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Mosaico con la imagen de Quique Pina en el fondo sur del estadio de Los Cármenes.

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Mosaico con la imagen de Quique Pina en el fondo sur del estadio de Los Cármenes. G. MOLERO

Siete años de gloria muy lucrativos

Pina dirigió al Granada hasta Primera división y a su saneamiento, en un negocio redondo para el empresario italiano Gino Pozzo

Rafael Lamelas

GRANADA

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Jueves, 1 de febrero 2018

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De Segunda B a Primera en dos temporadas. Cinco cursos consecutivos en la élite del fútbol después. De un club con 10 millones de deuda a una sociedad anónima deportiva boyante, bajo el modelo de negocio de la compra-venta de futbolistas que ahora es investigado. Esto fue lo que creó Quique Pina en Granada, impulsado por el empresario italiano Gino Pozzo, del Udinese. Sanearon al equipo, le dieron éxito en el campo y lo acabaron convirtiendo en una multinacional lucrativa, que sobre todo beneficiaba a Pozzo, aparentemente.

En la temporada 2015-2016, por ejemplo, el club recaudó 20,23 millones de euros en traspasos, entre sus propias operaciones y las vinculadas a jugadores que estaban a nombre del equipo aunque no jugaran en este. El Granada sólo se apuntó plusvalías por un valor de 4,97 millones, al detraer, entre otras cosas, 13,45 millones en concepto de «coste derivado de negocios conjuntos», es decir, derechos económicos para terceros. Son los fondos de inversión que beneficiaban a Pozzo y de donde debían salir las supuestas comisiones de Pina, según un informe de la Udef destapado ayer.

El murciano llegó a Granada, que no al Granada CF, en 2007. Fue entre mayo y junio de ese año cuando se gestó la venta del club que fundó de cero hasta llevarlo a Segunda división, el Ciudad de Murcia, al empresario Carlos Marsá, presidente del Club Polideportivo Granada 74, quien refundó el equipo adquirido como Granada 74 SAD. El movimiento se cifró en 20 millones de euros, aunque luego se supo que Marsá había especulado con los terrenos de la ciudad deportiva Granada 92 mediante unos pagarés cifrados en 10 millones. Pina se convirtió en empleado, bajo el cargo de mánager general, acompañado por su mano derecha, Juan Carlos Cordero, como director deportivo.

Ellos contribuyeron a formar la plantilla, con una base apreciable del antiguo Ciudad, pero las dificultades de aquel año, con el 'exilio' a Motril para disputar los partidos entre ellos, acabaron precipitando el descenso. Pina y Cordero se marcharon pero palparon el ambiente en torno al Granada de toda la vida, que encallaba en Segunda B.

Al murciano todavía le perseguía la fama de agente de futbolistas, profesión a la que se dedicó tras dejar el balompié como jugador. Intervino en sonadas llegadas hacia la Liga española, como las de Javier Saviola, Vieri, Riquelme o 'Turu' Flores. Este conocimiento le llevó a ser captado por el Udinese, de la familia Pozzo. Una escuadra italiana que había consolidado un modelo durante décadas basado en la compra de los derechos de jóvenes deportistas en Sudamérica y África para su posterior revalorización. Tras ello, la creación de fondos de inversión que se convertían en los titulares de sus derechos económicos. Una ingeniería financiera que luego se trasladaría al Granada y al Watford inglés.

El rescate rojiblanco

Durante dos años, Pina actúa como ojeador hasta que en sus visitas frecuentes a Granada surge la posibilidad de entrar en el conjunto rojiblanco. Convence a Gino Pozzo, hijo del dueño del Udinese, de que el equipo nazarí, al borde la ruina, podía ser un negocio boyante si lo reflotaban. Forman una plantilla fuerte, con innumerables cedidos por parte del 'hermano' italiano, que asume el excedente de sueldos, y declaran el concurso de acreedores. El proyecto, que cumple los objetivos sobre el césped, crece con el sostenimiento de los préstamos y las inversiones posteriores.

El 'matrimonio' entre Pina y Pozzo, con un entramado societario detrás para el supuesto beneficio mutuo, va de la mano en la obtención de más de 40 millones de euros en traspasos. Ventas como la de Siqueira (10 millones), Murillo (10, dos de ellos en variables), Brahimi (6,5, aunque Football Leaks alertó de que habría sido por 9,5) o Jhon Córdoba, por el que recaudaron 6,5 tras pagar 1,8 por el 75% de sus derechos.

Pozzo aprovechó su etapa para mover a una cuantía desorbitada de futbolistas, aprovechando las ventajas de inscripción en el filial, en Segunda B, en la que no hay límite de extracomunitarios. El flujo superaba las 100 gestiones al año. Unos sí vistieron la camiseta rojiblanca. Otros no sabrían localizar la ciudad en el mapa. En la actualidad, sobrevive sólo Darwin Machís bajo titularidad económica del transalpino.

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