las 9 horas han llegado para volver a confirmar que la pesadilla de ayer no se ha terminado al despertar. Todo lo contrario. El coche sigue con el capó abierto e inservible, no hay luz en toda la casa y los juegos infantiles de sus hijos están destrozados. También los electrodomésticos o la caldera del gas, que está medio vacía. De ahí que la parte de abajo de su casa huela a gasolina y resbale. Aún no pueden limpiar, borrar aunque solo sea de su vista el efecto del dramático chaparrón. Es la mañana del día siguiente, y aún tiene que llegar el seguro para evaluar los daños.
Ángela no puede contener el llanto. En apenas unas horas las certidumbres que tenía al llegar a esta unifamiliar de Ogíjares se han ido por el desagüe, nunca mejor dicho. Llevan desde el pasado mes de junio en esta vivienda, en la misma que ayer les dio un susto del que tardarán mucho en recuperarse. Lo han perdido «casi todo» en una tarde que prometía, llena de deportes en la televisión y con el pueblo en fiestas. Alejandro estaba precisamente viendo a la selección de baloncesto cuando oyó llover. Lo primero que sintió es suerte, por tener un plan perfecto en un día de lluvia. España ganaba, encima. Todo perfecto hasta que oyó gritar a su hija. «Miré por la ventana y vi que caía una manta de agua impresionante», cuenta Alejandro, que lo siguiente que hizo fue ver el patio y se asustó. Pensó en el coche nuevo y en el garaje. Cuando llegó, el agua le llegaba ya por el pecho. «Cuando fui a sacarlo por la rampa, el agua me levantó la parte de atrás del coche y lo devolvió a la cochera, y allí se quedó flotando». Alejandro ya no cuenta con su vehículo. Tampoco con cientos de cosas materiales que han caído presa del agua. Viendo la marca que ha dejado el agua en la pared, solo piensa en que su familia está bien y que ahora toca pedir responsabilidades.
Tanto él como sus vecinos, pedirán en los próximos días una solución al Ayuntamiento. Por la zona hay una acequía que cada vez que llueve con intensidad da problemas. Quieren que se hagan las obras necesarias para que esto no vuelva a pasar, para que nunca más tenga su familia que vivir una jornada así.
Además de Ogíjares, municipios como Loja, Alhendín, Las Gabias o la propia capital sufrieron el impacto de un temporal que en poco más de una hora descargó miles de litros de agua. Hoy, día después del desastre, los vecinos limpian y hacen balance mientras miran de nuevo al cielo esperando que su furia no vuelva a cebarse con ellos.
Julio el previsor
A Julio no se le inundó nada. Lleva 20 años en una calle de Ogíjares propensa a que se aneguen sus bajos cada vez que llueve con cierta intensidad. Por eso tiene una bomba de agua trituradora (con un sistema que evita que se atranque) preparada por si pasa algo. Ayer la tuvo que emplear. Vio el agua caer por la calle y corrió a por ella. Bajó al garaje, levantó la tapa de la arqueta y tras tapar con un tapón de rosca «que vale dos euros» la entrada de agua, enchufó la máquina, que rápidamente comenzó a expulsar a la calle todo el agua que bajaba por la rampa. «A mí no se me fue la luz porque no dejé que se mojaran los interruptores», cuenta este vecino, que una vez que aseguró su casa, corrió a socorrer a sus vecinos. «Hay que ser previsores», subraya Julio, que fue casa por casa ayudando a muchos de ellos, quienes hoy, a buen seguro, empezarán a plantearse lo de adquirir el tapón y la bomba para futuras contingencias.
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