Los sueños musicales de las noches de verano
En Bermudas ·
Recorrido sentimental por tres noches de música repletas de ecos y resonancias, encuentros, ritmo y diversión a raudalesJesús lens
Miércoles, 7 de agosto 2019, 01:23
Ni soy muy planetario ni particularmente aficionado al flamenco. Y, sin embargo, he disfrutado como un enano con el concierto de Los Planetas del festival ... Tendencias de Salobreña y con el Lucero del Alba, encuentro hondo donde los haya. Es una de las cosas buenas de los veranos: al tener menos obligaciones y más tiempo libre, podemos ser más generosos, más arriesgados y valientes con la elección de qué espectáculos disfrutar.
A veces me lo pregunto. ¿por qué soy más pelícano que flamenco, con lo que me gustan las músicas apegadas a la tierra, con raíces y hondura? Soy un flipado de los clásicos irlandeses, las gaitas gallegas y las fanfarrias balcánicas, pasando por los ritmos africanos y sudamericanos. Y, sin embargo, al flamenco no le pillo el punto. Aunque en ocasiones… Hace unos años vinieron a Granada dos amigas viajeras con las que había compartido aventuras —y alguna desventura— en Siria y Líbano. Querían escuchar flamenco en vivo. Conseguí tres entradas para La Chumbera, sin saber ni quien actuaba.
Recuerdo que, ya sentados en nuestros asientos, subieron los cantaores y el guitarrista al escenario, se apagaron las luces, se abrió una cortina y el ventanal mostró la Alhambra en toda su magnificencia, mientras comenzaban los primeros compases de la música. Un escalofrío me recorrió toda la espalda y cuando la bailaora Lucía Guarnido irrumpió en escena, los ojos se me llenaron de lágrimas. Fue una reacción salvaje, absolutamente emocional. Irracional. Maravillosa.
Un gran escenario, con el castillo de Salobreña iluminado al fondo, no es la Alhambra, pero también se convierte en mágico marco incomparable que excita los sentidos y te predispone para el goce y el disfrute. Con el arrebatador baile de Conchi Maya, por ejemplo, todo un terremoto sobre el escenario. O con el cantaor local, Manuel López, El Canario; venerado por sus vecinos salobreñeros y emocionados con su vibrante interpretación de la 'Estrella' de Enrique Morente.
Lo que más me gusta de la música son los caminos que abre, las conexiones que produce y los encuentros que provoca. Hace un par de meses escuchábamos a Soleá Morente en el ciclo 'Distrito Sonoro' de Cervezas Alhambra. Lo que más me gustó de aquel concierto fue su arrebatada interpretación del temazo de su padre. Era fuego y pasión lo que transmitía desde el escenario, desgañitándose con lo de 'Si yo encontrara la estrella que me guiara / yo la metería muy dentro de mi pecho y la venerara / si encontrara la estrella que en el camino me alumbrara'.
Completamente diferente, pero no menos vibrante, fue la interpretación de El Canario. Para Antonio Rabaneda, buen aficionado, estuvo especialmente brillante. Tal y como le describió en la revista Lugares comunes, es un cantaor 'jondo, honesto y puro… su voz flamenquísima, limpia y prodigiosa, unido todo ello a su sabiduría y buen hacer, conforman a un artista clásico enorme'.
Pero antes del flamenco, fue el indy-rock de Los Planetas, que concitaron en el Tendencias a una extraordinaria representación de la cultura y el arte de Granada. Alucinante la cantidad de gente interesante que se juntó en Salobreña para el concierto.
Y, como si de un rito de los Veranos en Bermudas se tratara, este año también tuvimos trasnoche con Eric Jiménez, el batería de Los Planetas y de Lagartija Nick, que el próximo fin de semana tocan en el Fusión Velillos de Moclín, una cita que no deben perderse. Para mí, no hay grupo en mejor estado creativo que el liderado por Antonio Arias. Como se animen a presentar en directo algo de 'Los cielos cabizbajos', se convertirá en un concierto histórico.
Pero déjenme que les de envidia: ¡ya he escuchado algunos de los temas de ese disco, recién terminado de grabar y en la línea de salida para su lanzamiento, el próximo septiembre! Fue durante la madrugada del viernes al sábado, en el mágico jardín de Encarny Tamayo y Colin Bertholet del corazón del Casco Antiguo de Salobreña. Allí estaba, entre otros privilegiados oyentes, el pintor granadino Paco Pomet, que nos hizo alucinar con una de esas conexiones creativas a las que nuestra tierra es tan proclive: Eric le mandó la demo de uno de los temas de 'Los cielos cabizbajos', dedicado a Hiroshima, y Paco acaba de terminar un espectacular óleo en el que un grupo de japoneses contemplan una explosión nuclear a través de una ventana. Maridajes artísticos made in Granada.
Una madrugada larga y generosamente regada, también, incluyendo tragos del Ron Montero especial que conmemora el 50 aniversario de la fábrica, en la que Eric Jiménez dio rienda suelta a su vis cómica y teatral más desatada, deparando momentos para el recuerdo de la intrahistoria de estos veranos.
Y nos queda el jazz de los jueves, en la plaza de las Culturas del Centro Cultural Memoria de Andalucía, consolidado como un ciclo veraniego imprescindible, con conciertos tan sobresalientes como el que nos deparó el trío del pianista Miguel Rodríguez, acompañado para la ocasión por el saxofonista Enrique Oliver. Un concierto que habría encandilado al público de cualquier festival internacional, con majestuosas interpretaciones de clásicos de Duke Ellington y otras leyendas del jazz.
Si están en Granada capital los jueves, vayan al jazz de CajaGranada. Sus apoteósicos llenazos le confieren tal ambientazo a los conciertos que la electricidad del ambiente se transmite a unos músicos que acaban vibrando en escena. El magnífico servicio de bar termina de redondear una propuesta imbatible: yo me pirro por la sangría, muy fría, con la fruta bien macerada; y por las tapas de salmón o la de lomo con base de tomate aliñao con ajo. Durante las próximas semanas nos visitarán Pau Lligadas, Felix Rossy, Pepa Niebla y, como final de fiesta, los alegres The Jump Club. ¡No se los pierdan!
Y, en cualquier caso, busquen música entre las propuestas culturales de agosto. Sobre todo, las que sean al aire y libre y bajo las estrellas. En verano, durante sus largas e interminables noches, no hay mejores sueños que los musicales, dejándonos acariciar por el ritmo y la calidez de los instrumentos.
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